Los 'médicos' de la catedral de Salisbury, la más alta de Reino Unido
- Un equipo multidisciplinar de artesanos se ha encargado durante más de tres décadas de su restauración
Por primera vez en más de tres décadas, la catedral de Salisbury, una de las más bellas del Reino Unido y máxima expresión del gótico inglés -se dice que es la que rondó la mente de Ken Follet para escribir Los pilares de la tierra- estará libre de andamios. Las labores de restauración, cuya finalización estaba prevista para conmemorar el octavo centenario, estarán concluidas con un poco de retraso sobre lo previsto. En ella conservan un ejemplar de la Carta Magna, un documento de 1215 que sirvió de inspiración para la Declaración Universal de los Derechos Humanos y para distintas constituciones modernas. Alberga también el reloj mecánico más antiguo del mundo.
A pesar de tener ocho siglos, con el exterior completamente limpio y sus piedras saneadas, lucirá como nueva. "Algunas de estas piedras han estado ahí 800 años y están al final de su vida, estaban erosionadas, así que las hemos tenido que reemplazar", cuenta a RTVE el jefe de canteros, Lee Andrews. Este profesional entró en la restauración de la catedral como aprendiz en el año 2003, lleva involucrado en este proyecto más de veinte años, aunque cuando llegó ya llevaba en marcha otros tantos. Comenzaron esta ingente restauración en el año 1986.
Una sala de máquinas sin máquinas
Andrews nos hace de guía en el taller. Nos recibe en un espacio que es como una sala de máquinas sin máquinas, porque todo se hace a mano. En la pared, un plano de todo el exterior de la catedral en el que, con distintos colores, marcan las piedras que han sido cambiadas, las que quizá necesiten reemplazo, las que simplemente han sido restauradas... Es el cuaderno de bitácora, el inventario, una documentación comprensible a golpe de vista que, quizá dentro de varios siglos cuando alguien emprenda un proceso similar, habrá de consultar.
En el medio de esta sala, del estudio, podríamos decir, hay una gran mesa de trabajo en la que se encuentran mediciones y planos a escala real de cada pieza que se va a trabajar. Todo dibujado a lápiz, con compás, escuadra y cartabón. Este trabajo, explica Andrews, es fundamental antes de entrar en el taller a proceder a la elaboración de las réplicas, porque si algo no encaja, si los estudios no son perfectos, el resultado sería fallido.
Esta nave está ubicada en la parte posterior del mismo templo, del que 1.100 bloques han sido reemplazados después de trabajarse aquí con herramientas más modernas por sus materiales, pero prácticamente iguales a las que usaban en el medievo. Se han tocado solo las que, por exposición a los elementos, se han erosionado o tenían grietas. La más pesada que han colocado sumaba, nueva, 380 kilos y sustituyó a una que, por la degradación, había perdido 180.
Un equipo de profesionales multidisciplinar
“Como mínimo, sobrevivirán otros 500 años. Hay muchas, en realidad, que llevan ahí 800 años y están tan bien como entonces“
El proceso es absolutamente minucioso y se hace íntegramente aquí. La de Salisbury es una de las nueve catedrales de Inglaterra (en total hay 42) que dispone de su propio equipo de artesanos, pero es la única que incluso corta la piedra in situ. Hasta aquí llegan, desde una cantera ubicada a 20 kilómetros, la misma de donde se trajo la caliza original, grandes bloques que ellos mismos fragmentan antes de pasar al tallado. El sonido del cincel sobre la piedra es constante y se funde con el de una radio que se escucha de fondo.
Un trabajo artesanal que replica las técnicas de la Edad Media, aunque con todas los conocimientos del S.XXI, un equipo de profesionales multidisciplinar: canteros, electricistas, albañiles, fontaneros, vidrieros o carpinteros. "Como mínimo, sobrevivirán otros 500 años. Hay muchas, en realidad, que llevan ahí 800 años y están tan bien como entonces", comenta Edwards que apunta que, aunque alguna vez el arquitecto les permite alguna licencia artística, en general lo que hacen es buscar el mayor parecido posible con el original.
"Tenemos que estar seguros de que no estamos cambiando el edificio", apuntala. Al fondo, está lo que llaman 'la pared de la inspiración', con maquetas, molduras y modelos de tallas y esculturas que han venido replicando durante las últimas tres décadas.
Una vista privilegiada de acceso momentáneo
Esta catedral, a diferencia de la mayoría, se encuentra rodeada de campo, aislada de edificios o comercios. Ya casi sin andamios, solo queda uno no muy grande en uno de los flancos, tiene un aire imponente. Desde lo alto, la vista es otra, distinta. Aún quedan unos meses para poder disfrutar de las visitas especiales que organizan por las obras. Las retomarán en abril, llegada la primavera. Una vez el andamiaje desaparezca, esa posibilidad no existirá.
Es una fuente de ingresos más en un momento en que se recuperan del golpe que la falta de turistas les dio en la pandemia. También los talleres, en pequeños grupos, se pueden visitar. Allí, en un cartel se puede leer: "Las catedrales nunca están solas con los trabajos de sus cuidadores". Este lugar es el hospital del edificio y este equipo son sus sanitarios. A ellos también: gracias.