Más emisores y mayor complejidad: la desinformación de 2021 y la que vendrá
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La desinformación ha vuelto a ser protagonista en 2021, un año en el que no solo ha impulsado falacias sobre la pandemia del coronavirus sino que se ha diversificado en temas y autores. De los bulos sobre las vacunas a las mentiras contra los inmigrantes, pasando por la manipulación en la frontera de Bielorrusia con Polonia, en VerificaRTVE te explicamos las tendencias desinformativas de 2021 y las que probablemente seguirán en 2022.
COVID-19: el interés se desplaza a las vacunas
La desinformación sobre la pandemia de coronavirus se mantiene pero ha pasado a centrarse en los contenidos falsos sobre las vacunas. Los desinformadores han impulsado mentiras como la presencia de grafeno en las inyecciones, su falsa capacidad para imantar o que los sueros son experimentales. Todo ello con el objetivo de sembrar desconfianza en los fármacos.
Para alimentar la tendencia, han usado por ejemplo datos falsos o descontextualizados. Así ha sucedido con los bulos que citan datos de VAERS, un sistema de notificación de reacciones a vacunas que muestra casos no confirmados por la autoridad sanitaria de EE.UU. Las falacias más recientes las dirigen contra la campaña de vacunación infantil. El efecto de los bulos sobre la COVID-19 llega hasta el punto de que el 86% de especialistas médicos han atendido a pacientes preocupados por estas falsedades, según un estudio de Doctoralia y el Instituto Salud Sin Bulos.
El peso del negacionismo. De las redes a las calles
El colectivo negacionista, formado por personas que niegan la validez de las medidas sanitarias tomadas contra la pandemia y hasta la existencia misma del virus SARS-CoV-2, ha continuado muy activo en la expansión de contenidos falsos. Su papel ha sido notable en la convocatoria de manifestaciones: les hemos visto en protestas celebradas en ciudades españolas contra las vacunas, contra las restricciones por la pandemia y contra el pasaporte COVID-19. Algunas de esas manifestaciones congregaron a miles de personas, pero en el caso de otras se inventó su relación con las protestas anti-vacunas.
Un episodio muy comentado este año y en el que participaron fue el aislamiento que se impuso a un grupo de menores de viaje de fin de curso en Palma de Mallorca por detectarse entre ellos un brote de COVID-19. En aquella ocasión se difundieron vídeos de miembros conocidos del movimiento negacionista ayudando a los menores a saltarse el confinamiento en un hotel.
El año ‘Haugen’ de Facebook
En años anteriores ya se habían expuesto efectos poco edificantes de la gran plataforma de nuestro tiempo, pero en 2021 se revelaron otros. Facebook vio resentirse su imagen al conocerse informes sobre el impacto negativo de Instagram en colectivos como los adolescentes.
Un nombre se ha convertido en símbolo del rechazo que provoca todo lo que Facebook hace mal: Frances Haugen. Esta ex empleada acusó a la compañía de Zuckerberg en foros tan formales como el Senado de EEUU de prácticas nocivas para menores, expansión del discurso del odio y efectos divisivos en la sociedad. “El odio es la forma más fácil de crecer en la red social”, sentenció. Según Haugen, no es solo que la plataforma provoque todo eso, sino que pone empeño en ocultarlo.
UE: hacia la directiva de servicios digitales
En 2021, el Observatorio Europeo contra la Desinformación (EDMO) comenzó a realizar estudios conjuntos a partir de la experiencia de sus miembros (equipos de verificación de la UE). Eso ha permitido comprobar hasta qué punto las tendencias desinformativas son compartidas internacionalmente (1 y 2). Se observa que los patrones de los bulos se repiten en casi todos los países con solo cambiar su marco geográfico a un entorno local.
En la UE, 2022 será un año para avanzar en el nuevo Código de Buenas Prácticas para las grandes plataformas y en la aprobación de la Directiva Europea de Servicios Digitales (Digital Services Act o DSA en sus siglas en inglés). Contendrá pasajes relevantes para el control de la desinformación en las plataformas. En los aledaños de la DSA, la Comisión Europea también impulsa la elaboración de un Código de Integridad para los verificadores europeos. Determinará las prácticas correctas en este campo, pero su mayor relevancia vendrá después, cuando se decida qué entidades lo deberán supervisar. Es una cuestión de relevancia para la ciudadanía: los procesos para elegir a quien supervisa en ámbitos tan sensibles como el de la desinformación deberían ser democráticos y transparentes.
España contra la desinformación
El Departamento de Seguridad Nacional (DSN) ha incluido las campañas de desinformación en su listado de amenazas dentro de la Estrategia de Seguridad Nacional 2021 (página 54). Este organismo, dependiente de Presidencia del Gobierno, está avanzando en el establecimiento de un proceso de detección de injerencias externas que complete su participación en el sistema de alerta rápida establecido por la UE para que sus socios intercambien información al respecto. Es previsible que la atención oficial a la desinformación siga en el futuro, aunque muchos expertos señalan que lo que tiene que reforzarse sobre todo es la dimensión educativa (alfabetización mediática y digital) contra el fenómeno, que es social, multifacético y no solo vinculado a la seguridad exterior.
España ha sido también el primer país en recibir 10.000 millones del primer tramo de Fondos NEXT Generation. Aquí tienes dos programas de RNE para conocer mejor en qué consisten (1 y 2) y al experto Pablo Simón explicándolos. Estos fondos constituyen el paquete de estímulo de la UE para lograr la recuperación tras la pandemia y crear un sistema económico más ecológico y digital. Se espera que algunas de las líneas de ayuda del plan español que los gestionará (llamado de “Recuperación, Transformación y Resiliencia”) vayan a parar a proyectos contra la desinformación.
Rusia y la desinformación
El conflicto desatado en la frontera entre Polonia y Bielorusia, con miles de inmigrantes retenidos, dibujó un frente más de desinformación internacional. Hubo bulos, manipulación mediática y propaganda de los gobiernos implicados, en algún caso para demonizar a los inmigrantes y en otros para culpar a cada capital, Varsovia y Minsk.
Algunos expertos consideraron que se trataba de un caso de “guerra híbrida”, en el que la desinformación juega un rol prioritario frente a los medios militares. Otros vieron detrás la mano de Rusia, aunque nadie nos lo pudo asegurar al 100%. Desde que la CIA apuntó directamente a Putin por las campañas de desinformación lanzadas desde Rusia en las elecciones de EE.UU. en 2016, el Kremlin sigue siendo el sospechoso número uno en materia de injerencias extranjeras. El Grupo de Trabajo de Comunicación Estratégica del Servicio Europeo de Acción Exterior (EuvsDisinfo) informa desde 2015 de las operaciones de propaganda en el este de Europa, antigua esfera de influencia de Moscú. Ofrece el recopilatorio más abundante de información falsa o engañosa con huella, rasgos u origen ruso. Este año siguieron produciéndose ejemplos, especialmente de tratamiento negativo de la actualidad europea en medios de comunicación rusos como RT, aunque hay otro país cuyo potencial desinformativo preocupa también cada día más, China.
La amenaza interna: extremismos y nuevos agentes desinformadores
Para que no sucediera lo mismo que en 2016, en sus elecciones de noviembre de 2020 EE.UU. se preparó contra injerencias extranjeras. Pero los mayores sobresaltos acabaron llegando por bulos y teorías de la conspiración impulsadas por grupos estadounidenses, principalmente de la órbita de la ultraderecha. Es el caso de QAnon o los Proud Boys. La confluencia de intereses ultraderecha-conspiracionistas-negacionismo se ha notado a lo largo del año. Hemos visto pancartas con el logo Q en manifestaciones europeas, pero sobre todo mucha ideología política en bastantes bulos que se difundían con relación a las medidas sanitarias para frenar la COVID-19.
Los informes regulares que realiza Facebook sobre campañas coordinadas de actividad digital no auténtica muestran que la desinformación ha evolucionado, es ahora una hidra con muchas caras y no puede achacarse solo a gobiernos autoritarios. Hay cada vez más entidades locales involucradas en su expansión en países democráticos, desde líderes extremistas locales hasta empresas que hacen negocio a partir de encargos de autor desconocido con la manipulación informativa. También el Instituto de Internet de Oxford refleja en sus informes esa industrialización y esa variedad de actores implicados en la desinformación (1 y 2).
Fraude electoral: el bulo trumpista que llegó a España
Donald Trump alentó el bulo del fraude electoral en las elecciones de noviembre de 2020, incluso cuando el Congreso de EEUU ya había confirmado su derrota. El bulo del pucherazo llegó a Perú, donde la candidata Keiko Fujimori lo impulsó cuando perdía en el recuento frente a Pedro Castillo en las presidenciales de junio. También sobrevoló las reñidas presidenciales en Chile, con el candidato ultraderechista José Antonio Kast denunciando pucherazo hasta que admitió su derrota frente a Gabriel Boric.
La falacia llegó a España centrada en la presunta manipulación del voto por correo. Este mensaje sin ninguna prueba de respaldo se repitió primero en las autonómicas catalanas de febrero y regresó con la convocatoria de las elecciones autonómicas de mayo en Madrid.
Migración, el bulo que no cesa
En 2021 se mantuvieron las campañas destinadas a expandir el odio contra los inmigrantes o las personas que les apoyan. Un ejemplo fue la situación generada en Ceuta en primavera, cuando analizamos el carácter planificado de los insultos que recibió Luna, la voluntaria de Cruz Roja que abrazó a un inmigrante negro recién llegado a España. En aquella crisis entre España y Marruecos se difundieron muchos otros bulos, como que los inmigrantes habían ocupado casas o que habían quemado un colegio ceutí.
Este tipo de bulos, y en particular los dirigidos contra niños migrantes solos o menores extranjeros no acompañados (MENA), también formaron parte de los procesos electorales españoles. Varias piezas de VerificaRTVE explicaron las claves de algunas de las falsedades más habituales contra ellos (bulos económicos y bulos sobre delincuencia).
Los desinformadores recurren a plataformas alternativas
Para sortear la dificultad de difundir sus contenidos falsos en plataformas tecnológicas como Twitter, Facebook y YouTube, con sistemas de moderación más avanzados, los desinformadores están recurriendo a vías alternativas. Promueven ahora sus contenidos, especialmente vídeos, desde webs como Odysee, Bitchute o Rumble para evitar que se los retiren de la red.
Tras los graves incidentes del 6 de enero de 2020 con el asalto al Capitolio de los EEUU, Twitter y Facebook suspendieron las cuentas del entonces presidente Donald Trump. En respuesta, el magnate neoyorquino ha promovido su propia red, Truth Social, que estará operativa en los primeros meses de 2022. En España esta apuesta por webs alternativas, incluida Parler, que es la preferida de muchos seguidores de Trump, ha ido ganando peso entre desinformadores, con una continua y creciente difusión de contenidos audiovisuales. Todo ello mientras Telegram sigue como canal semisubterráneo elegido para emitir bulos que después florecen en redes abiertas.
Micromecenazgos para financiar a desinformadores
Del mismo modo que recurren a canales alternativos para difundir sus falacias, hemos comprobado cómo los desinformadores en España utilizan vías digitales para autofinanciarse. Emplean métodos para recibir pagos directos como PayPal pero también se suman a plataformas de micromecenazgo como Patreon.
Individuos y grupos dedicados a la desinformación con decenas de miles de seguidores usan estos micromecenazgos para que les financien lo que consideran un trabajo. Piden a sus usuarios cantidades que pueden ir desde un solo euro hasta varios cientos al mes y pueden ocultar sus mecenas y el dinero recaudado.
Bulos y política
Las medidas sanitarias tomadas por los gobiernos para confrontar la COVID-19 encontraron resistencia en muchos países. La crítica legítima se mezcló con el debate de ideas políticas y la proliferación de falsedades.
Hemos visto en toda Europa expresiones impulsadas por usuarios conservadores como “pasaporte comunista” para criticar la imposición de certificados de vacunación COVID-19, o la de “Nazis raus” (nazis fuera) utilizadas por usuarios de izquierdas que interpretan las medidas tomadas como un intento de control social desde la derecha. Se ha expandido de manera genérica la acusación de autoritarismo (#StopDictaduraSanitaria).
En VerificaRTVE publicamos varios desmentidos sobre bulos a caballo entre lo político y lo sanitario: la falsa PCR del ministro Salvador Illa, la presunta planificación de la pandemia, los test de antígenos supuestamente retenidos a a propósito, las restricciones horarias que no eran ciertas o la gestión negligente de las vacunas, entre otros. También elaboramos varias piezas explicativas sobre asuntos que se prestaban a la controversia política nacional: los sueldos públicos, el uso de coches oficiales, la edad de jubilación, o las cifras de empleo.
Los ciberdelitos
La ciberdelincuencia ha crecido significativamente aupada por un incremento del papel de la informática doméstica, el teletrabajo y las compras por internet. Este año tuvimos mucho ajetreo desmintiendo llamadas telefónicas que engañaban por ejemplo sobre citas para vacunarse. Pero sobre todo percibimos un aumento de los ciberdelitos, especialmente de la suplantación de identidad o phishing. El Estudio sobre la cibercriminalidad en España en 2020 del Ministerio del Interior recoge datos de la Interpol que afirman que el 59% de las ciberamenazas son estafas mediante phishing (pág.11). La empresa de seguridad Proofpoint publica los resultados de una encuesta mundial a más de 4.000 empresas en su estudio 2021 State of the Phish. En él muestra que el 75% de las compañías han sido víctimas de intentos de ataque vía phishing en 2020 (pág. 5). En el 57% de los casos los atacantes consiguen su objetivo y acceden a información relevante (pág. 31).
Otra modalidad de ciberataque muy preocupante es el Ransomware o el secuestro de los sistemas informáticos de una compañía o institución. Diariamente se publican referencias a este tipo de delitos en España como el que afectó en diciembre al Servicio de Salud de Asturias o en octubre a la Universitat Autònoma de Barcelona. El incremento de esta modalidad de amenaza ha llevado al Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE) a abrir en abril de 2021 un sistema de alerta y respuesta especial sobre este tipo de ataques. Nada hace pensar que en 2022 la tendencia creciente experimentada en los últimos meses se vaya a frenar. En cualquier caso, conviene recordar que los estudios e informes que ponen cifras al incremento previsto de este tipo de delitos durante los próximos meses están patrocinados por las compañías de seguridad que venden soluciones comerciales contra los ciberataques. En VerificaRTVE te informamos de cómo protegerte ante los ataques informáticos en artículos como este sobre el phishing o el la sección de ciberdelitos que actualizamos con las denuncias que nos enviáis.