El Juez Bao, un Sherlock Holmes en la China Imperial
- Se publica el cómic Juez Bao & el Fénix de Jade, de Patrick Marty y Chongrui Nie
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Se suele mencionar a Edgar Allan Poe y su cuento Los crímenes de la calle Morgue (1841) como el primer relato de detectives de la historia, un género que Arthur Conan Doyle popularizaría con Sherlock Holmes (1887). Pero varios siglos antes, los chinos ya disfrutaban con las historias Gong An, el género literario de ficción china policíaca más antiguo del que se tenga noticia.
Estas fábulas solían estar protagonizadas por un juez tradicional y se basaban en personajes históricos como el Juez Dee o el Juez Bao. Ahora se publica un cómic con las aventuras de este último, Juez Bao & el Fénix de Jade (Nuevo Nueve, Amok Ediciones), de Patrick Marty y Chongrui Nie, que es una auténtica maravilla y que nos enseña un montón de cosas sobre ese periodo histórico chino que desconocemos por completo.
El cómic está ambientado en la Era Imperial, en la China bajo la dinastía Song del Norte (960 - 1279 d. C.). En ese período el Impero experimentó una gran expansión y un enorme desarrollo económico e intelectual. Y, por supuesto, también creció la corrupción, en un país gigantesco en el que la capital prácticamente desconocía lo que pasaba en las localidades más alejadas y los líderes locales se aprovechaban de sus ciudadanos.
Para intentar evitar esos abusos existía la figura de los jueces, que recorrían esos vastos territorios y contaban con plenos poderes otorgados por el emperador. En este caso hablamos del emperador Ren Zong (1022-1063) y de su más famoso emisario: el Juez real Bao Zheng (999-1062 d.C).
Un juez convertido en símbolo de la justicia
Para comprobar la popularidad de este juez solo tenéis que buscar en IMDB y ver la cantidad de películas y series que se han hecho sobre él. Y es que gracias a la tradición oral (primero) y a las novelas (después), el juez Bao se ha convertido en un símbolo de la justicia para los Chinos.
Un personaje incorruptible y justo que no se detiene ante nada ni ante nadie para buscar la verdad e imponer justicia. Se comenta que desataba su ira contra los que se atrevían a oprimir a los pobres e incluso se cuenta que llegó a juzgar a su propio tío y a algunas de las familias más poderosas de la época, aunque contasen con la protección del emperador.
En este primer tomo, el juez Bao se adentra en un pequeño pueblo donde una madre llora desconsolada por su hijo, atrapado en un complicado triángulo amoroso y acusado de un asesinato que dice no haber cometido. Pero nadie está libre de sospecha en un pueblo donde el abuso y la ambición desmedida de sus dirigentes van a poner a prueba la valentía y las dotes detectivescas del juez Bao y de su equipo.
Y es que, si Sherlock Holmes contaba con la ayuda de Watson y los 'Irregulares de Baker Street', el juez también tiene colaboradores muy especiales: Gongsun Ce, su secretario y médico, que también utiliza primitivos métodos forenses (a lo CSI); Zhan Zhao, su fiel guardaespaldas experto en artes marciales y su paje Bao Xing, un espabilado adolescente que, a cambio de sus servicios para todo, recibe las enseñanzas del juez. Completan el equipo un par de guardaespaldas y una tropa de 20 aguerridos soldados. Y es que, impartir justicia en esa época era bastante peligroso, como comprobaremos en este cómic.
Un gran equipo creativo
Aunque esos tradicionales relatos Gong An, que mencionábamos al principio, comenzaban presentando al criminal y sus fechorías (explicando sus crímenes y motivos con todo lujo de detalles), este cómic sigue más esa tradición detectivesca occidental, presentándonos un crimen y a varios sospechosos, para mantener la intriga hasta el final de la historia. Eso se lo debemos al guionista y escritor francés Patrick Marty, que ha logrado adaptar esas historias chinas a los gustos occidentales. Por eso este cómic está lleno de suspense que se va cociendo a fuego lento hasta la resolución final del caso.
Aunque Marty también usa otro recurso narrativo de la novela popular. Y es que resuelve parte del caso, pero nos deja otro misterio para el próximo tomo. Hasta ahora se han publicado seis que esperamos poder ver traducidos al español.
Pero sin duda lo más destacable de este cómic es el arte de Chongrui Nie (La bella del templo encantado), un veterano artista chino (nacido en la India) que, ¡a sus 78 años!, nos deja boquiabiertos con cada una de sus bellísimas páginas. Solo tenéis que ver los ejemplos que incluimos en este artículo para daros cuenta de su detallismo (casi enfermizo). Pero esa belleza nunca lastra la narración, que fluye de una forma muy natural.
Destacar la maestría de ambos autores en la reconstrucción de la época y en los usos y costumbres de los chinos de entonces. Una ambientación fundamental para una historia como esta.
Un cómic apasionante, pero que, a la vez, también es una obra de arte. No dudéis en viajar hasta la China Imperial para disfrutar de las fantásticas aventuras del Juez Bao.