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Una maniobra arriesgada y un capitán a la fuga: 10 años del naufragio del Costa Concordia

  • El capitán, que huyó de la embarcación sin auxiliar al resto de pasajeros, cumple condena desde 2015
  • Durante el naufragio murieron 32 personas y 64 resultaron heridas

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Se cumplen diez años del accidente mortal del crucero Costa Concordia

La noche del 13 de enero de 2012, la mayoría de pasajeros del Costa Concordia se encontraba cenando cuando el crucero, de 290 metros de eslora, chocó contra una roca en la costa toscana. El impacto se produjo pasadas las nueve y media, fruto de una arriesgada maniobra orquestada por su capitán, Francesco Schettino, que, siguiendo una tradición marinera se acercó a la Isla del Giglio para “saludar” a sus habitantes. La embarcación se ladeó y naufragó esa misma noche. Murieron 32 personas y 64 resultaron heridas.

Tras el choque se aseguró por megafonía de que se trataba de un fallo eléctrico. Se animó mantener la calma a los pasajeros que, más tarde, se vieron obligados a abandonar la embarcación en medio de una enorme confusión. Para entonces, Schettino ya se encontraba a salvo.

La tradición marinera marca que, en caso de hundimiento, las mujeres y los niños tienen prioridad para abandonar la embarcación. Sin embargo, esa noche el capitán fue el primero en hacerlo; saltó a una lancha y se puso a salvo sin esperar a la evacuación del resto de pasajeros, 4.200 personas en total. En 2017 Schettino ingresó en prisión condenado a 16 años de cárcel por naufragio culposo, homicidio culposo, abandono de nave y por no haber informado correctamente a las autoridades portuarias de la colisión que provocó el accidente.

“Fue todo debido al comportamiento infame de una persona”

Durante los cinco años previos a su ingreso en prisión, el excapitán del Costa Concordia permaneció en libertad en su residencia de Meta di Sorrento. Allí escribió el libro La veritá sommerse (Las verdades sumergidas) en el que se exculpa de toda responsabilidad. En pocos meses, se convirtió en un superventas en Italia.

En diciembre de 2014 salía a la luz un vídeo en el que Schettino espera para subirse a una lancha. La filmación demostró que abandonó la embarcación voluntariamente y no al caer en una barca de salvamento, versión que él mismo sostuvo hasta entonces. En su momento, declaró que no dio la voz de alarma para evitar que cundiera el pánico mientras él trataba de encallar el barco al fondo para evitar su hundimiento.

"No fue un accidente de navegación. Fue todo debido al comportamiento infame de una persona", ha afirmado a Efe el capitán de la Marina italiana Gregorio De Falco. Fue él el encargado de las operaciones de rescate de aquella noche.

"Se supo solo después que, desde los primeros minutos tras el impacto, a las 21.50 horas, el comando de a bordo sabía perfectamente que el barco tenía que ser abandonado y uno de los maquinistas había asegurado, como se escucha en una grabación, que se estaban hundiendo. Se tenía que haber dado la alarma general y proceder ordenadamente a salvar a los pasajeros", ha declarado De Falco.

El crucero permaneció dos años varado y fue desguazado en Génova

El Costa Concordia, que era el mayor barco construido en Italia, permaneció dos años encallado en aguas italianas antes de proceder a su desguace. Durante las tareas previas de reflotamiento falleció, en febrero de 2014, un submarinista español.

No fue hasta julio de 2014 cuando, en el que fue su último viaje tras el naufragio, el Costa Concordia abandonó la costa de la Isla del Giglio para ser trasladado, arrastrado por varios remolcadores, al puerto de Génova. Allí, cinco años después de la tragedia, finalizó su desmantelamiento tras 22 meses de trabajo.

Diez años después del naufragio, que se produjo el mismo año del centenario del hundimiento del Titanic, el capitán Schettino continúa cumpliendo condena en la prisión de Ribibia, en Roma. Allí está cursando Derecho y Periodismo a sus 61 años.