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Viaje a Stonehenge, la misteriosa joya arqueológica que cautiva 4.000 años después

 Reportaje   Cinco Continentes  

El Museo Británico dedica a este monumento su mayor exposición en muchos años y trata de ponerlo en un contexto europeo

Visitamos esta estructura megalítica que, 4.000 años después de su construcción, sigue guardando grandes hitos a descifrar

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Reportajes 5 continentes - La eternidad de Stonehenge

Al entrar en el Museo Británico, en el suelo, se puede leer: "Y deja que tus pies/se afinquen por milenios/en medio del conocimiento". Los versos de Alfred Tennyson describen a la perfección la sensación que se tiene al llegar a Stonehenge, el monumento neolítico ubicado en la planicie de Salisbury que, 4.000 años después de su construcción sigue conteniendo misterios. La ciencia trabaja para descifrarlos y, cuando faltan explicaciones científicas, buenas son las poéticas, porque este lugar -que va a ser objeto de una gran exposición en el museo londinense- tiene mucho de mágico.

Stonehenge, en una descripción física estricta, son cuatro círculos concéntricos de piedras rodeados por un foso. A partir de ahí, se despliega el acertijo. ¿Por qué pusieron las rocas así? ¿Para qué servía este punto? ¿Cuál era su función? ¿De dónde trajeron estas piedras? ¿Quiénes las trajeron? ¿Cómo vivían esas personas, nuestros ancestros, hace tantos miles de años?

La ambiciosa exposición del Museo británico, comisariada por Neil Wilkin, responsable de las colecciones europeas del neolítico y la edad de bronce que nos acompaña en este viaje, tratará de dar respuestas poniendo el monumento en un contexto más amplio: regional, ya que la zona es rica en yacimientos arqueológicos como los de Avebury o Dorset; e internacional, puesto que se han demostrado conexiones entre las comunidades que vivían en Gran Bretaña y otras del continente.

Stonehenge y su carácter ceremonial

Stonehenge es un calendario. Las piezas que lo componen no están colocadas de forma aleatoria, sino de una forma tan precisa que marcan el ritmo con el que se suceden las estaciones del año, en una conexión perfecta con el sol y con la luna. Un templo astronómico, importante para comunidades que vivían en estrecha relación con la tierra. "Los ritos al sol son importantes en toda Europa y de hecho, las comunidades que aquí comenzaron a trabajar la agricultura venían del continente como se ha demostrado con distintos enterramientos hallados en la zona", explica Wilkin. En la exposición, de hecho, se puede ver el Disco de Nebra llegado desde Alemania, una pieza que data de hace 3.600 años y que supone la primera representación de las estrellas y el cosmos en la Historia.

Este lugar ritual aún hoy sigue atrayendo a miles de personas en cada solsticio de invierno y verano para celebrar ritos paganos, como si fueran druidas celtas, aunque parece que esos chamanes pasaran por aquí.

De lo que no cabe duda, aunque las hipótesis sobre su función sean varias, es de que tenía carácter ceremonial. No es habitable y no podía defenderse. Otra teoría es que fuera un sitio para ritos funerarios -se han encontrado restos humanos en los alrededores; o incluso que fuera punto de peregrinación sanatorio a donde enfermos de toda Europa acudían a sanarse al contacto con sus piedras azules, traídas desde Gales, de una zona a 250 kilómetros.

El monumento Stonehenge visto al amanecer

El monumento Stonehenge visto al amanecer Museo Británico de Londres

¿Cómo transportaban esas piedras? Y sobre todo ¿Por qué? "Evidentemente tenían que estar motivados por algo. Esto sería como un templo, como una iglesia, quizá por eso su interior está bastante limpio, se han encontrado objetos en los alrededores, pero este lugar era especial. Quizá los que lo construyeron estaban en una especie de peregrinación, como quien hoy en día va a la Meca", explica la guía Susan Greney. Lejos de nosotros en el tiempo, quizá no lo estaban tanto en sus planteamientos. También les preocupaba la salud, su bienestar, el futuro.

No hay textos escritos en aquella época, tal vez por eso, Stonehenge, construida en el mismo tiempo que la Esfinge de El Cairo, sigue siendo en muchos sentidos un misterio que alimenta leyendas, un reto para arqueólogos que utilizan tecnología de vanguardia para seguir descifrando secretos ocultos tras esas piedras, bajo esas tierras. Muchos, quizá, nunca llegaremos a desentrañarlos y en parte, ese es su atractivo.

Una exposición con piezas de toda Europa

La exposición del Museo británico está compuesta por 430 piezas llegadas de distintos países: Alemania, Irlanda, Italia o Francia. Porque Stonehenge trasciende a Whiltshire y va más allá del Reino Unido. "Se piensa en Stonehenge como un monumento inglés, británico, pero cuando lo estudias se ven tentáculos por toda Europa. Esto está en el corazón de esta exposición", comenta Wilkin. Se quiere demostrar así la interconexión que había entre pueblos de toda Europa y que hace que no se pueda entender el lugar sin ese contexto más amplio.

De hecho, lo determina, ya que en ese momento comenzaron a llegar del continente metales, nuevos materiales, se extendió la agricultura, se abrieron nuevas rutas comerciales. Se produjeron, en definitiva, grandes cambios sociales y tecnológicos que, posiblemente llevaron, con el establecimiento de una nueva era, al final de este icónico monumento como epicentro ceremonial.

La exposición del Museo británico sobre Stonehenge está compuesta por 430 piezas llegadas de distintos países

La exposición del Museo británico sobre Stonehenge está compuesta por 430 piezas llegadas de distintos países Museo Birtánico de Londres

"Es imposible traer Stonehenge a un museo en Londres y eso que lo hemos intentado", bromea Neil Wilkin. En su defecto, otra de las piezas clave es Seahenge, un templo análogo, pero en madera, procedente de Norkolk. Lo que sí que es posible es que una exposición como esta despierte el interés por visitar el monumento y la zona en el que se ubica. Esa es la idea. Y ahí entra The Great West Way que ha diseñado una especie de 'Ruta 66 británica', que va desde Londres a Bristol, pasando por toda esta zona de inmenso valor arqueológico y natural.

Stonehenge, decía en uno de sus poemas Seasson Siegfried, "es el pasado sin techo. Un lugar cuya quietud sobrevivirá a las nubes de la Historia que se precipita por encima de ellas".