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Premios Goya

Nominaciones a mejor documental: el sonido de una generación

  • Quién lo impide ganó en el Festival de San Sebastián 2021 la Concha de Plata para todo su reparto
  • Un blues para Teherán, opera prima del crítico cinematográfico Javier Tolentino

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Nominados Goya: Mejor documental

No ha sido un buen año para el cine español en general y en particular tampoco para el documental. La pandemia no ha hecho sino mostrar las debilidades de nuestra industria y es loable que a pesar de las dificultades, las producciones documentales hayan podido mantenerse. Una contradicción que contrasta con el magnífico momento que, sin embargo, vive el documental gracias a las plataformas audiovisuales.

Apenas 500 espectadores han visto en sala Héroes: silencio y rock & roll o El retorno: La vida después del ISIS y solo un poco mejor Quién lo impide y Un blues para Teherán que no rebasan los 3.000 espectadores. Un panorama no muy alentador, que pone en riesgo el futuro del documental más autoral. Los Goya, en está edición quizá con un afán de mejora, introdujeron una cláusula por la cual los 15 finalistas son elegidos por una comisión. Una cuestión difícil y abierta, que sigue planeando en las instituciones: ¿qué hacer con el cine documental español para que no sea un género solo de festivales?

Las cuatro nominadas de este año a mejor película documental, aunque muy distintas entre sí, tejen retratos generacionales donde la música (y su ausencia) adquieren un especial protagonismo.

Héroes: Silencio y Rock & Roll

A todo el mundo le gusta gustar, incluso al mítico grupo zaragozano Héroes del Silencio. Durante toda su carrera, con un carismático Enrique Bunbury al frente, desafiaron los estrechos márgenes mentales de la industria musical española y a pesar de convertirse en un grupo de éxito, la crítica musical siempre los tuvo ojeriza.

Eran guapos y hacían rock, punk, pop…no querían bailarinas, solo abrazar la oscuridad y al rock. Pero muchos críticos sólo veían en ellos una banda para chicas. Y eso que llegaron a vender más de seis millones de discos en más de treinta y siete países, y en los que ofrecieron más de mil conciertos. Unas cifras inauditas para cualquier grupo español de la época.

El documental Héroes: Silencio y Rock & Roll de Alexis Morente trata de poner algo de luz y explicar algunos porqués: drogas, genialidad y desgaste vital. Recoge los frutos en paciencia de anteriores trabajos con Enrique donde firma muchos de sus videoclips.

Lo mejor del documental es precisamente el retrato de la industria musical española y sus contradicciones. Véase, como ejemplo, el retrato de su inclasificable manager Pito Cubillas. Un periodo que recorre doce años, desde 1984 hasta 1996, fecha en la que el grupo se disuelve fruto del agotamiento. Aunque la figura de Bunbury es hipnótica, el grupo no puede explicarse sin Juan Valdivia (guitarra solista) y su genialidad para la búsqueda de acordes, en cierta forma el contrapunto de Enrique. Joaquín Cardiel (bajo) y Pedro Andreu (batería) completan el grupo y aportan al documental la visión más humanista, la de los viejos amigos que no juzgan las diferencias irreconciliables.

El documental a pesar de sus méritos, se queda un poco en tierra de nadie, como si al director le hubiera dado miedo entrar en un retrato más profundo y no salir bien parado, porque al final, esto también va de gustar. Lo mejor, repasar o redescubrir la discografía de un grupo genial cuyas letras no han perdido un ápice de modernidad.

Un blues para Teherán

Y de un viaje lisérgico por la entropía de la música española, al complejo despertar musical de Irán. El periodista cinematográfico Javier Tolentino y conductor hasta hace poco de El séptimo vicio en RNE debuta como director con Un blues para Teherán. Un documental que se adentra en la poética persa y que intenta descubrir la riqueza de un país donde la música y las expresiones artísticas llegaron a estar perseguidas después de la Revolución del 1979.

Hoy, Irán es un país que se debate entre la tradición y la modernidad, pero los artistas siguen cuestionados y la libertad creativa está aún lejos de conseguirse. Tomando como guía al joven artista Erfran Shafel, un extraño futuro director de cine, Tolentino nos muestra el choque cultural oriente-occidente.

Cómo opera prima destaca por una dirección, que homenajea al propio cine iraní (de Abbas Kiarostami), con planos fijos de gran belleza, mientras pincela con testimonios de algunos músicos el sentido de la propia música iraní. Quizá aquí muestra su mayor debilidad, pues de algún modo las historias mínimas que presenta se encadenan como excusa para enlazar la siguiente canción.

Muy buenas intenciones para un documental que se queda un poco a medias en su reflejo de la realidad musical iraní. Lo mejor, descubrir la sonoridad de la poesía persa y la belleza de Irán

RTVE.es estrena el tráiler de 'Un blues para Tehéran', el debut como director de Javier Tolentino

Quién lo impide

Jonas Trueba, director de este documental, nos lo avisa al principio, casi cinco años de trabajo y cerca de tres horas y media para lo que el propio creador califica como una experiencia inmersiva a caballo entre la ficción y el documental, aunque reniegue de ambas etiquetas.

Quizá por eso, no resulta fácil explicar de qué va este documental. Estructurado en tres partes con dos descansos de cinco minutos aborda la vida de un grupo de adolescentes a lo largo de varios años. Y cómo adolescentes que son, les pasa de todo y a la vez nada, en un retrato costumbrista, donde el propio director se descubre como uno más del grupo.

Pero nada es lo que parece, porque se aprecia una labor de ficción que se construye sobre improvisaciones y actuaciones verdaderas, hasta el punto de confundir al propio jurado de San Sebastián y otorgar a una cinta supuestamente documental, el premio a la mejor interpretación de reparto. Cosa que a los más puristas no ha gustado.

Para algunos críticos, Jonas Trueba ha tratado de reflejar el sentir de la juventud española actual atrapada en un mundo tecnológico y al que, el Covid, ha cortado su expresión más pura de libertad. Ahí quedan sus primeros amores, sus reflexiones sobre el sentido de la vida o su lucha diaria contra los convencionalismos sociales. Para otros críticos, ha volcado su propio sueño adolescente en una exploración entre lo que pensamos que seríamos y lo que de adultos somos. Y todo ello mezclado con su universo de trabajos anteriores como La reconquista o La virgen de Agosto.

Sea como fuere, Quién lo impide, que salvo sorpresa (antipurista) se llevará el Goya al mejor “documental” te recuerda que “si tienes quince años y pretendes escapar con eso basta y sobra para hacerlo” (sobre la letra de la canción de Rafael Berrio que da título al documental y al que Jonas dedica el documental) pero si no los tienes tampoco, “nadie lo impide”.

Jonás Trueba ha presentado 'Quién lo impide', un proyecto del que firma la "puesta en situación", ya que es cine inmersivo que muestra la naturalidad de la adolescencia, sin guion ni pautas.

El retorno: La vida después del ISIS

En 2015, Shamina Begum tenía 15 años cuando abandonó su país natal Reino Unido y, en compañía de otras dos colegialas, se unía al ISIS, el grupo yihadista responsable de innumerables atentando en el mundo.

Hoy Shamira tiene 22 años y quiere regresar a su hogar natal. Como ella, un grupo de mujeres, la mayoría con hijos pequeños, están en un limbo legal porque sus países de origen no aceptan repatriarlas sospechosas de terrorismo y de captación de otras mujeres para el ISIS.

La directora Alba Sotorra, ha filmado durante casi dos años en el Centro de Detención de Roj, al nordeste de Siria, donde permanecen recluidas. El documental aborda de una manera pragmática la vida en el campamento y el apoyo terapéutico que ofrece Sevinaz Evdike. Resulta sorprendente el trabajo de esta activista kurda en su ayuda por desmontar y deconstruir esas las creencias de las que fueron víctimas y que aborda gran parte del documental

De estructura clásica, con entrevistas en primera persona, la cineasta trata de aportar algo de luz a unas vidas que son leídas con temor por los estados de origen de las ahora arrepentidas. No es un documental fácil porque habla de segundas oportunidades y de derechos humanos, y eso en un mundo donde el ISIS hizo tanto daño no es sencillo. Sotorra no las juzga y ahí radica la mayor virtud de la cinta, amén del extraordinario esfuerzo para rodar de forma única en esas circunstancias. ¿Qué hacer entonces con estas mujeres cuyos gobiernos (belga, francés, holandés, alemán, británicos..) se están lavando las manos? Lo mejor, la reflexión que como espectadores ante si es posible perdonar a las personas manipuladas por ISIS.