Educación, motivación y conciliación: la brecha de género en la Ciencia
- Tan solo un 4% de las chicas de 15 años quiere ser científica y menos de un 12% termina estudiando una de estas carreras
- La conciliación familiar se presenta como el principal obstáculo para que las mujeres progresen en la ciencia
Durante años se ha reconocido la labor de científicas españolas de renombre como Margarita Salas, con sus descubrimientos sobre el ADN, o Tarsy Carballas, con los avances en la prevención de incendios. Pero el trabajo de las mujeres en las ciencias ha seguido avanzando y la sociedad no se ha hecho eco de ello. De hecho, no fue hasta 2015 que se estableció el Día de la Mujer en la Ciencia y que se celebra este viernes, 11 de febrero.
Un tercio de los proyectos científicos europeos se encuentran liderados por mujeres y, sin embargo, en España, el 75% de los cargos de poder están ocupados por hombres. Y aunque las causas de este sesgo parten de distintos puntos, las expertas coinciden en que la base radica en la educación que recibimos desde pequeños y que a lo largo de los años hace que las mujeres se consideren menos capaces que los hombres en estos ámbitos.
Las ciencias en la infancia
La brecha que separa a hombres y mujeres empieza mucho antes de lo que pensamos, y es que, según los últimos estudios, tan solo un 10% de las niñas de educación primaria se ven en un futuro trabajando como científicas. Elena Ortega, bióloga y profesora del Colegio Caude en Majadahonda (Madrid), considera que “la sociedad, las redes sociales y los medios empujan a las niñas y niños a verse y percibirse de manera diferente”, algo con lo que crecen y que se va asentando a lo largo de los años.
“Elena Ortega, bióloga y profesora: "Hay que enseñar a las niñas que las ciencias no tienen género"“
Sin embargo, Ortega señala que los menores “no son conscientes de estas influencias y consideran que están eligiendo libremente”. Aunque la realidad es que las niñas no cuentan ni con los referentes ni con la motivación suficiente como para verse capaces de formar parte de este mundo. En su opinión, es necesario el apoyo por parte de las familias y de los profesores para que las más pequeñas “vean su talento y se sientan capaces de seguir el camino de las ciencias y la tecnología” que, como destaca, “no tienen género”.
El problema es que estas ideas continúan fraguándose a lo largo de la adolescencia y terminan por perpetuarse en la Educación Secundaria Obligatoria y el Bachillerato. Actualmente, tan solo un 4% de las chicas de 15 años dice querer dedicarse a las ciencias, lo que provoca que menos del 12% del alumnado de estas materias sean mujeres.
Carmen Mayoral, miembro de la junta directiva de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas (AMIT), señala la importancia que tiene la educación secundaria en este proceso, por resultar determinante a la hora de decidir la dirección en la que se desarrollará nuestro futuro profesional: “Según los estudios, las niñas a esa edad ya suelen pensar que las matemáticas no se les dan bien”, explica Mayoral, algo que puede resultar determinante a la hora de escoger especialización.
“Carmen Mayoral, Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas: "Hay que enseñarles que hay referentes más allá de las grandes pioneras del pasado"“
Sobre cómo atajarlo, Mayoral apuesta por que los colegios fomenten alternativas educativas y practiquen actividades que promuevan la ciencia, además de “enseñarles que hay referentes más allá de las grandes pioneras del pasado y que son mujeres reales como sus maestras o sus madres”, algo en lo que coincide Nozal. También considera importante que se reconozca que no es necesaria una “pasión loca por las ciencias” para poder dedicarse a ellas, como ocurre con cualquier otra profesión: “Lo normal es estudiar, intentar hacerlo bien y con el tiempo tus gustos se irán desarrollando”, explica la Doctora en Ciencias Químicas, para la que el interés científico nació en 4º de la ESO gracias a que sus profesores le inculcaron “la curiosidad por conocer cómo funcionan las cosas”.
Las profesionales en la ciencia
Llegado el momento de optar por qué carrera elegir, la presión por las notas y la incertidumbre por el futuro terminan por doblegar cualquier intención de profesionalizarse en el ámbito científico. Teresa Valdés Solís, vocal de la Comisión de Mujer y Ciencia del CSIC, considera que “la carrera científica es muy competitiva”, lo que provoca que, aun habiéndola elegido, haya momentos en los que “las mujeres se puedan sentir excluidas del proceso” por habérseles inculcado que son menos capaces que sus compañeros. Asimismo, Valdés comenta que el avance está sucediéndose de forma “muy lenta”, ya que “a estas alturas ya tendríamos que tener unos números de profesoras mucho mayor de lo que ocurre en la actualidad”, señala.
Por otro lado, las mujeres que terminan por dedicarse a las ciencias encuentran múltiples obstáculos en su camino, aunque posiblemente el más significativo sea el de la conciliación familiar, tal y como indica Carmen Cámara, secretaria de la Sociedad Española de Inmunología (SEI). “No fue hasta que decidí tener hijos que empecé a notar dificultades”, señala Cámara, quien explica que este acontecimiento supone “dar un paso atrás en los años de lanzamiento de tu carrera”, lo que hace que luego “reengancharse sea muy difícil”. Algo en lo que coincide la viróloga e investigadora del CSIC Margarita del Val, quien apunta que, por este motivo, de todos los compañeros que tuvo durante su etapa en Alemania “solamente han prosperado los hombres”.
“Carmen Cámara, Sociedad Española de Inmunología: "No fue hasta que decidí tener hijos que empecé a notar dificultades"“
El techo de cristal es otro de los muros con los que se encuentran las mujeres científicas y es que, en España, por cada diez hombres en los puestos de poder, tan solo hay dos mujeres en la misma posición. Cristina Romero, investigadora en el Consejo del Mar del CSIC, considera que “las mujeres sienten que no son válidas para desarrollar estos cargos” y que se ven “menos capaces” que sus compañeros varones.
Vanesa Nozal, presidenta de la Federación de Jóvenes Investigadores precarios, destaca la importancia de valorar la precariedad a la hora de entender por qué hay menos mujeres dedicadas a estos ámbitos. A su parecer, en España se habla mucho de la "ciencia excelente", cuando considera que tendríamos que referirnos a la "ciencia resiliente, ya que los que llegan a los puestos más altos son los que han logrado aguantar más". Y pone de ejemplo el caso del CSIC, donde el total de mujeres que llegan a la etapa del doctorado alcanza el 50%, mientras que las que avanzan en los puestos de estabilidad son apenas un 26%.
“Margarita del Val, viróloga e investigadora (CSIC): "En la Pandemia los hombres se han dedicado a publicar y las mujeres a cuidar"“
Una brecha que, además, se ha visto incrementada también a causa de la Pandemia. Como explica Margarita del Val, durante la cuarentena y las posteriores olas del Covid-19, las mujeres se han tenido que enfocar en cuidar de su familia y, sobre todo, de sus hijos. Algo que ha dejado tiempo para que los científicos prioricen en su trabajo y se hayan “dedicado a publicar” mientras tanto.
Científicas en la actualidad
Sin embargo, el número de científicas de renombre en España sigue creciendo, aunque su trabajo muchas veces se encuentre en la sombra. Carmen López y María José Blanco fueron las encargadas de controlar y vigilar el volcán de Cumbre Vieja, en la Palma y, hasta entonces, no habían recibido ninguna visibilidad o reconocimiento.
María José comenta que, en su caso, “no hubo distinción de género porque no había otra opción”. Y reconoce que hasta que no se vio en una situación como esa, no se dio cuenta de “la trascendencia del trabajo” que estaban realizando a través de sus investigaciones. Destaca también que es precisamente esta falta de necesidad de visibilización que las mujeres trabajan mejor en grupo, lo cual considera “algo positivo para este tipo de labores”.
“Elena Manjavacas: "Entre tantos hombres sientes que tienes que alzar la voz sobre ellos para que te escuchen"“
Elena Manjavacas es otro de los referentes con los que cuentan las niñas a día de hoy, es física y forma parte del equipo que trabaja para la NASA desarrollando un proyecto que impulsará el mayor telescopio jamás puesto en órbita: el James Webb Space. Confiesa que “a veces ha sido un reto trabajar entre tantos hombres que forman los grupos de investigación”, lo que, como explica, puede provocar un sentimiento de “tener que alzar la voz sobre ellos” para ser escuchada. Sin embargo, tanto ella como el resto de sus compañeras de profesión, apuestan por fomentar que las niñas se dedican a las ciencias y no tengan miedo a desarrollar todo su potencial porque, tal y como resalta Majavacas: “El futuro es de las mujeres”.