¿De quién es el arte? Las claves del expolio cultural
- Los museos europeos poseen piezas de otras culturas, mientras que África presenta escasez de las propias
- El Monasterio de Sacramenia o el ábside de Santa María de Mur, destacan entre las piezas expoliadas españolas
¿Dónde y cómo se deben conservar y exponer los restos de nuestro pasado? Es la eterna pregunta que todavía no ha logrado responder la sociedad. Esta disputa ha vuelto a raíz de la petición de que la Dama de Elche, para celebrar el 125 aniversario de su descubrimiento.
El tema de la apropiación de bienes culturales lleva existiendo desde el principio de los tiempos y es un conflicto sin una clara solución. Ya desde la época romana se apropiaron de toda la cultura griega. "Todos los grandes imperios han intentado de alguna manera enriquecerse de esa cultura que les era ajena pero que admiraban", explica Maria Pilar García Cuetos a RTVE.es, catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo.
La colonización ha sido un fenómeno con el que creció de forma exponencial esta tendencia, por lo que la mayor parte de los museos europeos están llenos de piezas de otras culturas.
La apropiación de bienes culturales se produce en parte porque "consideramos esas culturas el origen de la nuestra. Si tenemos algo de Egipto o de la antigua Mesopotamia es porque nosotros somos herederos de esa cultura y la asimilamos", señala García Cuetos.
Sin olvidar que esta asimilación de otras culturas, debido en parte a la globalización, "tiene que ver sobre todo con esa voluntad de controlar y dominar a otras personas, apropiándose, integrando o manipulando su cultura o diciendo que no son capaces de conservarla". Por lo que sobre todo la colonización ha dejado a África en escasez de bienes culturales. "Hay países africanos que casi no tienen piezas originales que poner en sus museos porque están todas en manos de coleccionistas o de museos del resto del mundo", explica la catedrática.
Bienes españoles en otros países
En España encontramos muchos casos de piezas que fueron expoliadas. El ábside del Monasterio de Santa María de Mur, por ejemplo, ahora está en el Museo de Bellas Artes de Boston.
William Randolph Hearst, el multimillonario estadounidense y magnate de los medios que inspiró la película Ciudadano Kane, fue un comprador compulsivo de arte. En 1925 pagó 40.000 dólares por el claustro medieval del Monasterio de Sacramenia, en Segovia.
El Monasterio se tuvo que desmontar y meterse en 10.000 cajas que fueron enviadas a Nueva York. Durante años, las cajas se quedaron en un almacén hasta que dos empresarios, en los años 50, se hicieron con todo el lote, por 20 millones de dólares. Ahora la mayor parte del monasterio ha acabado en Miami Beach.
Otro de los casos más curiosos es el intercambio internacional del ábside románico de Fuentidueña por las pinturas de la ermita San Baudelio de Berlanga en Soria. En los años 20, Estados Unidos compró la ermita y se llevó esas pinturas, puesto que España se encontraba en una época de miseria y donde se desconocía el valor real de los bienes.
Más tarde, el Museo Metropolitano de Nueva York hizo una oferta a España, en la que cedía indefinidamente las pinturas de San Baudelio de Berlanga si el estado español cedía de forma indefinida el ábside románico. "Es una operación muy peculiar porque en realidad no hay una venta, hay una cesión indefinida", destaca García Cuetos.
El expolio en otras partes del mundo
El Museo Británico de Londres es el ejemplo del gran expolio a diferentes culturas. Obras como los frisos del Partenón junto a las esculturas de la acrópolis de Atenas han sido siempre el gran debate. Estas piezas fueron cogidas por Lord Elgin cuando Grecia estaba bajo control del imperio otomano, a principios del siglo XIX. "Hay que tener en cuenta que si se devolvieran las piezas del Partenón, pues se abre una puerta a que más países reclamen lo suyo", señala la catedrática.
En Alemania han abierto la puerta a la devolución del arte colonial robado. El Museo Etnológico de Berlín va a devolver piezas robadas fruto de un genocidio a principios de siglo XX a Namibia. Lo mismo ocurrirá con Los Broces de Benin, 500 piezas se van a devolver a Nigeria en los próximos meses.
Múnich tiene también un museo con una Gliptoteca creada por Luis de Baviera construido principalmente para exponer las esculturas del templo de Afaia de la isla Egina en Grecia. Sin embargo, unos ingleses arrancaron piezas del templo para venderlas y, ante las protestas de sus habitantes, les pagaron una pequeña cantidad de dinero conscientes de que era menor del valor del patrimonio. "Luis II de Baviera quería tener un gran museo para competir con los otros grandes que se estaban creando en Europa y darse un aura de gran coleccionista", explica García Cuetos.
El Museo del Louvre alberga cientos de obras de varias partes del mundo, como es el caso de La Venús del Milo, que fue reclamada por la ciudad de Melos, pero de la que los Gobiernos de Grecia nunca se han pronunciado. Además, fue adquirida por la legislación de la época.
Actualmente, Francia ha tenido un cambio legislativo en cuanto a la restitución de arte. Solo pueden devolverse las obras expoliadas y si la pide formalmente el Gobierno del país que la reclama. Algo que nunca ha sucedido con las piezas del Louvre.
El debate sobre las localizaciones entre las comunidades españolas
El hallazgo de la Dama de Elche en el siglo XIX y la llegada del Guernica a España desde Nueva York han sido dos momentos fundamentales del patrimonio histórico español que han causado mucha controversia por el lugar donde están ubicadas las obras. Y es que la escultura se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional, situado en Madrid, y el cuadro se exhibe en el Museo Reina Sofía, también en la capital española.
Estas ubicaciones se deben al planteamiento que había anteriormente respecto a las obras de arte. “Las grandes ciudades entendían todo el territorio como un espacio del que se podían llevar piezas para hacer grandes colecciones”, destaca García Cuetos.
Ahora, la concepción de dónde situar el patrimonio cultural ha cambiado. La Ley del patrimonio de 1985 establece que los hallazgos arqueológicos son competencia de la comunidad autónoma donde aparezcan.
El traslado de los bienes patrimoniales de sus lugares de origen tiene que ser siempre justificado, es decir, puede darse cuando en el lugar de origen "no se puede asegurar su adecuada conservación por causas humanas, de seguridad o ambientales fundamentalmente", señala Juan Carlos Lozano López a RTVE.es, profesor titular del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza. No obstante, añade que ese acto ya implica "descontextualización, y por tanto una pérdida de valor patrimonial". Un práctica muy común con las piezas procedentes de excavaciones arqueológicas.