Exposición 'Ceija Stojka. La memoria invicta': "El arte tiene que ser y debe ser una herramienta de transformación social"
- Una exposición en la Factoría Cultural del Polígono Sur de Sevilla
- Tres campos de concentración se reflejan en una selección de treinta y tres obras
El nombre de consenso para designar el asesinato masivo de cientos de miles de romaníes bajo las políticas raciales del III Reich es “porrajmos”, que significa “devoración” en romaní.
En aquella época, ya hubo activistas y aliados que alzaron la voz advirtiendo que los gitanos habían sido víctimas del odio racial. Desde los primeros momentos, los gitanos, junto con los judíos, entraron en la idea de ser un pueblo que merecía ser eliminado para no contaminar la sangre aria.
Muchos hablan de la Gran Devoración como un genocidio olvidado. ¿Olvidado por quién? Habría que tratarlo como el holocausto negado. La negación de la existencia de estos actos es inadmisible, pues las víctimas todavía lo recuerdan y, gracias a ellas, se reclama su reconocimiento social.
La artista romaní lovara, Ceija Stojka, trabaja con una materia prima especial: el recuerdo de su infancia. Ese mundo de caminos, caballos y encuentros familiares se vio truncado con la anexión nazi de Austria. Ahí, comenzó un calvario por los campos de Auschwitz, Ravensbrück y, finalmente, Bergen-Belsen.
En la exposición “Ceija Stojka. La memoria invicta”, estos tres campos de concentración se reflejan en una selección de treinta y tres dibujos en un intento de reconstruir su memoria infantil.
Miguel Ángel Vargas, comisario de la exposición, pone en valor el hecho de poder exhibir en Factoría Cultural, en Polígono Sur de Sevilla. “El arte pudo ayudar a transformar toda esta experiencia en una expresión que nos puede ayudar a entender este tipo de barrios que, por desgracia, son más frecuentes de lo que deberían”.
Lo que no se nombra no existe
Tras la negación de sus propias memorias, Ceija Stojka decide liberarse. Tarda en hacerlo varios años a causa del trauma familiar, la lache y el dolor de lo que supone tratar el tema en el ámbito familiar, sumados al enfrentamiento contra la imposibilidad de la reclamación pública por lo sufrido. Es decir, el entorno jurídico legal de los gitanos en muchos países como Austria, Alemania y Francia, seguía siendo prácticamente el mismo desde el tiempo de la Alemania nazi. En aquellos años, ningún gitano fue llamado como testigo en los juicios de Núremberg.
A pesar de los esfuerzos de muchos gitanos y aliados desde los primeros momentos tras la guerra, Europa no reconoció el genocidio nazi contra el pueblo rom hasta prácticamente los años 80. Es ahí donde la práctica artística y literaria libera el trauma y abre el caudal de la memoria. Ceija Stojka empieza a pintar a los cincuenta y cinco años para despertar el imaginario pictórico.
Un estilo propio
La estética de Ceija es personal. Está lejos de un pretendido arte naif o autodidacta al que suele adscribirse a la pintura gitana. A pesar de que la artista no tiene una educación formal, recoge gran parte de todas las vanguardias europeas. “Hay que entender que nuestra experiencia visual, tengamos formación o no, está nutrida por el cine, por la fotografía, por la prensa y por lo que vemos en la calle”. Si no tenemos en cuenta esto, Vargas afirma que es “una forma de despreciar la capacidad subjetiva gitana de poder crear, de crear imaginarios, de crear imágenes que te permitan representar otras vidas”.
“Hay un reflejo bastante obsesivo por representar el dolor“
Stojka traduce sus recuerdos con préstamos expresionistas, pautas de diseños de alfombras y una intuición figurativa que da color al dolor y negrura a las pequeñas alegrías. “Cuanto más dolorosa es la experiencia que quiere reflejar, más abstracto se vuelve el imaginario”. Su estética es fruto de un proceso que cristaliza en su madurez cuando al fin venció las resistencias que le impedían declamar en público lo que llevaba tatuado en su interior. “Hay un reflejo bastante obsesivo por representar el dolor”, explica Miguel Ángel Vargas sobre la muestra.
La muestra está dividida en cuatro momentos: Antes, Auschwitz, Ravensbrück y Bergen-Belsen. No hay apenas fotografías de Auschwitz, pero sí ha habido un imaginario de reconstrucciones en el cine y la literatura. En el arte de Ceija, “no hay un intento de reflejar fotográficamente cómo ha sido porque el imaginario visual se deja influir”. Es decir, no se necesita reflejar las mutilaciones ni el horno ardiendo. “Ceija nos ayuda, no tanto a que la experiencia traumática sea visible a través de representaciones fotográficas crueles, sino que lo vemos a través del filtro de su imaginación”.
El simbolismo de Stojka
El cuervo está presente en múltiples de las obras expuestas. El graznido se propaga por toda la exposición, trasladándonos a un invierno gris y frío de Alemania.
“Están también los símbolos reconocibles de los campos: la valla típica, ciertas chimeneas, algunos barracones, pero todo está como sugerido.” De hecho, los personajes víctimas son siempre abstracciones, que tienen que ver con la familia, los gitanos, los soldados… La artista refleja tanto su propia experiencia como la de cientos de miles de víctimas gitanas.
Sin embargo, Dorothea Binz está representada con nombre y apellidos en una de las obras. Más específicamente en “una de las que se te queda como más claramente enmarcada en la memoria”.
La simplificación del traumatismo
La percepción del holocausto está muy centrada en el imaginario de Auchwitz por lo que nos ha llegado culturalmente. Sin embargo, estos actos tienen lugar antes en los Países Bálticos, que son los que atesoran el mayor número de víctimas. “Cuando Auschwitz empieza a funcionar, realmente, ya habían sido asesinados más de la mitad de las víctimas el holocausto”.
Por desgracia, de la mayoría de las víctimas gitanas no conoceremos sus nombres ni sus vidas porque “aparecen referenciadas como soldados rusos, incluso como judíos, o directamente no aparecen”. Solamente sabemos que se “se ven obligador a convivir en espacios tan sin nombre como el Bloque 10 del campo gitano de Auscgwitz. No hablan el mismo idioma, no son de la misma familia y, sin embargo, es como que toda la dominación racial del nacismo los reduce a una categoría de zigoina” (gitano, en alemán).
“Es un desafío el poder pasar del análisis cuantitativo a entender lo que rodea a las responsabilidades del holocausto”. De igual manera, hay que pensar que el antisemitismo no es una colección de prejuicios ni explican por sí solos el holocausto, sino que hacen falta conocer el resto de razones. Una de las causas de la brutalidad en los países doblegados es que sus ciudadanos tenían “que demostrar que eran tan leales al nuevo ocupante como el anterior”.
“La vida siempre ha sido mucho más variada que lo que nos han obligado a simplificar. “
Por todo esto es importante la reconstrucción de la memoria. No es tanto por una cuestión de memorización a las fechas de distintos hitos, sino “que nos ayude a entender que el nombre y el contexto concreto de cada persona es importante. Esto nos ayuda a entender que la vida siempre ha sido mucho más variada que lo que nos han obligado a simplificar”.
La historia es responsabilidad del Estado, de la educación y de las personas, pero sobre todo de los artistas, por tener la valentía de recordar que no solo puede volver a pasar de nuevo, sino que sigue pasando en muchas partes del mundo. Esa responsabilidad trata “no solamente respecto al holocausto, sino con respecto al dominio racial del mundo. Ahí es donde está la clave de lo que realmente molesta e importa”.
“España se convirtió en un refugio de nazis después de la guerra. “
Miguel Ángel Vargas también señala que “es necesario empezar a hablar de la responsabilidad del Estado Español en el Holocausto”. La importancia de que esta exposición esté en el Polígono Sur, en Sevilla, es que se comienza la conversación sobre la relación que tuvo el régimen de Franco con el de Hitler. “España se convirtió en un refugio de nazis después de la guerra”. El apoyo del Estado español a través de los soldados supuso que la guerra se mantuviera más tiempo. “También tenemos derecho los gitanos y los judíos de reclamarle al Estado español la responsabilidad en aquello.”
Muchísimos gitanos españoles no han podido ver la muestra de Ceija Stojka en Madrid porque coincidió con el inicio de la pandemia. Las obras las han facilitado una galería de arte contemporáneo de Berlín, que dan la oportunidad de ver esta exposición en la Factoría Cultural del Polígono Sur (Sevilla) hasta el 27 de febrero.