Cómo, cuándo y para quién: el ABC de las potenciales vacunas españolas contra la COVID-19
La carrera por las vacunas contra el coronavirus continúa y cuatro proyectos de investigadores españoles todavía aspiran a desarrollar fármacos que protejan frente a la COVID-19 e, incluso, puedan eliminar por completo el virus. Pese a las dificultades que comporta tener una menor financiación y contar con equipos más pequeños, sus resultados ya están contribuyendo al conocimiento científico mundial. A continuación resumimos, el cómo, el cuándo y el para quién de las cuatro potenciales vacunas españolas.
Amplio abanico de tecnologías
La ciencia española ha diversificado sus opciones, con apuestas de diferentes técnicas para tratar de poner fin a la pandemia. En primer lugar, el CSIC trabaja en una vacuna de nueva generación basada en ARN autorreplicativo, que se amplifica solo. Puede que tarde un poco más en desarrollarse, pero sus responsables buscan un salto cualitativo. “Serían útiles frente a la pandemia actual, pero se podría pensar también en un nuevo concepto de vacuna de ARN, cuyo uso futuro resultaría aplicable a otras enfermedades”, desarrolla Isabel Sola, codirectora del proyecto de Luis Enjuanes, en el Centro Nacional de Biotecnología en una entrevista en la página web del CSIC.
De tener éxito, la suya será una vacuna intranasal y esterilizante, capaz de impedir la infección por coronavirus y no solo proteger frente a la enfermedad grave. “La vía de administración es importante porque se adquiere inmunidad de mucosas y esto ocurre de manera eficaz (cuando se aplica) localmente”, explicó Enjuanes en una entrevista en el Telediario. Aunque prefieran la vacuna ‘inhalable’, el equipo de investigadores no descartan una versión para inyectar, porque resultaría más fácil conseguir el visto bueno de los reguladores.
El resto de investigaciones priorizan la vía del ‘pinchazo’. El proyecto de Vicente Larraga en el CSIC es una vacuna sintética de ADN que coloca un gen de un antígeno del coronavirus en un plásmido sintético, mientras el de Mariano Esteban y Juan García Arriaza utiliza un virus inactivado de la familia de la viruela para transportar la proteína S del SARS-CoV-2. Ambos trabajan en alianza con la farmacéutica Biofabri.
Por su parte, el laboratorio Hipra desarrolla una vacuna basada en proteína recombinante, es decir, también toma un camino diferente al de las usadas hasta ahora en España: ARN mensajero (Pfizer y Moderna) o adenovirus (AstraZeneca y Janssen).
¿Cuándo llegará la primera vacuna española?
La más temprana podría ser la vacuna de Hipra, que ya se encuentra reclutando a voluntarios para la fase 3 de sus ensayos clínicos. No será fácil, porque se necesitan en torno a 3.000 personas, para verificar “de forma robusta” la seguridad y eficacia del fármaco. Para ello, se sumarán más de una decena de hospitales españoles y otros europeos.
Puesto que se está probando como dosis de refuerzo para mayores de 18 años, para participar en la tercera fase el ensayo se necesita haber recibido al menos una vacuna de AstraZeneca, Janssen, Pfizer o Moderna, según informa el Hospital Clínic de Barcelona. Así, Hipra asegura que podría comenzar a comercializar el antídoto durante la primera mitad de este año, siempre que supere este último estadio del proceso de desarrollo y consiga la autorización de la Agencia Europea del Medicamento.
Por su parte, las tres vacunas del CSIC continúan en fase preclínica, es decir, se están probando en animales para conocer más sobre su eficacia y seguridad. La más avanzada hasta el momento era la del equipo de Mariano Esteban, aunque su progreso se ha visto detenido, a la espera de la autorización de la Agencia Española del Medicamento para poder iniciar las pruebas en humanos.
Lento, pero seguro continúa la investigación de Enjuanes, que no cree que puedan empezar a probar en humanos su preparado esterilizarte antes del tercer trimestre de este año. “Viendo que la vacuna protegía en el modelo animal experimental, a primeros de año si todo va bien, podríamos considerar seguir con monos macacos. Y, si todo sale bien, en la última parte del año se podría pasar a humanos. Lo mejor es ir etapa por etapa. Según vaya saliendo resultados iremos prometiendo una fecha”, explicó el virólogo a finales de diciembre en una entrevista en el Telediario.
¿Para quién se utilizarán las vacunas españolas?
En todo el mundo, las vacunas contra la COVID-19 se están probando primero para adultos mayores de 18 años, porque la enfermedad les afecta más que a los niños. Por lo tanto, así va a ocurrir igualmente con las vacunas españolas.
No estamos en la misma situación que en 2020; ahora, una parte de la población mundial y la mayoría de los españoles están ya vacunados contra la enfermedad y, por ello, el ensayo clínico de Hipra se está enfocando en conocer la utilidad del suero como dosis de refuerzo.
Mientras en la fase 2 han reclutado a voluntarios con la pauta completa de Pfizer hace seis meses y que no hayan pasado la enfermedad. Ahora, para la fase 3, buscan a vacunados con AstraZeneca, Janssen, Pfizer o Moderna. “Respecto a Pfizer, la vacuna es segura, incluso la clínica que produce es menor”, explicó en RNE sobre los efectos secundarios Eunate Arana, coordinadora científica del Instituto de Investigación Sanitaria Biocruces Bizkaia, que lleva a cabo el ensayo.
Pero el recorrido de las vacunas no tiene que ser únicamente como refuerzos. Más del 40 % de la población mundial no ha recibido ninguna dosis de las vacunas contra la COVID-19, con coberturas que caen por debajo del 20 % en los países con menos recursos, y las vacunas españolas pueden contribuir a cerrar esa brecha.
El producto que desarrolla el equipo de Vicente Larraga, del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB-CSIC), se conserva a temperatura ambiente, lo que facilitaría la logística y distribución hasta por los lugares más remotos. “Es barata, nadie piensa en los precios de las vacunas”, subraya el investigador en RNE sobre su fármaco inyectable que, además, es “sencillo” de producir.
Posición ventajosa frente a las variantes, pese a los obstáculos
Las vacunas contra la COVID-19 que aún están por llegar cuentan con la ventaja de partir del conocimiento del virus acumulado hasta ahora; pueden incluir las nuevas mutaciones y buscar una mayor eficacia frente a las variantes con la capacidad de escapar a la inmunidad, como ómicron. “La vacuna incluye varias proteínas, lo cual amplifica considerablemente el punto de ataque al virus. De esta manera, aunque vaya cambiando, hay muchos sitios donde puede golpear para inactivarlo”, ilustró Enjuanes en ese sentido.
Con todo, los investigadores españoles tienen que vadear la dificultad de trabajar con una financiación menor que los países del entorno europeo, y los ensayos clínicos son caros. “Un laboratorio no puede financiarlos con su proyecto, hace falta una compañía que lo haga. Y ahora no existe la misma urgencia que había hace poco más de un año”, lamenta la investigadora del CSIC Isabel Sola.
A esto se suman los tiempos de los reguladores para analizar los datos y aprobar cada uno de los pasos que tiene que dar una vacuna hasta salir al mercado. Todo sea por garantizar la máxima seguridad.