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Análisis | Italia

Italia repite presidente con Sergio Mattarrella para salvar el abismo político

  • Los partidos italianos han optado por la continuidad de Mattarella al frente de la República
  • Su elección salva a Italia de un adelanto electoral e impide el caos entre los líderes políticos

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Una imagen del presidente de Italia, Sergio Mattarella, durante una rueda de prensa tras conocer su reelección.
Una imagen del presidente de Italia, Sergio Mattarella, durante una rueda de prensa tras conocer su reelección.

Llevaba semanas avisando de que se iba.

En casi cada discurso incluía algún mensaje “para mi sucesor”, o en contra de reelegir al presidente de la República.

Había comenzado a equipar su oficina de expresidente, alquilado un piso en uno de los barrios nobles de Roma y hecho las cajas para la mudanza.

Pero a sus 80 años, Sergio Mattarella ha acabado aceptando la súplica de los partidos y seguirá como jefe del gobierno italiano otros siete años.

Mattarella saca las castañas del fuego a los líderes políticos italianos tras seis días de bloqueo político, alta tensión, caos, confusión y descontrol.

Era la oportunidad de esos líderes de volver a jugar a la política tras un año comisariados, subordinados a un primer ministro técnico.

Pero se han quedado mirando fijamente el juguete, sin saber qué hacer con él, y al final lo han roto.

Los trozos los han recogido los grandes electores, que han tomado el timón e, ignorando a sus jefes, han votado por el candidato que evita unas elecciones anticipadas y garantiza su escaño un año más.

A Mattarella le caían más votos a cada ronda, hasta que los líderes han tenido que rendirse a la evidencia.

¿Por qué llama tanto la atención que repita Mattarella?

Por su reticencia personal a ser reelegido y por la Constitución.

La Carta Magna italiana indica que “el Presidente de la Republica es electo por siete años” y que 30 días antes de acabar el mandato debe iniciarse el proceso para “elegir al nuevo presidente”.

Tradicionalmente se ha interpretado como un mandato único, sin posibilidad de reelección.

Sólo ha repetido Giorgio Napolitano, pero lo hizo en un momento de crisis (2013) y se entendió como algo excepcional.

La reelección de Mattarella consolida el precedente y puede llevar a cambiar la interpretación constitucional y a normalizar el segundo mandato.

¿Qué pasó con Mario Draghi?

El primer ministro partía como favorito en la carrera presidencial y lo hizo todo bien: esperó pacientemente en la sombra y nunca se expuso.

En su contra pesó que su salto al Quirinal podría haber hecho caer al gobierno precipitar las elecciones, el escenario que más aterroriza a los parlamentarios.

Nunca pudo superar ese escollo, pero sale indemne del embrollo y su papel no cambia, sigue trabajando para sacar a Italia del agujero de la pandemia al frente de su gobierno casi de concentración.

¿Quién sale perdiendo en todo esto?

Los líderes políticos italianos, sin duda, engullidos por el caos en sus propias filas, en particular Giuseppe Conte.

Cada facción del Movimiento 5 Estrellas tenía su candidato y los grandes electores ignoraron sistemáticamente las instrucciones de Conte de votar en blanco, en muchos casos para apostar por Mattarella.

El ex primer ministro ya no puede seguir haciendo ver como si nada pasara ni convencer a nadie de que el Movimiento es un bloque compacto bajo su control.

Y erró su estrategia Matteo Salvini, líder de la Liga, el mayor partido del bloque de derecha.

Se creyó más fuerte de lo que era y pensaba que podía elegir presidente por sí sólo, sin sentarse a negociar con el centroizquierda.

Tras quemar a su candidata, la presidenta del Senado, comenzó a dar bandazos, desairando a sus socios de Forza Italia y los Hermanos de Italia para intentar pactar varias veces con el Movimiento 5 Estrellas.

Como resultado, se queda sin presidente propio, rompe de facto la alianza de la derecha y sale de esta semana trágica mucho más débil.

¿Y ahora qué?

Mattarella y Draghi seguirán formando tándem, como hasta ahora.

La farsa del Quirinal dejará aturdidos a los partidos durante un tiempo y eso hará más fácil la tarea del primer ministro.

La tregua no durará mucho, estamos en año preelectoral y pronto comenzará el pánico a las urnas.