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Claves de la semana

El turismo que deja la pandemia: muchos menos visitantes y estancias un poco más largas

  • El turismo mantiene el tipo en cuanto a empleo a pesar de que el número de viajeros sigue sin recuperarse
  • Las restricciones han perjudicado a un sector que, dademás de la pandemia, afronta numerosas transformaciones

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Un grupo de personas se fotografía al tiempo que un avión aterriza en el aeropuerto de Barcelona.
Un grupo de personas se fotografía al tiempo que un avión aterriza en el aeropuerto de Barcelona.

Si hay un sector económico al que ha golpeado la pandemia de coronavirus, es el turismo: las restricciones a la movilidad, las cambiantes normativas sobre aforos, horarios y uso de mascarillas y, en última instancia, la propia prudencia de los ciudadanos han reducido los viajes al mínimo. Y España, que antes de que la COVID-19 estallara era la segunda potencia turística del mundo por número de visitantes solo por detrás de Francia, sufre las dificultades del sector para recuperar el pulso, intentando adaptarse a los cambios que ha introducido la pandemia y a otras transformaciones en marcha, desde la climática a la tecnológica.

Su aportación es decisiva para la recuperación: en 2019, el turismo supuso casi 155.000 millones de euros, el 12,4 % de producto interior bruto, pero en 2020 se desplomó hasta los 61.406,3 millones de euros, apenas un 5,5 % del PIB, según la Cuenta Satélite del Turismo que publica el Instituto Nacional de Estadística. En 2021, según la patronal Exceltur, el PIB turístico ascendió a 88.546 millones, lo que equivaldría al 7,4 % de la economía española y, aunque en 2022 espera que remonte hasta representar más del 10 %, aún seguirá lejos de los niveles previos a la pandemia.

1. España recibió poco más de un tercio de los turistas internacionales previos a la pandemia

El principal lastre para el despegue del sector turístico es la ausencia de turistas internacionales. En los tres años previos a la pandemia se rebasó el umbral de los 80 millones de visitantes y, tras el hundimiento de 2020, el año pasado se esperaba un fuerte rebote: el Gobierno se marcó como objetivo atraer a 45 millones de viajeros. Sin embargo, han sido 31,1 millones, apenas un 37,2 % de los 83,5 millones que visitaron el país en 2019, el último récord.

El descenso ha sido especialmente acusado en el caso de Reino Unido, que hasta la pandemia era el principal mercado para el turismo español. Sin embargo, el año pasado llegaron más visitantes desde Francia, Alemania e Italia, pese a que también están bastante por debajo de sus cifras habituales, mientras los británicos lidiaban con las dificultades de la COVID-19 y con las añadidas por el Brexit.

"En 2021 empieza a haber una cierta reactivación de la movilidad internacional y todo apunta a que de forma gradual se irán recuperando esos niveles de viajeros, pero el énfasis no debería estar en recuperar esos 80 millones de viajeros, sino la gestión de esa afluencia masiva", explica Antoni Riera, catedrático de Economía Aplicada en la Universitat de les Illes Balears y especialista en el sector turístico, que recuerda los problemas de estrés urbano y medioambiental que han generado los grandes contingentes turísticos.

Dado que el turismo nacional también se ha resentido notablemente -según el INE, hasta el tercer trimestre del año se habían realizado 102 millones de viajes, un 25 % menos que en 2019-, el sector tiene la oportunidad de empezar a adaptarse a un escenario que tardará en volver a ser el mismo, intentando maximizar el valor de cada turista en lugar de apostar por las llegadas masivas.

2. Más gasto en cada viaje, con estancias algo más largas

En este sentido, es reseñable que el gasto medio por turista marcó un nuevo récord en 2021, tanto en el caso de los viajeros procedentes del extranjero como en el de los propios residentes en España (aunque los datos de estos últimos solo alcanzan hasta el tercer trimestre del año). El gasto total de los turistas internacionales fue de 34.186 millones de euros, un 62 % menos que los 91.912 de 2019, mientras que los turistas nacionales gastaron 20.985 millones de enero a septiembre, por los 39.000 millones del mismo período dos años antes.

Aunque lo que gasta cada turista aumenta, el gasto medio por día de estancia aún no recupera los niveles previos a la pandemia. En el caso de los turistas internacionales es de 137 euros al día, 18 euros menos que en 2019, al nivel del año 2017. Algo similar ocurre con el de los turistas nacionales, que se dejan casi 46 euros por día de viaje, cuando hace dos años superaban los 49 euros.

Este efecto, aparentemente contradictorio, se explica por el alargamiento de las estancias: la duración media de los viajes superó el año pasado los ocho días en el caso de los turistas que vienen del extranjero, lo que supone un récord, mientras que los residentes españoles viajaron cuatro días y medio, en promedio, solo por debajo del registro de 2020.

Riera opina que buena parte de ese alargamiento se debe a las restricciones de movilidad impuestas por la pandemia, por lo que no es seguro que se asiente. Sin embargo, otros efectos acelerados por la pandemia pueden ser más sostenidos en el tiempo: "Por ejemplo, el teletrabajo alterará los períodos normales de vacaciones, habrá una mayor flexibilidad en los períodos vacacionales y una menor concentración en los períodos estivales".

3. Un sector clave en transformación

Es solo uno de los cambios "disruptivos" que el sector turístico deberá afrontar en el futuro y que, tal como señala Riera, abarcan desde cubrir las preferencias de todo un nuevo grupo de población que se incorpora ahora al turismo activo, la generación Z o posmilenial, hasta los retos de descarbonización para luchar contra el cambio climático, que afectarán notablemente a la movilidad, o a los avances en digitalización.

"El modelo español, basado en una buena dotación de recursos naturales y culturales, un mayor número de plazas en promedio que otros destinos y precios relativamente competitivos, yo creo que muestra un cierto agotamiento. Hay que hacer más sofisticada la oferta turística frente a los competidores, no tanto para ganar cuota de mercado a cualquier precio, sino para centrarnos en fidelizar al cliente en torno a la experiencia que se puede ofrecer", argumenta.

Por el momento, el sector aguanta el tipo y mantiene un nivel de empleo que ha llegado a rozar los máximos previos a la pandemia, con una afiliación media que superó los 2,5 millones de ocupados, según el recuento que lleva a cabo Turespaña, organismo adscrito al Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. Incluso en lo más duro del embate de la COVID-19, en 2020, el turismo siguió representando el 11,5 % del empleo en España, en buena parte gracias a los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE).

"La afiliación se recupera incluso por encima de la actividad, cabe esperar que siga siendo un contribuidor importante a la generación de puestos de trabajo. No se cuestiona que sea un motor económico, pero sí que se verá alterado por las transformaciones que le afectan", asegura Riera.

4. El pasaporte COVID pierde fuerza en España, pero resiste en Europa

Mientras tanto, entre las restricciones que han afectado al turismo, el pasaporte COVID, que fue la medida estrella esgrimida por muchas comunidades para frenar el avance de la sexta ola, pierde protagonismo en España. Cantabria fue la primera región en eliminar la medida y, una semana más tarde, Asturias, Cataluña, Galicia y el País Vasco emprendieron el mismo camino.

Sin embargo, aún quedan autonomías que han decidido prorrogar su uso unas semanas más. Es el caso de Navarra, la Comunidad Valenciana, Baleares y Andalucía; Ceuta y Melilla también lo mantienen, mientras que Canarias está a la espera de que la justicia avale su uso voluntario en las islas.

La caída en picado de la incidencia -esta semana ha descendido casi 600 puntos- también ha motivado el fin inminente de otra medida: la mascarilla en exteriores. Pese a que el miércoles se aprobaba el decreto que las hacía obligatorias, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, anunció que el próximo Consejo de Ministros retirará la obligación de llevarlas en la calle y, si todo sale según lo previsto, entraría en vigor dos días más tarde.

Y es que, a pesar de los buenos datos en el continente y de la relajación de medidas generalizada dentro de los Estados miembros -Dinamarca ya ha suprimido todas-, desde Bruselas se mantienen firmes en la decisión de seguir con el certificado COVID, para garantizar la libre circulación entre los países.

Y en lo que respecta a los turistas extranjeros, esta semana Sanidad ha reducido a 24 horas la validez de los test de antígenos que los viajeros deben hacerse para entrar en el país, en lugar de las 48 horas que tenía hasta ahora.

Posdata. La mortalidad por cáncer de pulmón sigue creciendo en mujeres

El informe que todos los años publica la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) con motivo del Día Mundial contra el Cáncer estima en 280.000 los nuevos tumores que se diagnosticarán este año en nuestro país. Cada año fallecen, además, unas 113.000 personas de cáncer en España, más que los 75.000 óbitos que provocó la COVID-19 en 2020, el peor año de la pandemia.

En general, la mortalidad por cáncer está descendiendo tanto en hombres como mujeres debido al diagnóstico precoz y la mejora de los tratamientos, pero entre estas últimas hay uno que crece con fuerza: el de pulmón. Este tumor es el segundo que más fallecimientos causa entre las mujeres en España desde 2017, cuando superó al de colon.

La incorporación tardía de la mujer al hábito tabáquico -se estima que fumar está detrás de un tercio de todos los tumores y de un 22 % de las muertes por cáncer- se está reflejando años después con más casos y fallecimientos. En 2020 murieron en España cerca de 22.000 personas de cáncer de pulmón, más de 5.300 eran mujeres. En 2022 se estima que más de 8.600 mujeres recibirán este diagnóstico. En algunos países europeos como Reino Unido y Alemania, Estados Unidos, Canadá, China y Australia, el cáncer de pulmón causa más muertes que el de mama.