Travis Birds, de que la escuchasen sus amigos al concierto de su vida en el Price
- La cantante madrileña actúa este 16 de enero en el Circo Price y señala estar “preparando el concierto de mi vida”
- Durante el 2021 ha girado en una treintena de salas por España y Portugal
Con 20 años Travis dio un vuelco radical a su vida que marcó “un antes y un después”. Decidió cambiar de nombre por uno que le representase y no le condicionase. Ese “pequeño gesto” le dio “alas a atreverse a cosas distintas”, se liberó mentalmente, cogió por primera vez una guitarra, empezó a componer y cuando llegó la música le pareció que “todo tenía sentido” por fin, cuenta a RTVE.es la madrileña.
Desde entonces no ha parado de hacer música hasta llegar a las puertas del Circo Price, donde actúa este domingo 16 de enero por primera vez, el bolo más grande al que se ha enfrentado hasta la fecha. A ese nombre le añadió poco después un apellido artístico, Birds. Y así nació Travis Birds.
Travis viene del mejor año de su vida profesional, dice. Un 2021 en el que ha afianzado “todo el trabajo” que venía haciendo años atrás y que, quizás, “no había estado tan reconocido” y que ahora desemboca en el Price.
“Tocar en el Price "es un sueño absoluto"“
Para ella tocar en ese escenario, a unos pocos kilómetros de su casa, “es un sueño absoluto” para el que está preparando el concierto de su vida, aunque confiesa que en Madrid hay más sitios a los que tiene “ambición de llegar algún día”, como por ejemplo el WiZink Center.
Por el camino ha encontrado en la música un refugio que en los peores momentos le ha “dado la vida”, y que le ha permitido “cristalizarlo todo y traer cosas muy bonitas” a su vida. Tiene dos álbumes a sus espaldas, Año X en 2016 gracias a un crowfunding y que fue remasterizado en 2018, y La Costa de los Mosquitos en 2021. Este último disco le ha llevado de gira por más de treinta salas en España y Portugal dando voz a su “mundo interior” y que está compuesto en su “habitación”, según cuenta.
El Embarcadero, un punto de inflexión en su carrera
Sin embargo, su llegada al Price no ha sido tan rápida como parece y es que lleva diez años “picando piedra” como ella lo llama cuando solo le “escuchaban amigos o amigos de amigos”.
Pero “entre golpes de suerte, conciertos el día perfecto con la gente perfecta” y haber conseguido la cabecera en el 2019 de la serie El Embarcadero, todo cambió.
Un “hecho clave” que no podría haber sido posible sin su ambición, que le ha permitido acercarse musicalmente más a lo que tiene en mente y a lo que quiere desarrollar, reconoce.
Jorge Drexler, Amy Winehouse o Camarón de la Isla entre sus referentes
Esa ambición imparable le hace aspirar a desarrollar “algo que artísticamente esté al nivel de la gente que yo admiro. Algo potente”, aunque señala que cree que nunca llegará a considerarse “tan buena como la gente a la que realmente admira”, pero por el camino, con esa mezcla de humildad y ambición, le parece una “meta bonita” en la que fijarse y seguir desarrollándose.
Entre esas inspiraciones musicales se encuentran Jorge Drexler, Camarón de la Isla o Amy Winehouse, tres estilos muy diferentes, pero que todos tienen cabida en su música porque ella intenta “lucrarse un poco” de todo lo que le inspira.
Con esa mezcla de corrientes musicales prepara ya un tercer álbum aunque no se atreve a decir fecha de publicación, porque aunque lo tiene como objetivo, prefiere este año ir publicando “sin la presión de un disco” para poder vivir “la inmediatez” y llevarlo directamente al escenario, sin la necesidad de esperar a que se publique el recopilatorio completo.
El problema de la inmediatez
Para componer esas canciones, la artista madrileña entra en un “trance” donde no se plantea “a donde voy, ni por qué, ni de dónde vengo”, sino que busca “el concepto de las canciones después de haberlas compuesto y entenderlas”, un momento que es para ella de lo más “gratificante”, como si de “una droga” se tratase.
Aunque eso no siempre ocurre “caprichosamente” cuando ella quiere y pueden pasar meses sin componer en los que cada vez se bloquea “un poco más”, algo que le genera cierta ansiedad o agobio al no lograr lo que sea. Pero ya va aprendiendo y conociéndose más en ese sentido, reconoce, y no hay que tenerlo todo cuando se desea. Un capricho sin satisfacer a veces que ella achaca a “la sociedad en la que vivimos y en la que necesitas sentirte productivo todo el rato”, y es que la autoexigencia y “nosotros mismos somos nuestros peores enemigos”, advierte.
Coyotes, una terapia que le permitió "librarse de sombras"
Sin embargo, “la mierda hace falta para inspirarte” porque para ella la música es una terapia y le permite “librarse de sombras”. Le pasó con Coyotes, una canción de su segundo álbum que nace de una experiencia “bastante traumática” a la que no conseguía enfrentarse, pero que le ha traído “mucha suerte y cosas buenas”.
“Salí de la canción mojada y llena de barro, pero salí y me sirvió como terapia para superar una situación personal complicada”, relata ahora con la perspectiva que le ha dado el paso del tiempo.
Durante su carrera también ha encontrado momentos complicados encima de los escenarios. Este 2021 se ha introducido en el mundo de los festivales, un registro musical completamente diferente de lo que realizaba hasta ahora y que le supone todo un “reto” porque sale de su “entorno” habitual, y es que a Travis Birds le afectan mucho los entornos, reconoce.
“Muchas veces nos fijamos objetivos como el éxito o el subir mucho de oyentes. No tengo claro que eso me vaya a hacer feliz. “
“Es una cosa muy física y muy anímica, pero me cuesta si el ambiente no me acompaña mucho”, dice abiertamente. Un problema que intenta solucionar “buscando un hueco donde te conectes”.
Pero eso no le impide creer en sí misma y recordarse que lo que le ha llevado al Price este 16 de enero es el haber encontrado en la música y en sí misma “algo enriquecedor” que ama y que le “aporta un desarrollo personal increíble” que le permite creer en lo que hace y por qué lo hace.
Con esa seguridad de creer en lo que hace al 2022 solo le pide “felicidad, inspiración y salud”. Porque es lo que necesita para vivir, reconoce, ya que “todo lo demás irá llegando”. “Muchas veces nos fijamos objetivos como el éxito o el subir mucho de oyentes. No tengo claro que eso me vaya a hacer feliz. Es algo a lo que aspiro porque la ambición que tengo es de llegar al máximo de gente posible, pero en realidad ese concepto puede ser un poco engañoso, así que pido felicidad y salud”, para que Travis Birds siga llenando las salas y haciendo de la música un punto de encuentro con el “mundo interior” de cada uno.