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Maruja Mallo: la mujer libre que pintó universos únicos

  • Se cumplen 120 años del nacimiento de la artista lucense, icono de las 'Sinsombrero'
  • Mallo fue una de las pintoras más importantes del siglo XX

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120 años del nacimiento de Maruja Mallo, figura de la pintura del siglo XX

La periodista Paloma Chamorro entrevistó a Maruja Mallo a finales de los años setenta en el programa 'Imágenes' de TVE. A la pregunta: "¿Crees profundamente en la ciencia?", la artista contestó desafiante: "Claro. Para mí, la vida de este planeta es arte, ciencia o guerras". Mujer refinada, de un nivel intelectual admirable y de amplia y profunda cultura, Mallo exhibía en las pantallas de la Transición una imagen de máscara de Carnaval tan excesiva como la que había desplegado su antiguo amigo Dalí, pintada exageradamente y como travestida de sí misma. Orgullosa y socarrona iba desgranando sus recuerdos y lanzando mensajes de comprometida sinceridad: "Yo tengo muchísima fe en la juventud, por cómo tras estos siniestros cuarenta años se ha rebelado con una vitalidad y un ansia de conocimiento lo mismo en la ciencia que en el arte que me vivencia con ellos", afirmaba en la misma entrevista.

Para mí, la vida de este planeta es arte, ciencia o guerras

Con esa juventud española de la Transición estuvo en permanente contacto. El historiador del arte Juan Pérez de Ayala recuerda reuniones que se organizaban para agasajarla en los años ochenta y cómo cuando fue a visitarla en 1990, le contó que le gustaba recibir postales para estar todavía "en contacto con el mundo exterior": "En ese mismo año recuerdo que viajé en enero a Egipto y no pude, por menos, que enviarle una postal del perfil del busto de Nefertiti que se encuentra en Berlín; y que en ese mismo verano volví a viajar a México donde tampoco pude sustraerme a la tentación de enviarle un perfil de una monumental cabeza olmeca del museo de Jalisco. A mi regreso, los dos perfiles estaban juntos componiendo una obra, como si fueran un Retrato bidimensional en sus dos perfiles, lo cual, aún siendo mi intención, no sabía si iba a producirse. Y que Maruja, señalándolos me musitó: “México… Egipto…”

Figura de la pintura del siglo XX

En los últimos años, se suceden las exposiciones retrospectivas de la obra de Mallo o su presencia en muestras colectivas. Quizás fuera en aquellos "siniestros años" en los que en España se borró su importancia, pero fuera de nuestras fronteras siempre fue valorada dentro de la elite de las vanguardias artísticas. "Es la pintora española más importante del XX junto a María Blanchard e incluso va más adelante que Blanchard. Siempre he defendido que el mundo creativo y plástico de Maruja es igual de importante e innovador que el de una Georgia O Keeffe o una Frida Kahlo", afirma Guillermo de Osma, historiador del arte y galerista que ha contribuido enormemente a mantener viva su obra.

Maruja es igual de importante que Georgia O' Keeffe o Frida Kahlo

"Es una de las pintoras más innovadoras e interesantes de la vanguardia española e internacional. No solo por su dominio de la técnica pictórica y de la geometría, sino también por su imaginería absolutamente personal y original, por su conocimiento de la historia del arte y de diferentes mitologías y corrientes filosóficas. Además, ofrece una perspectiva completamente distinta a la vanguardia masculina", corrobora Alejandra Zanetta, profesora de la Akron University de Ohio (EEUU) y autora del libro La subversión enmascarada. Análisis de la obra de Maruja Mallo.

Nacida en Viveiro (Lugo) el 5 de enero de 1902, se trasladó con su familia a Madrid, donde estudió Bellas Artes. Su triunfo fue temprano y pronto viajó a París, donde fue acogida con entusiasmo por los principales representantes del surrealismo. Escapó de guerra civil a Portugal desde donde, con la ayuda de la diplomática chilena Gabriela Mistral, pudo viajar a Buenos Aires. En América pasó cerca de treinta años hasta su regreso a España en 1964

El canto de las espigas, cuadro de Maruja Mallo

El canto de las espigas, cuadro de Maruja Mallo

Aquellos maravillosos años

A partir de entonces, en las entrevistas siempre le preguntaban por sus compañeros de la Generación del 27. Ella gustaba recordar cómo conoció en la Academia de Bellas Artes a Salvador Dalí, cómo compartían su admiración por Picasso, cómo él le presentó a Federico García Lorca y a Luis Buñuel, los más prometedores de la Residencia de Estudiantes. También describía el momento de rebeldía que puso nombre a la generación de las "Sinsombrero": "Todo el mundo llevaba sombrero. Era como un pronóstico de diferencia social. Un buen día, a Federico, a Dalí, a mí y a Margarita Manso, otra estudiante, se nos ocurrió quitarnos el sombrero y al atravesar la puerta del Sol nos apedrearon y nos insultaron. Nos tuvimos que meter por la boca del subterráneo. Federico quería obstaculizar los insultos porque nos llamaban maricones, como si despojarnos del sombrero fuera una manifestación del tercer sexo. En cambio, Dalí decía que sí éramos y eso incrementaba los insultos".

A Dalí, Lorca, Margarita Manso y a mí se nos ocurrió quitarnos el sombrero y nos apedrearon

Mallo participaba en las fiestas, los viajes y las gamberradas de aquel grupo irrepetible de artistas, marcando un perfil propio de transgresión, también de los estereotipos femeninos socialmente establecidos. Incluso, como señala Guillermo de Osma, venció a Buñuel en el concurso de blasfemias que se organizó en una ocasión. A partir de 1926 sus cuadros revelaban ya su genio y la serie titulada "Verbenas" consiguió de Ortega y Gasset tal reconocimiento que para mostrarla se montó en 1928 la que sería primera y única exposición organizada por la Revista de Occidente.

¿El brillo de sus compañeros oscureció a Mallo como sucedió con otras escritoras de la Generación del 27 en el exilio? Guillermo de Osma no lo cree: "Su obra es de una potencia extraordinaria, igual que ella. Tenía una enorme confianza en sí misma que ayudó a que nadie le comiera el territorio. Cuando llegó a Argentina lo hizo como la gran pintora española. Tenía mucha fuerza y sentido de su propia imagen. Lo primero que hizo al llegar a Buenos Aires fue ir a la mejor fotógrafa del momento para que le hiciera los retratos que luego sirvieron para promocionar su obra en libros y exposiciones".

Tenía una enorme confianza en sí misma, que ayudó a que nadie le comiera el terreno

Alejandra Zanetta no es tan optimista y cree que Mallo sabía que debía integrarse en aquel grupo para poder acceder a los centros de influencia artísticos: "Dentro de los centros productores y difusores de cultura de la época, como por ejemplo la prestigiosa Residencia de Estudiantes, la opinión sobre la mujer no difería mucho de la que se difundía a partir de las páginas de las revistas de la época". Mallo tuvo que superar, pues, un ambiente que nunca la habría valorado igual que a los varones: "Teniendo en cuenta la personalidad optimista, vital y combativa de Mallo y de su ácido sentido del humor, no es descabellado imaginar que se valiese de la ironía y de la crítica indirecta para burlarse y poner en evidencia lo absurdo, contradictorio y arcaico de semejante postura", concluye Zanetta.

La pintora Maruja Mallo, a su regreso a España

La pintora Maruja Mallo, a su regreso a España FOTOTECA MANUELA

Una obra rica y comprometida

A lo largo de su vida, Mallo trabajó la cerámica, la escenografía, el diseño de vestuario teatral o fue autora de grandes murales, pero se la recuerda principalmente por sus cuadros. En cada una de las series en las que va desarrollando su obra, que a ella no le gustaba clasificar en un movimiento concreto, ni siquiera en el surrealismo con el que se la asocia más. En las "Verbenas" la alegría de la vida se presentaba a través del colorido y el dinamismo de las formas en un constante movimiento circular. "Sus primeras telas se destacan por un monumentalismo casi muralista y por tener como protagonistas a mujeres fuertes, independientes y en control de su cuerpo y su destino: La mujer de la cabra, Ciclista, Mujer tenista de 1927 y Dos mujeres en la playa de 1928. Esta tendencia sigue en las Verbenas", explica Alejandra Zanetta.

Mallo pintaba a las mujeres como protagonistas, fuertes e independientes

Después de la serie "Estampas", donde refleja las tendencias vanguardistas del momento, cambia por completo de enfoque, se enmarca en la Escuela de Vallecas y -como del día a la noche, según ella misma decía- cambia de lado la moneda en su serie "Cloacas y Campanarios". Son cuadros ligados al paisaje castellano, en los que pinta esqueletos, deshechos, piedras, prácticamente en blanco y negro, con toques amarillo y el verde del odio y la desesperación, una crítica feroz a lo peor de la sociedad y el oscurantismo religioso. Es la que triunfará en París en la exposición de 1932. En esos años será importante la influencia de Joaquín Torres García y el constructivismo: "Eso va a ser fundamental. A partir de ahí toda su obra estará basada en una construcción geométrica a partir de la proporción áulica y ella va a crear lo que ella llama trazados armónicos, que son estructuras geométricas en las que basa su obra", explica Guillermo de Osma.

'La Verbena', cuadro de Maruja Mallo

MADRID, 01/12/2015.- Dos mujeres observan el cuadro de Maruja Mallo titulado 'La verbena' de la exposición 'Mujeres en vanguardia', hoy en Madrid donde la Residencia de Estudiantes acoge en su centro con motivo de su centenario y que ha sido organizada conjuntamente con Acción Cultural Española. EFE/Fernando Alvarado SJL

La serie "La religión del trabajo" comenzó en 1936 con 'La sorpresa del trigo'. Esas mujeres de cuyas manos salen espigas se han convertido casi en la imagen más reconocida y reconocible de Maruja Mallo e inaugura su fase americana. Los estudiosos de su obra coinciden en la fascinación que sintió por la variedad de la naturaleza y la geografía humana de América, que reflejó en sus siguientes series: Naturalezas Vivas, Retratos Bidimensionales o Máscaras. Flores, caracolas, y de nuevo retratos de mujeres de diferentes rasgos étnicos con los que quería reivindicar: "Razas que tenían derecho a vivir y que habían quedado vencidas por el sometimiento de las armas".

Maruja Mallo murió en Madrid el 6 de febrero de 1995. Había dejado de pintar apenas unos años antes. Su última etapa, ya en España, la había llevado a investigar universos nuevos a través de la teoría de la relatividad de Albert Einstein, en la serie titulada: "Moradores de vacío".