Daniel Ortega, más aislado que nunca, afronta su quinto mandato al frente de Nicaragua
- Las elecciones fueron calificadas por varios países como una “farsa”
- Ortega, un exguerrillero sandinista, se encuentra en el poder de manera ininterrumpida desde 2007
Daniel Ortega asume este lunes su quinto mandato como presidente de Nicaragua, el cuarto consecutivo, después de unas elecciones celebradas el 7 de noviembre en las que no participaron sus rivales políticos porque se encontraban encarcelados. Varios países han calificado los comicios como una “farsa”.
La toma de posesión de Ortega, un exguerrillero sandinista que se encuentra en el poder de manera ininterrumpida desde 2007, supone la “consagración” de un régimen dictatorial, según Rogelio Núñez, investigador asociado al Real Instituto Elcano, quien ha afirmado en una entrevista a RTVE.es que el comportamiento político del mandatario “se parece mucho” al del dictador Anastasio Somoza, contra el que luchó.
Entre los candidatos de la oposición a la presidencia detenidos se encuentra Juan Sebastián Chamorro. Su esposa, Victoria Cárdenas, ha señalado a RTVE.es que “Nicaragua es una cárcel” y que “toda persona que piensa diferente tiene el riesgo de ir a prisión”.
La "consagración" de un régimen dictatorial
La toma de posesión de Daniel Ortega como presidente de Nicaragua tiene lugar después de que la oposición, así como varios países y organizaciones internacionales calificaran las elecciones del 7 de noviembre como una “farsa”, ya que todos los candidatos rivales de la oposición estaban en prisión.
La Organización de Estados Americanos (OEA) advirtió de que los comicios “no tienen legitimidad democrática”. Tras las elecciones, Estados Unidos y la Unión Europea impusieron sanciones contra altos cargos nicaragüenses por su papel en la “represión contra los derechos humanos y las libertades fundamentales”, entre ellos Rosario Murillo, la vicepresidenta de Nicaragua y mujer de Ortega.
Rogelio Núñez ha asegurado que lo que había hace diez años en Nicaragua era un “régimen híbrido que tiene unas elecciones, pero que no es democrático plenamente porque las elecciones no son justas ni transparentes”. Sin embargo, Núñez ha advertido de que “ahora es una dictadura plena”.
“A partir de los disturbios de 2018 hay un amago de diálogo que le sirve (a Ortega) para ganar tiempo y permitir dos jugadas: en 2020 crear un aparato normativo que permita reprimir y arrinconar a la oposición, y en 2021 aplicarlo prohibiendo partidos, deteniendo a los principales líderes de la oposición y celebrando elecciones, porque para las dictaduras y los gobiernos autoritarios, las elecciones son una forma de legitimarse una forma de dar ese marchamo teóricamente de legitimación”, ha explicado Núñez.
En este sentido, el investigador afirma que la toma de posesión de Ortega supone “la consagración de un régimen abiertamente dictatorial y autoritario” y que se consolida así “un régimen personalista basado en una amplísima red clientelar y familiar”.
De acuerdo con Victoria Cárdenas, esposa de Juan Sebastián Chamorro, uno de los candidatos de la oposición a la presidencia detenidos, el 7 de noviembre “no hubo elecciones”. “Cuando hay unas elecciones, puedes elegir entre partidos y aquí no hubo dónde elegir”, ha señalado Cárdenas. “Al no haber elección, no puede haber toma de posesión de ningún Gobierno”, ha aseverado.
Daniel Ortega, del sandinismo al orteguismo
Daniel Ortega, de 76 años, fue uno de los que lideró la lucha contra el dictador Anastasio Somoza, cuya familia gobernó el país desde 1936. El exguerrillero sandinista formó parte del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que tomó poder después de derrocar al dictador Somoza.
En 1984, Ortega fue elegido presidente y su mandato duró hasta 1990, cuando fue derrotado en unas elecciones después de una presidencia empañada por una guerra contra los grupos rebeldes de derecha, conocidos como la “contra” nicaragüense, apoyados por Estados Unidos y por el colapso económico. Volvió a ganar las elecciones en 2011 y en 2016 tras unos cambios constitucionales que le permitieron presentarse de nuevo.
Para Rogelio Núñez, a pesar de que Ortega luchó contra el dictador Somoza, “se parece mucho en su comportamiento político a cómo la familia Somoza gobernó el país”. “Los Somoza fue una dinastía, donde hijos sucedieron a padres al frente de la Presidencia de la República”, explica Núñez. “Si a Daniel Ortega le sucede algo, la sucesora es su mujer, y sus hijos ocuparían importantes posiciones dentro del entramado clientelar y político”, asevera.
“Es curioso que cuando alguien combate a un rival o un enemigo como los Somoza, el ADN de la cultura política a la que combates termina calando en ti. Ortega ha terminado gobernando con la misma cultura política que gobernaron los Somoza, de pactos con la oposición, pero fundamentalmente pactos clientelares que sirven para enmascarar una situación claramente y progresivamente más autoritaria”, ha detallado el investigador.
Las opciones de la oposición en Nicaragua: la cárcel o el exilio
La oposición a Daniel Ortega ha ido en aumento en los últimos años. En 2018, las protestas contra el Gobierno se expandieron por todo el país, pero fueron reprimidas con una violenta respuesta policial. Cientos de personas murieron y miles resultaron heridas en los enfrentamientos entre manifestantes y las fuerzas de seguridad y grupos progubernamentales.
Tras la detención de muchos de los líderes de las protestas, Ortega rechazó el llamamiento para adelantar las elecciones y siguió con su mandato, pero antes de las elecciones de noviembre, comenzó a ir contra aquellos que levantaban la voz contra su Gobierno.
Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el número de presos políticos se elevaba en diciembre a 170, de los cuales siete son precandidatos a la presidencia --entre ellos Juan Sebastián Chamorro--, dos exvicecancilleres, dos exguerrilleros sandinistas históricos, cinco dirigentes opositores y dos líderes estudiantiles, entre otros.
“En Nicaragua no hay ni libertad de expresión, ni libertad de reunión, ni libertades políticas”, afirma Rogelio Núñez. “Ahora mismo oponerse y ser una alternativa viable a Ortega supone el encarcelamiento o la migración”, añade.
Precisamente, Victoria Cárdenas tuvo que irse de Nicaragua, ya que al buscar ayuda para la liberación de los presos políticos fue acusada “por el régimen de Nicaragua de traidora a la patria”. “No puedo volver a Nicaragua, porque si vuelvo, corro el riesgo de caer presa”, afirma Cárdenas. “Toda persona que piensa diferente, que alza su voz, tiene el riesgo de ir a prisión. Nicaragua es una cárcel. El que está en Nicaragua no puede hablar y los que temen por su vida están en el exilio”, añade.
La vida de los encarcelados “en riesgo”
Juan Sebastián Chamorro, uno de los siete candidatos opositores a la presidencia que están en prisión, fue detenido el 8 de junio. Según ha explicado su esposa a RTVE.es, pasó casi 90 días “bajo investigación”, “algo que es totalmente ilegal porque la investigación dentro de la cárcel en Nicaragua es de un máximo de 72 horas”. Después fue acusado de “menoscabo de la integridad de la patria” y el juicio “está suspendido indefinidamente”.
Chamorro se encuentra en la cárcel de El Chipote, donde se hallan presos otros candidatos opositores a la presidencia de Nicaragua. Victoria Cárdenas ha asegurado que “hay personas que están al borde de la desnutrición y personas que están desarrollando problemas de salud por las condiciones tan precarias que viven en esa cárcel”.
“Las condiciones son sumamente delicadas. Cada día que ellos están ahí, su vida está en riesgo”, ha advertido Cárdenas, quien señala que su marido ha perdido más de 15 kilos en seis meses. “Está con las luces de la celda encendidas las 24 horas, no se le permiten almohadas para dormir, los interrogatorios son diarios y no se le permite un abogado”, ha detallado.
Ortega se acerca a China y Rusia
A principios de diciembre, el Gobierno de Nicaragua, que hasta ahora era un aliado de Taiwán, rompió tres décadas de relaciones para asegurar su lealtad a China. Nicaragua era uno de los 15 países que reconocían a Taiwán como un Estado independiente.
“Rusia era el tradicional aliado de régimen de Ortega, pero si quiere sobrevivir necesita un fuerte aliado y ese fuerte aliado, más que Rusia, es China”, ha explicado Rogelio Núñez. “Es ahí donde entra la ruptura con Taiwán y lanzarse en brazos de China”, ha aseverado.
Para ayudar a que la democracia vuelva a Nicaragua, Núñez subraya la necesidad de que otros países apoyen a la oposición “en todo lo que sea conveniente” y “aislar al régimen”, aunque afirma que esto último “tiene poca viabilidad porque el régimen tiene una salida muy fácil, como buscar aliados internacionales y ya los ha encontrado”.
Por su parte, Victoria Cárdenas manifiesta que “lo que esperamos de la comunidad internacional, de los países que creen en la democracia, es que ocupen todas las herramientas posibles para la liberación inmediata de todos los presos políticos y la restitución de las libertades públicas de los nicaragüenses para que podamos buscar una salida a esta crisis sociopolítica y, más que todo, humanitaria”.