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Elecciones Castilla y León

El auge de Vox: así ha cambiado el mapa político de la derecha

  • Elección tras elección, Vox ha ganado terreno a medida que lo pierde Ciudadanos, reconfigurando el voto de la derecha
  • Su órdago para formar coalición de gobierno con el PP abre un nuevo frente ante las elecciones andaluzas y las de 2023

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El presidente de Vox, Santiago Abascal, y otros líderes del partido: Macarena Olona, Juan García-Gallardo, Rocío Monasterio e Ignacio Garriga.
El presidente de Vox, Santiago Abascal, y otros líderes del partido: Macarena Olona, Juan García-Gallardo, Rocío Monasterio e Ignacio Garriga.

Vox fue el gran vencedor de las elecciones en Castilla y León del 13 de febrero. La casi desaparición de Ciudadanos, en lugar de reforzar al PP para gobernar en solitario, ha alimentado al partido de Santiago Abascal y su candidato debutante, Juan García-Gallardo, que superó ampliamente el 17 % de los votos, por encima incluso de su resultado en esta comunidad en las elecciones generales de 2019.

El resultado de Vox abre una nueva etapa en el ciclo político en España. La que es tercera fuerza en el Congreso de los Diputados está confirmando urna a urna su posición como principal competidor del PP y ha superado a Ciudadanos en casi todas las elecciones celebradas desde noviembre de 2019. Con cada derrota del partido liderado por Inés Arrimadas, la llave de la gobernabilidad en la derecha cambia de manos y ahora Vox quiere cruzar esa puerta que lleva a los puestos de gestión, como hicieron antes Podemos y el partido 'naranja'.

El ciclo de Ciudadanos se agota. Su espacio electoral lo está reabsorbiendo el PP y su rol como potencial aliado -y competidor- de los 'populares' lo ejerce ahora Vox. Así es como el partido de Santiago Abascal ha ensanchado su poder político hasta estas elecciones en Castilla y León.

El hito que lanzó a Vox en el escenario nacional fueron las elecciones andaluzas de diciembre de 2018. La candidatura de extrema derecha, encabezada por Francisco Serrano, con unos sorprendentes 12 escaños, fue clave para provocar un histórico cambio de gobierno en la Junta y ponerlo en manos del PP y Cs.

En abril de 2019, llegan las elecciones generales. Ciudadanos, que había apoyado al PP en el Gobierno, obtiene su mejor resultado, 57 diputados; y Vox, que había tenido el 0,23 % de los votos en 2015, irrumpe en el Congreso con 24 escaños.

La repetición electoral en noviembre significa el hundimiento 'naranja'. Pierde casi toda su representación y es literalmente sustituido como alternativa en la derecha por Vox, con 52 diputados. El giro a la derecha de Albert Rivera le precipita al vacío y el líder de Cs deja la política.

Este desenlace ya había tenido un aviso en las elecciones que la Comunidad Valenciana celebró el mismo día que las generales de abril. Tras las andaluzas, primera 'dentellada' seria de Vox al voto de la derecha, con el PP como principal damnificado.

Lo ocurrido en estas dos comunidades se repitió una a una un mes después en todas las elecciones autonómicas. De esta panorámica del reparto del poder en la derecha...

... a esta otra, con Vox presente en 11 parlamentos regionales y ganando peso, voz y voto en la política autonómica. De las que han celebrado elecciones desde abril de 2019, solo se la ha resistido Galicia, donde todo el voto de la derecha lo aglutinó el PP de Alberto Núñez Feijóo.

En el resto, la constante ha sido que Cs se ha desmoronado o desaparecido, como en Madrid. Y que Vox ocupa su lugar 'al lado' del PP o incluso también le sobrepasa, como ocurrió en Cataluña el año pasado.

Cs baja, Vox sube, pero no son vasos comunicantes

En todas las elecciones generales desde 2015, el porcentaje de votos de Ciudadanos en Castilla y León fue superior al de la media nacional. El domingo se quedaron en un 4,5%, frente al 6,8% que se anotaron en esa comunidad en las legislativas de noviembre de 2019, cuando cosecharon su peor resultado en unas generales por la fallida estrategia de Rivera de competir directamente con el PP.

En estas elecciones en Castilla y León, el partido encabezado por Francisco Igea ha perdido 11 de sus 12 escaños, 151.000 votos y 10,5 puntos de apoyo en comparación con las de mayo de 2019, cuando formaron Gobierno con el PP de Alfonso Pérez Mañueco. Prácticamente lo contrario que Vox, que ha ganado 12 procuradores más, 137.000 votos y más de 12 puntos.

Aunque eso no significa que todos los votos 'naranjas' perdidos se hayan convertido en papeletas para Vox, aclara Pablo Simón, profesor de la Universidad Carlos III de Madrid. "Esencialmente en su gran mayoría son votantes del Partido Popular, en una proporción en torno a un 60 %. Hay una parte que viene de Ciudadanos, en torno a un 15 %, y el resto de otros partidos, abstencionistas, etc. El origen de los votantes es múltiple, pero sobre todo a quien 'muerde' es al Partido Popular y la prueba más evidente es que Vox crece o es más fuerte en aquellos contextos en los que el PP es más débil", como ha sido el caso de Castilla y León pero no en Madrid, debido a la fortaleza de Isabel Díaz Ayuso, explica en declaraciones a DatosRTVE.

Igea ha logrado mantener su escaño en las Cortes, pero ya no será decisivo. Que haya sumado un 4,5 % de los votos, por encima del 3,6 % de las madrileñas, es un magro consuelo ante la próxima cita con las urnas, en principio las autonómicas en Andalucía, la última comunidad en la que gobiernan en coalición con el PP.

Desde 2019, Ciudadanos ha ido acumulando fracasos y se ha enfrentado a un constante goteo de 'fugas' al PP. "A la hora de la verdad, pierde sus tres grandes banderas: regeneración, un gobierno de expertos y no negociar con nacionalistas o comunistas”, explica el politólogo Pablo Simón. "La primera la perdió cuando no facilita la alternancia de gobierno en Castilla y León o Murcia; la segunda con la salida de políticos del ala más socialdemócrata y tecnócrata; la tercera bandera, de oposición al independentismo, la pierden en el momento en que entran en competencia con Vox y hay un partido más fuerte en ese tema".

Radiografía del voto a Vox

En el ascenso electoral de Vox hay una mezcla de ola internacional a la que España no ha sido ajena. De hecho, se mueve en cifras parecidas a las de la derecha populista radical o nueva extrema derecha de otros países, en torno al 15 % de los votos, apunta Simón.

Y también cuenta con ingredientes propios, añade a DatosRTVE el politólogo Eduardo Bayón, que incluyen "una parte importante de votantes que cree que la respuesta del Gobierno de Mariano Rajoy al desafío independentista en Cataluña fue floja", posicionamientos concretos "que han perdido vergüenza de expresarse", y componentes de "antipolítica y discurso identitario nacionalista español y conservador".

El voto a Vox se relaciona en primer lugar con el descontento y el nacionalismo español o centralismo, al que se incorporan luego preferencias soberanistas frente a Europa, cuestiones relacionadas con las políticas de igualdad, de género e inmigración. Temas que calan incluso en el electorado más joven, aunque, como advierte Simón, la preferencia de los jóvenes por Vox se circunscribe al espacio de la derecha. Pasa parecido con la renta. "No significa que los obreros voten a Vox, sino que los obreros de derechas votan a Vox -que no es lo mismo- antes que a PP o Ciudadanos".

Y en el eje voto rural frente a voto urbano, tan presente en las elecciones de Castilla y León, un partido como Vox es competitivo en esta región de ciudades más pequeñas, con población más joven que en el envejecido entorno rural y donde "los partidos nuevos pueden competir con más facilidad sin necesidad de tener una estructura fuerte con interventores, apoderados, etc.", explica el experto.

Los mapas autonómicos se tiñen de verde

Vox vive su mejor momento desde su primera aparición en las elecciones generales de 2015. Desbancaron a Ciudadanos como tercera fuerza política en el Congreso y a partir de entonces han ido tiñendo de verde los mapas políticos, con candidatos debutantes (Ignacio Garriga en Cataluña, Rocío Monasterio en Madrid) y algunos con apenas experiencia en la vida pública (Juan García-Gallardo, en Castilla y León).

En el Parlamento gallego no entraron en julio de 2020 (uno de los seis que se le han resistido, junto a los de Castilla-La Mancha, Extremadura, La Rioja, Canarias y Navarra), pero en el vasco sí. Se convirtieron en el principal partido de la derecha en Cataluña y en socios necesarios en la Asamblea de Madrid. En Castilla y León aspiran a algo más: entrar por primera vez en un gobierno autonómico, con la vista puesta en las elecciones andaluzas, para las que apunta como posible candidata Macarena Olona, diputada en el Congreso por Granada aunque nacida en Alicante.

En las elecciones del 13F, Vox ha visto aumentar su voto en 10-13 puntos porcentuales en todas las provincias salvo en Soria, donde el triunfo de Soria ¡Ya! dejó poco espacio a que otros emergieran. Obtuvo resultados similares con independencia del tamaño del municipio, en torno al 17 %, tanto en los pueblos de menos de 500 habitantes como en las ciudades de más de 50.000. En este mapa interactivo se puede consultar la proporción de votos que ha ganado Vox en cada municipio de Castilla y León respecto a 2019.

Su auge se ve en la letra pequeña de los municipios, algunos muy modestos. Vox ha pasado de ser el partido más votado en un único municipio (Villán de Tordesillas, en Valladolid), a serlo en 80. En ocho de ellos con más del 50 % de los votos, todos pueblos de menos de 100 habitantes salvo el citado Villán de Tordesillas (123 vecinos), donde pasó del 41 % al 53 %. La localidad donde ha ganado con mayor holgura es también vallisoletana, Ramiro, con 16 de los 27 votos emitidos (un 59,2 %). Y son de Valladolid los municipios más grandes donde Vox ha sido el más votado: Boecillo, Villanubla y Fuensaldaña.

Entrar en gobiernos de coalición es el nuevo ciclo

Los acuerdos necesarios para hacer presidente de nuevo a Mañueco han abierto un nuevo frente en la política española. La decisión que tendrá que tomar el PP de pactar o no con Vox se convertirá en un arma electoral ante las próximas elecciones en Andalucía y las municipales, autonómicas y generales de 2023.

"La aspiración parece clara: intentar entrar en el gobierno", sostiene Eduardo Bayón. "Vox tiene el incentivo de legitimarse como fuerza gubernamental, aunque tiene riesgos, y el principal es convertirse en fuerza subalterna como socio minoritario", que cree que podrían paliar con las tres o cuatro consejerías "que pueden vender muy bien a su electorado en la llamada 'batalla cultural', con temas de educación, políticas de igualdad o memoria democrática".

Esa posibilidad compensa los riesgos de desgaste que sufre el socio pequeño de toda coalición y que le pase factura en las elecciones andaluzas o en las municipales y autonómicas del año que viene, coincide Simón. "Es imposible que Vox se desgaste de aquí a 2023 por entrar en gobiernos autonómicos, porque no da tiempo y porque se encuentran en un momento al alza, y eso es una ventaja para un nuevo partido", considera.

De hecho, para ambos politólogos, es el PP quien tendrá un problema si no forma una coalición porque ahora aumenta la tensión competitiva entre ambos partidos. Y ante la tesitura de romper las negociaciones y volver a tirar los dados en una repetición electoral, Vox llegaría con viento a favor y el PP se arriesga a perder una victoria que ha logrado por un solo punto de ventaja con el PSOE.

El cordón sanitario "llega tarde"

Tampoco ven recorrido estos analistas políticos a la cuestión del cordón sanitario a Vox que ha emergido esta semana y que para ambos "llega tarde". El partido de extrema derecha ya ha normalizado su presencia en las instituciones desde el momento en que sustenta mayorías de gobierno, aunque no forme parte del Ejecutivo, y con el precedente de la consejera Mabel Campuzano, ex de Vox que, tras la moción de censura fallida en Murcia, tomó la cartera de Educación en el gobierno del PP de Fernando López Miras.

Incluso, a Vox también le convendría ese cordón sanitario de un eventual acuerdo entre PSOE y PP porque, "en un momento de reconfiguración total del espacio político y con Podemos como parte del gobierno, dejaría a Vox a nivel nacional y en Castilla y León como principal partido de la oposición", señala Eduardo Bayón.

Así están las cosas, aunque el ruido político seguirá. El lema de la campaña de Vox en Castilla y León fue "Siembra", un guiño al campo en una región despoblada y ligada en el imaginario colectivo al granero de votos de la derecha. Y es lo que apunta a hacer el partido de Abascal: seguir plantando semillas para recoger una buena cosecha la próxima vez que se abran las urnas.