Margot Friedländer y Ana Frank, memoria del Holocausto
- Una superviviente centenaria emociona la Eurocámara narrando su Holocausto
- Fiedländer: "La memoria es crucial para nuestro presente"
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Pocas veces habla una guitarra en el Parlamento Europeo como lo ha hecho en el pleno especial para rendir homenaje a las víctimas del Holocausto, un día que se conmemora cada 27 de enero. Las cuerdas vibraron entre los dedos del músico húngaro Ferenc Snétberger. Y lo hicieron con una melodía que suena a luto pero también a resistencia y liberación porque la compuso para recordar a sus antepasados gitanos, perseguidos y asesinados, por serlo.
"Hallgató", el movimiento introductorio de "In Memory of my People" traslada la memoria al 27 de enero de 1945, cuando el Tercer Reich se desmorona ante el avance de las fuerzas aliadas y en el territorio ocupado de Polonia soldados del ejército soviético liberan el campo de exterminio Auschwitz-Birkenau, el más letal de la Alemania nazi. En cuatro años, allí murieron más de 1.100.000 personas, entre ellas la madre y el hermano de Margot Friedländer, superviviente centenaria que conmovió a la Eurocámara con el relato de su Holocausto.
"Margot, intenta hacer tu vida"
Margot Friedländer nació en el Berlín de 1921. Toda su familia fue asesinada durante el Holocausto. "Soy la única entre los míos que sobrevivió" recordó en la Eurocámara y de su madre solo conserva el collar de ámbar que llevaba puesto en el Parlamento Europeo. Ella acaba de cumplir 100 años el pasado noviembre, un siglo de vida marcada por el terror de la Historia que cuenta incansable para que no se repita.
"La memoria y el recuerdo son hoy fundamentales porque en muchos países la gente no hizo nada para proteger a sus vecinos judíos de la deportación", explicó a los eurodiputados. A su hermano Ralf le detuvieron en 1943 cuando aún era menor de edad y su madre se entregó a la Gestapo para "acompañarle allá a donde le llevaran". Cuando Margot llegó a su casa la encontró vacía. "Mi madre no me esperó", narró Friedländer. "A los vecinos ella les dejó un recado para mí: Margot, intenta hacer tu vida", una frase que años después daría título a su biografía.
Con 21 años, se quedó sola en Berlín y pasó quince meses escondida en diferentes casas de amigos antes de ser detenida y deportada a Theresienstadt, en territorio de la hoy República Checa. "Allí llevaban a muchas personas mayores, separaban a los matrimonios, los hacían malvivir en minúsculas habitaciones y dormir en unos jergones de paja de unas literas de madera. Para colgar la ropa había unas puntas clavadas en la pared, era todo lo que había".
"Personas que ni lo parecían"
En este campo de concentración nazi, Margot vio morir a muchos de sus compañeros de hambre o enfermedades. Ella tuvo que ayudar a recibir a nuevos detenidos que llegaban en tren. "Cuando se abrieron las puertas", contó en la Eurocámara, "vi algo que nunca olvidaré: personas que ya ni lo parecían cayeron o fueron tiradas desde los vagones donde venían amontonados. No se sabía si estaban vivas o muertas. Casi todos iban vestidos con una especie de pijama a rayas, el uniforme de los prisioneros".
En Theresienstadt, se reencontró con Adolf, un joven berlinés a quien conocía de su vida antes del Holocausto. "Nos alegramos tanto de ver una cara conocida que empezamos a quedar a escondidas cuando podíamos". Con él se casó apenas unas semanas después de la liberación del campo en mayo de 1945. Al principio, desveló, "no estaba enamorada de Adolf, simplemente necesitaba tiempo para volver a ser una persona con sentimientos, porque los únicos que conocía eran el dolor y la nostalgia". Y a Adolf, dijo, "le pasaba lo mismo, quizá lo que nos unió fueron esos sentimientos más que el enamoramiento"
"Añorábamos una vida normal"
"Añorábamos una vida normal y corriente", narró Margot a unos eurodiputados conmovidos por su relato. Él le dio el anillo de boda de su padre, uno de los pocos objetos que no les quitaron en el campo. Un rabino les casó en junio de 1945, casi dos meses después del momento "irreal", así lo describió ella, de abandonar libres Theresienstadt. "No sé bien cómo sobreviví. Claro que Dios existe".
La pareja se fue a vivir un año después a Nueva York, donde estaba la hermana de Adolf. Hasta la muerte de Adolf en 1997, viajaron mucho a Europa, pero nunca a Berlín, porque él se negaba a volver. Ya sin su marido, casi 60 años después de ser deportada, Margot Friedländer regresó a Berlín. Fue un primer reencuentro con la ciudad donde nació y donde vió por última vez a su familia. Y en 2010, con 88 años, hizo la mudanza definitiva para establecerse de nuevo en Alemania.
Entregar el testigo
"Volví con un mensaje que no me canso de repetir a los estudiantes: retomad el testigo que pronto nosotros dejaremos de ser", explicó ante el pleno de la Eurocámara. "Sed personas, los hombres que hicieron esto a otros hombres no les veían como tales. No podemos querer a todos los seres humanos, pero todos merecen respeto, porque somos iguales. Lo que pasó no puede volver a pasar".
Ahora a Margot le preocupa que el Holocausto y el exterminio "vayan quedando cada vez más olvidados". "Con mis 100 años", dijo, "veo incrédula cómo los nuevos enemigos de la democracia usan los símbolos de nuestra exclusión, por ejemplo la llamada estrella de los judíos, para hacerse pasar por víctimas. Tenemos que permanecer unidos para mantener viva la memoria del Holocausto, pidió a una Eurocámara, que le dedicó el largo aplauso de muchos diputados emocionados.
Ana Frank, el diario de la memoria
Memoria del horror nazi es también la vida de Ana Frank a través de su diario. Como Margot Friedländer, la niña alemana, tuvo que esconderse de la persecución del Tercer Reich. Dos años permaneció oculta en una anexo secreto de un edificio junto a los canales de Ámsterdam con sus padres, su hermana y cuatro personas más hasta que fue detenida por la Gestapo el 4 de agosto de 1944. Pero ¿quién reveló su refugio? La última investigación apunta a un notario llamado Arnold Van Der Bergh, miembro del Consejo judío, que habría informado a los nazis para proteger a su propia familia.
El nombre de Van Der Bergh aparece en una nota anónima que en 1946, recibió el padre Ana. Otto Frank, que sobrevivió a la guerra, no quiso hacerlo público por temor al antisemitismo de la posguerra, aunque años después, él mismo la habría copiado a máquina. "Hemos podido determinar que esta carta fue escrita con la máquina de Otto Frank, probablemente en 1957. Lo hemos comprobado comparándola con otras cartas que envió en esa época", explica el investigador Pieter van Twisk.
Como una investigación policial
Historiadores, criminólogos, hasta un agente del FBI han participado en un trabajo que ha durado más de seis años. Ha sido la primera vez que este caso se ha analizado siguiendo protocolos policiales con inteligencia artificial y big data para buscar todo tipo de referencias cruzadas. "Esta nueva teoría supone que hubo una traición", explica Ronald Leopold, director de la Fundación Ana Frank. "Se sabía de una carta que recibió el padre de Ana, pero no se siguió la pista. Este equipo sí lo ha hecho, y se abren teorías que tendrán que seguir investigandose".
En esa línea, hay historiadores holandeses como el director del Barrio Cultural Judío de Ámsterdam que prefieren no dar por cerrado el caso. "No dudo de que este hombre pueda ser el responsable de la delación, si hay pruebas en esa dirección", apunta Emile Schrijver, pero por ahora no estoy convencido de que la conclusión de esta investigación sea la definitiva"
Ana Frank murió de tifus en el campo de concentración de Bergen-Belsen. Tenía 15 años. Su diario, después publicado por su padre, se ha convertido en una obra de referencia sobre el Holocausto.
Von der Leyen: "Nunca más"
A todos los que como Ana Frank y Margot Friedländer vieron marcadas sus vidas por la barbarie nazi, la Eurocámata ha querido rendirles tributo el 27 de enero, Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto. "Los horrores de Auschwitz son inenarrables, pero debemos contarlos", resumió la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, que hizo un llamamiento para "no permitir la impunidad a delitos de odio que siguen provocando el miedo".
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, pidió a los europeos ser "custodios de este recuerdo" y asumir la responsabilidad de transmitir el mensaje de los supervivientes cuando ellos ya no puedan hacerlo. Y la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen aseguró que "no vamos a cerrar los ojos ante discursos del odio, nunca más".
A memoria viva sonó también "Kaddish", la composición que interpretaron Philippe Graffin and Raphael Wallfisch. El violonchelo lo hacía hablar el hijo de Anita Lasker-Wallfisch, que tocaba ese mismo instrumento en la orquesta de mujeres de Auschwitz. Ella aún vive, como Margot para dar testimonio y evitar que la historia se repita.