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COVID persistente y mujer: el castigo silencioso de las secuelas del COVID

La incidencia es mayor entre las mujeres de entre 35 y 50 años

Tos, pérdida de masa muscular, síncopes, erupciones cutáneas o problemas cardiacos son algunas de las secuelas

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Las mañanas de RNE - Una de cada diez personas presenta Covid persistente tras haber superado el virus

Ola a ola, desde la primera fase del coronavirus, el número de contagios no ha dejado de crecer. Y aunque los efectos son cada vez más leves y los casos graves los que menos, existe una realidad oculta detrás de muchas personas que logran superar la enfermedad. Una de cada diez, tal y como indican los últimos estudios realizados, tras presentar una PCR negativa han seguido manteniendo síntomas del COVID-19. Unas secuelas que pueden aparecer tanto en el sistema pulmonar, como en la piel o incluso afectar a la masa muscular de quienes las sufren.

Afectadas por Covid persistente

La población más afectada, a pesar de que aparentemente no existen condicionantes de edad o género, son las mujeres. Y, de ellas, más de la mitad se encuentran en la franja de entre los 35 y 50 años.

Delphine Crespo, trabaja en el ámbito de la salud y tiene 48 años. Se infectó durante la primera ola del coronavirus, en marzo de 2020, y desde entonces no ha logrado superar las secuelas de la enfermedad. En su caso, la tos, la fiebre y el dolor pulmonar la llevaron, en un principio, a pasar tres días ingresada en el hospital. Sin embargo, tras volver a su casa comenzó a sufrir erupciones cutáneas, pérdidas de pelo y de masa muscular que terminaron desembocando en un sinfín de dolencias que persisten a día de hoy.

Delphine se considera “una de las afortunadas que tuvo una PCR positiva en la primera ola”, puesto que esto le ha permitido, tiempo después, poder ser considerada una afectada por el Covid persistente. Así, tras meses vagando entre especialistas, dio con la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia y pudo empezar a trabajar de manera conjunta con otros pacientes afectados por el mismo problema.

Cristina, 28 años: “Me he convertido en una persona completamente dependiente”

Cristina Carrasquilla tiene 28 años y se contagió en agosto de 2020. Tras realizarse un test serológico y, aparentemente, haber superado la enfermedad, empezó a sufrir síntomas cada vez más fuertes e incapacitantes. A día de hoy, padece graves problemas de saturación que terminan por provocarle síncopes, que le impiden desarrollar su vida con normalidad. “Me he convertido en una persona completamente dependiente”, cuenta Carrasquilla, quien ahora debe vivir acompañada de una máquina de oxígeno, un nebulizador y un dispositivo implantado que mide la actividad eléctrica de su corazón.

Ella también agradece contar con la prueba serológica que le permite ser considerada oficialmente una paciente de Covid persistente. Sin embargo, el tratamiento al que se somete sigue sin ser suficiente para solventar el problema de los síncopes, que es lo que le impide ser autónoma.

Apoyo profesional y específico

Lorenzo Armenteros es portavoz de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, a la que recurren los pacientes de Covid persistente para recibir ayuda especializada. A su parecer “no se ha dimensionado la importancia que tiene” esta secuela, que considera un problema no solo para quienes la sufren, sino para el sistema sanitario “que necesita de más profesionales para que puedan tratar a un mismo paciente”.

Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia: “No se ha dimensionado la importancia que tiene”

Según las palabras de Armenteros, el trabajo de la asociación se lleva a cabo con un objetivo claro: adecuar la vida de los afectados para que puedan recuperar parte de lo que han perdido. Piden que exista una normativa específica para asistir a los pacientes, con el fin de poder proporcionales una atención integral y multiprofesional.

Casos entre menores de edad

Considera también que el avance de ómicron y el rápido incremento de los contagios puede llegar a suponer un crecimiento de los casos de Covid persistente, ya que a pesar de lo que se puede creer, existe gran número de asintomáticos que ahora presentan afecciones de algún tipo. Le preocupa especialmente el aumento de casos en los menores de edad que sufren como secuela trastornos neurocognitivos que, más adelante, pueden producir problemas de ansiedad o depresión por no verse capaces de alcanzar los niveles que tenían antes de padecer la enfermedad.