De pandemia a endemia: qué las diferencia y qué falta para pasar de una a otra
- Considerar endemia la COVID-19 significa asumir que se tratará como enfermedad recurrente y todavía no hay consenso
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El hecho de que la variante ómicron de la COVID-19 no genere tantos casos graves o mortales como las anteriores o que la vacuna se haya generalizado en España ha llevado a dirigentes políticos a proponer un próximo cambio de escenario que deje atrás el nombre de pandemia y lo sustituya por el de endemia. Consultamos con expertos si ha llegado o no el momento de aplicarlo y buscamos en las declaraciones de los políticos y o en las leyes especiales si existe algún cambio que podamos esperar en breve si el concepto de endemia se abre paso.
Desde hace varias semanas escuchamos a responsables políticos anunciar la transformación de la pandemia de COVID-19 en una “endemia”. Así lo dijo el presidente del Gobierno, Pedro Sanchez, el 13 de enero: "Debemos comenzar a diseñar ese puente que nos permita transitar en la gestión de la pandemia hacia una enfermedad endémica" y también la ministra de Sanidad, Carolina Darias, un día antes cuando afirmó que se debían valorar “las mejores opciones para enfrentarnos a una enfermedad pandémica que, poco a poco (...), va adquiriendo características de endemia” (video minuto 1:20).
En términos similares se han expresado el ministro de Educación de Reino Unido (video minuto 0:27). En EE.UU., cuando se le preguntó por el tema al asesor médico de la presidencia, Anthony Fauci, dijo que “tiene esperanza” de que vayamos por este camino si bien, afirmó, es demasiado pronto para pronunciarse (video minuto 2:00).
¿Qué diferencia hay entre una epidemia, una pandemia y una endemia?
Una epidemia es, según el glosario de la OMS (pág. 9) el “aumento inusual del número de casos de una enfermedad determinada en una población específica, en un período determinado”. Un ejemplo es el brote del ébola en varios países de África en 2014.
Para definir a una pandemia, el boletín informativo de la OMS cita como referencia un diccionario de epidemiología de 2001 publicado por la Asociación Epidemiológica Internacional que dice que es “una epidemia que se extiende por todo el mundo o una área amplia, cruzando fronteras y afectando a muchas personas”. Sin embargo, la revista “Journal of Infectious Diseases” da cuenta de cómo el mundo científico discrepa sobre este asunto porque tal definición no tiene en cuenta aspectos como la gravedad de la infección.
Tampoco encontramos una definición única de endemia. El propio Anthony Fauci, en el vídeo citado anteriormente, explica que él opta por la siguiente: “La integración [de una enfermedad] dentro del amplio rango de enfermedades infecciosas que experimentamos” como el resfriado común o las gripes, que “no crean disrupción en la sociedad” (video minuto 1:09).
¿Quién debe decidir el fin de una pandemia?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) es la que se encarga de establecer las distintas fases de una infección vírica. En sus documentos sobre la gripe, dice que la Fase 6, es la de mayor gravedad y se corresponde con una pandemia. En el caso de la COVID-19, su declaración como pandemia se produjo el 11 de marzo de 2020. También será la OMS la que declare que la pandemia ha terminado.
No existe propiamente un paquete de medidas que acompañe a una definición u otra. Sin embargo, sí disponemos de algunas pistas basadas en las declaraciones de nuestras autoridades sanitarias o los documentos oficiales que nos pueden servir de referencia sobre qué cosas pueden cambiar en los próximos meses si, desde el punto de vista de la gestión política de la crisis, se considera que la emergencia sanitaria ha terminado.
¿Dejaremos de contar los enfermos de COVID-19 caso a caso?
La ministra Darias lleva varias semanas promoviendo la implantación de “sistema centinela” para el seguimiento de la COVID-19. Lo volvió a subrayar en su intervención ante la Conferencia de Alto Nivel de ministros de Sanidad de la UE del 18 de enero donde habló de “la necesidad de abrir un debate sobre el paradigma de la vigilancia de la COVID-19, con el objetivo de transitar hacia un sistema centinela reforzado”.
La vigilancia centinela consiste, según el Diccionario de Epidemiología editado por la Asociación Epidemiológica Internacional, en “vigilar a una muestra de población seleccionada para representar una experiencia relevante en ciertos grupos”. Con ese fin se nomina a un conjunto de personas presentes en algunos centros de salud o en hospitales para que realicen informes semanales de la incidencia de ciertas enfermedades en su entorno concreto. Según los casos, se toman muestras a toda la población con ciertos síntomas o a una “muestra sistemática”. El protocolo de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica dice: “Si el muestreo es sistemático se tomará muestra a los primeros dos/cinco pacientes de la semana que acuden a la consulta centinela”.
En consecuencia, los enfermos de COVID-19 ya no se contabilizarán caso por caso sino que los datos de la muestra obtenidos se proyectan de manera estadística para inferir la tendencia a nivel general. La vigilancia centinela es un sistema estandarizado presente en muchos países del mundo. Por ejemplo, el Instituto de Salud Carlos III realiza un informe sobre las enfermedades respiratorias agudas que se puede consultar cada semana. En el informe del día 20 de enero ya se puede ver la presencia de la COVID-19 en comparación con la gripe de esta temporada según el sistema centinela de las distintas comunidades autónomas.
¿Cambiarán las leyes extraordinarias si pasamos de “pandemia” a “endemia”?
No hemos encontrado ninguna vinculación directa. Las administraciones públicas han promulgado centenares de disposiciones especiales durante la crisis de la COVID-19. En la página web del BOE se han agrupado las que afectan a la administración del Estado, las normativas europeas y a las comunidades autónomas. El paquete legislativo de esta recopilación suma más de 4.500 páginas y en la lista encontramos materias que afectan a la sanidad, a los impuestos, al mundo laboral, a los alquileres o las ayudas a colectivos vulnerables.
Hemos hecho una búsqueda textual por todo este compendio y no hemos encontrado ninguna referencia que establezca que una ley o norma estará vigente “mientras dure la pandemia” o “hasta el final de la pandemia”. En cambio sí hay numerosas citas que dicen que las medidas especiales estarán en vigor “mientras se mantenga la situación extraordinaria”, “mientras dure la emergencia” o “mientras dure esta situación”. En algunas se hace mención expresa a una declaración explícita del gobierno cuando se dice, por ejemplo, “hasta que sea decretada por el Gobierno de España la finalización de la situación de crisis” o “mientras no sea declarada oficialmente la finalización de la situación de crisis sanitaria”.
De la redacción de estos textos legales se extrae la conclusión de que ninguna norma excepcional vigente (ERTE, teletrabajo, medidas sanitarias, prohibición de alzamientos a familias vulnerables, etc.) está vinculada a la declaración de “pandemia” o “endemia” por parte de la OMS y que los ejecutivos del Estado y de las autonomías pueden desactivarlas cuando lo consideren adecuado.
¿Es el momento de declarar que la COVID-19 es una endemia?
Ningún miembro del Gobierno ha planteado pasar a un nuevo marco de endemia de manera inminente. En las declaraciones tanto del presidente Sánchez como de la ministra Darias se utilizan expresiones como “abrir el debate”, “cautela” o “progresivamente”.
En nombre de la OMS ha hablado la directora técnica del área de COVID-19, Maria Van Kerkhove, quien el día 12 de enero dijo: “Este virus está en camino de convertirse en endémico. Esto está fuera de duda, pero ahora mismo estamos en mitad de una pandemia”. Algo parecido ha dicho el director de la OMS para Europa, Hans Kluge, quien ha afirmado que no estamos en “una era endémica". Uno de los argumentos que los científicos emplean para argumentar que todavía es demasiado pronto para que la OMS diga que la pandemia ha terminado es que se desconoce cómo evolucionará la COVID. En palabras de Van Kerkhove: “No sabemos cómo será la próxima variante (...) no tenemos la misma predictibilidad que tenemos con la gripe”. Sobre considerar a la COVID una pandemia en unos países y una endemia en otros, la OMS también está en contra: “No funcionará” ha dicho Van Kerhove.
En términos parecidos se ha expresado el presidente de la Sociedad Española de Inmunología, Marcos López de Hoyos, quien considera que “aún hay que esperar un poco más (...). No tengo claro que podamos ya decir que esto va a ser un catarro y libre albedrío, porque creo que todavía es demasiado pronto". La inmunóloga del CSIC Matilde Cañelles resume el estado de alerta en que viven los que están en primera línea. Según ha explicado a Rtve.es: “Dentro de cuatro o cinco meses aparecerá otra variante, y no creo que nos pille tan bien vacunados ni tan bien preparados como lo ha hecho esta. Dependerá de hasta qué punto nos hayamos relajado, sigamos poniendo dosis de refuerzo, y cuánto consiga evadir la respuesta inmunológica".
¿Será la COVID-19 tratada de una manera similar a como tratamos la gripe?
Para los expertos, la imposibilidad de prever cómo serán las nuevas variantes de la COVID es el principal argumento que impide, a día de hoy, que podamos tratar el coronavirus de manera similar a cómo abordamos hoy una gripe común. Más allá de las comparaciones con otras enfermedades, para normalizar completamente la situación vinculada a la COVID-19 también harán falta también otros avances:
Una vacuna esterilizante: Las vacunas actuales consiguen despertar a nuestro sistema inmunológico para estar prevenidos y defendernos mejor. Una vacuna esterilizante es la que impide la infección misma y no solo la enfermedad grave. Un equipo del CSIC liderado por el Dr. Luis Enjuanes espera para finales de 2022 distribuir una nueva vacuna esterilizante que “incluye varias proteínas, lo que amplifica el punto de ataque al virus de manera que, aunque este vaya cambiando, hay muchos sitios en los que se le puede golpear para inactivarlo” (video minuto 0:50).
La universalización de la vacuna: Para la OMS el hecho de que las vacunas no estén llegando a las poblaciones de los países más pobres incrementa el riesgo de que surjan nuevas mutaciones. El 29 de diciembre, su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo: “El populismo, el nacionalismo estrecho y el acaparamiento de las herramientas para la salud como mascarillas, medicinas, pruebas diagnósticas o vacunas por un pequeño número de países, mina la equidad y crea las condiciones ideales para la aparición de nuevas variantes”
- Tratamiento virológico: El Remdesivir fue el primer medicamento contra la COVID-19 (no una vacuna) aprobado por las autoridades europeas, pero hay muchos más en estudio. El Ministerio de Sanidad de los EE.UU. registra en su portal 4.867 experimentos en marcha relativos al coronavirus. Entre ellos se pueden encontrar muchas nuevas medicinas en fase de pruebas con nombres como “AZD7442” o “MP1032”, así como el “GIGA-2050” que han desarrollado los laboratorios Grifols con sede en Barcelona. También se busca entre los medicamentos ya comercializados aquellos con más capacidad para hacer frente a la COVID-19 aunque no fueran diseñados específicamente para la pandemia. Uno de estos experimentos con medicinas existentes es el estudio “Anticov” financiado por el instituto ISGlobal que se está llevando a cabo en 13 países africanos.
El tratamiento de la COVID-19 de manera similar a una gripe será, en cualquier caso, una consecuencia de la extensión de la vacunación, los avances científicos en el tratamiento y de la menor virulencia de las variantes debido al paso del tiempo. La COVID-19 no es a día de hoy y no ha sido en los dos últimos años “una gripe más” como han intentado catalogarla los colectivos negacionistas en numerosos bulos que hemos desmentido en RTVE.es.