"Vendida" a un traficante por "una bolsa de cocaína": así operaba la red criminal que prostituía a menores en Madrid
- Algunas niñas tenían menos de 16 años y al menos tres estaban tuteladas por la Comunidad de Madrid
- El atestado policial recoge testimonios de algunas víctimas y otros testigos, así como conversaciones entre víctimas y agresores
Diez menores. Cada una con unas circunstancias vitales concretas, pero todas atrapadas por una red criminal que las engañaba, las drogaba y las prostituía para sacar beneficio económico; una de ellas fue "vendida" a un traficante por "una bolsa de cocaína" y otra fue retenida y violada en un local durante tres días. Ambas estaban tuteladas por la Comunidad de Madrid y sus declaraciones, junto con las de otros testigos protegios, ayudaron a la Policía a destapar ese entramado delictivo que operaba en zonas marginales de la capital.
El atestado policial, al que ha accedido RTVE, revela numerosos detalles sobre la llamada 'Operación Sana', que fue desmantelada a finales de noviembre de 2021 y que se saldó con la detención de 37 personas. En sus centenares de páginas aparece descrito el 'modus operandi' de la red y queda recogido también, a través de testimonios, el sufrimiento que padecieron durante meses algunas de esas menores.
De la venta de drogas a la prostitución
La red tenía un "cabecilla" y bajo sus reglas trabajaban varios hombres que captaban a las jóvenes, las introducían en el mundo de las drogas y les generaban una adicción, una gran "necesidad de consumo". Después, comenzaban a utilizar a las menores (todas chicas) "tanto para la venta de drogas como para la obtención de droga o dinero por medio del ejercicio de la prostitución”.
Muchas de ellas son menores de 16 años y "varias" residían en centros de menores de la Comunidad de Madrid, según consta en los documentos policiales, que también señalan que se trataba de una actividad criminal continuada en el tiempo y "perpetrada especialmente por ciudadanos de origen dominicano principalmente del entorno de bandas latinas de los barrios de Vallecas, Usera y San Cristóbal (Villaverde)". La captación, continúa, estaba dirigida, de manera indiscriminada, hacia un determinado sector de niñas menores de edad "con una marcada vulnerabilidad debido a su situación de precariedad social, familiar, económica y afectiva".
Esas circunstancias facilitaban que las menores entraran con cierta facilidad en la organización. Los traficantes les creaban unos "falsos lazos afectivos" y conseguían que se "engancharan" a las drogas (especialmente a la cocanína "base") para después ofrecer servicios sexuales a clientes o mover droga entre poblados de toxicómanos y narcopisos. Estos últimos estaban regentados, generalmente, por una mujer.
En lo relacionado con el tráfico de estupefacientes, utilizaban a las chicas para el traslado de las sustancias desde el punto de “almacenaje” hasta el de venta directa al consumidor porque este es el momento en el que más expuesta queda la persona que realiza ese trámite. Evitan así que, si hay acción policial, les pillaran.
Cuando son muy adictas “y no les sirven para la venta y transporte (al consumir las sustancias sin ser capaces de venderlas), les mandaban a ejercer la prostitución a cambio de dinero", señala el atestado.
Así las captaban: las redes sociales, el 'lover boy' y los reclamos
Para la introducción de menores en el entorno, según los testimonios y averiguaciones, la organización tenía varios métodos. Uno de ellos eran las redes sociales YouTube, Facebook e Instagram. De hecho, en los documentos aparecen diferentes conversaciones mantenidas entre las víctimas y miembros de la organización, e incluso se identificó en Youtube a un cantante "de reconocido prestigio": Saymol Fyly.
Otro método empleado por la red era el llamado 'lover boy', especialmente útil para los delincuentes en el caso de menores con una marcada "ausencia de cariño y especial inmadurez". En este caso, utilizaban a miembros varones mayores de edad pertenecientes a los peldaños inferiores de la organización y, "aprovechando sus encantos" trataban de enamorar a las menores para generarles un apego, una falsa situación de cariño y abundancia económica que se unía a la promesa de llevarlas a una situación mejor.
Así las atraían, entre otros, los llamados 'Kalifa' y 'Chuky', quienes generaban lo que se conoce en el argot como "cadenas invisibles". Las menores creían tener una relación sentimental con esas personas y esto las ubicaba en una posición de supuesta superioridad con respecto a las personas toxicómanas.
Un tercer modo de captación era a través de mujeres mayores de edad e integrantes de la organización, quienes iban a entornos frecuentados por menores de edad y las convencían para que las acompañaran. Es el caso de una mujer conocida como "La rubia", a la que dos menores definen así en su relato: “Es la que atrae a niñas al poblado para engancharles a la droga. Hace que se acuesten con otros varones para dar dinero a la organización y las utiliza para transportar y vender la droga”.
Por último, también había menores que llegaban a la red a través de amigas que las invitaban "al poblado", a "fumaderos", fiestas u otros lugares frecuentados por miembros de esta banda.
Una menor fue "vendida" por su padre a un traficante
La investigación del Grupo XXII de la Jefatura Superior de Policía de Madrid se abrió el 15 de abril de 2021, cuando los agentes tuvieron noticias de que una menor ejercía la prostitución con el conocimiento de su padre, que se lucraba de ello. Esta chica estaba tutelada por la Comunidad de Madrid y el centro había denunciado su desaparición.
Los educadores explicaron que era habitual que la menor se fugara y ya habían presentado otras denuncias. Cuando lo hacía, solía irse con su padre, un toxicómano habitual de la zona de Puente de Vallecas que vivía en una casa 'okupa' junto con otros drogodependientes.
Agentes tutores de la Policía Municipal de Madrid ya la habían llevado de vuelta al centro en dos ocasiones anteriores y una vez, según se recoge en el atestado, con un "alto estado de somnolencia, incoherencia y portando una mochila con numerosos preservativos, gel íntimo o lubricantes". En las analíticas que se le hicieron tras ser encontrada en abril dio positivo en cocaína y cannabis y tenía también una enfermedad de trasmisión sexual.
Después de este episodio, la Policía localizó a la joven en una chabola del barrio de San Cristóbal de Villaverde en la que, dijo, esperaba a su amigo 'Kalifa', un dominicano de 22 años que por primera vez aparecía en las investigaciones de los agentes.
Un testigo señaló que la chica “se encontraba enfadada con su padre, ya que este le había ofrecido a ella misma a un amigo de él a cambio de una bolsa de cocaína”, algo que el propio 'Kalifa' confesó a la policía que era verdad. Fuera del centro, la menor mantenía relaciones sexuales con varones, todos ellos mayores de edad, a cambio de dinero y droga.
Los mensajes en redes sociales muestran la vulnerabilidad de las niñas
Durante la investigación, se analizó el contenido de los mensajes enviados por esa misma joven en redes sociales y en una conversación le contaba a alguien (al parecer, un amigo) la situación que estaba viviendo.
"Me enamoré de un chaval ('Kalifa') al que mi padre me vendió por una bolsita de base y caballo. Seguí con él, necesitaba dinero, salía a la calle a buscarme la vida para que ese chaval estuviera bien conmigo. ¿Qué pasa? Que he acabado muy mal. Me iban a trasladar a un centro cerrado por lo que hacía y me llevaron al hospital. He perdido seis kilos y estoy en rehabilitación (...) Es un amigo de mi padre. Yo no sé, no elijo de quién enamorarme", escribió la chica.
Su "comprador", el Kalifa, se aprovechaba del enamoramiento de la joven cuando ella no quería acostarse con quien él ordenaba: "Me decía que si no lo hacía él se iba a ir y yo no le iba a volver a ver".
Pero este no era el único hombre que la explotó sexualmente. Un detenido conocido como "'Metralla' la obligó a prostituirse con tres amigos suyos: "Me traía a gente desconocida para que me acostara con ellos a cambio de dinero y él me daba la mitad. Me encerraban, no me dejaban salir". Tras esto, asegura: “Yo no era así, todo es cuando conocí a 'Kalifa' me cambió mi vida, él me enganchó en la droga y ahí ha empezado todo esto, yo no quería".
Ambos le enviaban a la menor numerosos mensajes por redes sociales, como también le ocurría al resto de chicas. Ellas estaban a sus órdenes las 24 horas; eran esclavas de diferentes hombres que podían escribirles en cualquier momento para ver dónde estaban y que, si hacía falta, les mandaban un taxi o un Uber para que las recogiera y pudieran cumplir con los encargos.
En otras ocasiones les reclamaban fotos, hablaban de traspasos de dinero o les enviaban mensajes de tipo sexual.
Todas esas conversaciones, que muestran la extrema vulnerabilidad de las niñas, también sirvieron a los agentes para identificar a los agresores y avanzar con el caso.
Otra chica, violada en un local durante tres días
La investigación policial llegó a un punto crucial cuando una menor de 14 años pidio ayuda en un estanco el 31 de agosto y dijo que había sido retenida y violada en un local durante tres días. También estaba tutelada por la Comunidad de Madrid, y se había fugado después de pasar las vacaciones con su familia.
La chica dijo que era novia del 'Kalifa' y los agentes entonces comenzaron a atar cabos. Durante la exploración, relató su encierro e incluso hizo un plano del local donde había estado retenida.
También en esa red cayó otra joven que empezó a ir a la "vecindad" (unos pisos ocupados del barrio de Villaverde) con sus amigas y que acabó engatusada por un varón conocido como Ñoco: "Me dio un dinero y droga para que se la guardara. Vi a la policía, me asusté y lo tiré. Los yonkis lo vieron y se lo fumaron. Cuando volví desapareció y ya está, entonces para no llegar a problemas me dijo que tenía que trabajar para él y devolverle todo", relata la menor.
Todos los hechos que se detallan son, según la Policía, "difícilmente detectables" en un primer momento por la falta de denuncia. El miedo que llegan a sentir las menores por la peligrosidad de estos entornos junto con la adicción y los falsos vínculos afectivos que se crean hacen que no sean capaces de denunciar lo que sufren.
Entre los testigos protegidos también se encuentra una madre que revela cómo su hija acabó siendo presa de esta organización. Según explica, era "una niña normal" hasta que empezó a relacionarse con nuevas personas que la condujeron a la venta de drogas: "Una vez me dijo que necesitaba 580 euros para devolver, que le habían robado la droga y la tenían amenazada", relató la mujer.
Gracias a esos y otros muchos testimonios, y al intenso trabajo policial, la organización que destrozó la vida de diez menores fue finalmente desarticulada a finales del pasado 2021. En el operativo de detención participaron unos 150 agentes de Policía Nacional y a los arrestados se les acusa de los delitos de agresión sexual, prostitución de menores, tenencia de pornografía infantil, detención ilegal y delito contra salud pública.