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El vertido del agua de Fukushima, un plan "seguro" para Japón y la "opción más barata" para las ONG

  • El agua se procesa en circuitos que retiran hasta 62 materiales y Japón defiende que cumplen con la normativa
  • Las asociaciones se preocupan por las consecuencias del tritio y del carbono-14, dos isótopos que no pueden eliminar

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Según la Asociación Nuclear Mundial, hay 1,3 millones de metros cúbicos de agua almacenados
Según la Asociación Nuclear Mundial, hay 1,3 millones de metros cúbicos de agua almacenados

Desde este lunes, un equipo del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) revisa en Japón los planes sobre el vertido del agua contaminada y tratada de la central nuclear de Fukushima en el Océano Pacífico, lo que ha reavivado el debate de esta polémica decisión. Anunciada por el Gobierno japonés el pasado mes de abril como un proyecto "seguro", la medida no convence a las ONG. Para el experto nuclear de Greenpeace en Asia Oriental, Shaun Burnie, se trata de "la opción más barata".

Los núcleos de los reactores dañados de la central de Fukushima Daiichi en 2011 son enfriados constantemente con agua marina, que queda contaminada de isótopos radiactivos. Esta se procesa en circuitos llamados ALPS (Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos), capaces de retirar hasta 62 de estos materiales, pero que no pueden eliminar ni el tritio ni el carbono-14. Hasta ahora, este agua se almacena en 1061 grandes bidones dentro de la central nuclear.

Según los últimos datos de la Compañía Eléctrica de Tokio (Tepco), se espera que alcancen su capacidad máxima este verano. De acuerdo con lo comunicado por la Asociación Nuclear Mundial a RTVE.es, actualmente hay 1,3 millones de metros cúbicos de agua guardados alrededor del emplazamiento de Fukushima Daiichi, "una situación única". Por ello, el proceso del vertido, previsto para dar comienzo en 2023, tardará "varias décadas".

El Gobierno japonés ha asegurado que esta práctica no reviste riesgo, que es la solución más apropiada y que se realiza de forma rutinaria en otras instalaciones. Sin embargo, la industria pesquera local, los países vecinos y las ONG se han opuesto al considerar que es un peligro para la salud humana y para el medio ambiente. “No son vertidos nucleares rutinarios. Es agua contaminada producida como resultado de la fusión de tres nucleos de reactores”, apunta Burnie a RTVE.es. "Y la radiación en los vertidos previstos es más que el tritio", añade.

Un vertido sin precedentes que cumple con la normativa

Para la portavoz de Ecologistas en Acción, Cristina Rois, la noticia de este vertido es “preocupante”. De acuerdo a lo que declaró en RNE, se desconoce cómo interaccionarán los isótopos radioactivos de larga vida, contenidos en el agua contaminada, con la biología marina. “No tiene precedentes”, señaló. Por su parte, Tepco defiende que las sustancias radiactivas que contiene el agua cumplen la normativa gubernamental.

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“La concentración de C-14 en el agua tratada cumple las normas reguladoras del gobierno. Es de 42,4 Bq/litro, lo que está por debajo de la norma reglamentaria, de 2.000 Bq/litro”, sostiene la empresa en su página web. “Si un adulto bebiera aproximadamente 2L de esta agua cada día durante un año, su dosis anual sería de aproximadamente 0,021 milisieverts”, explica.

La cantidad de tritio es de 3 a 4 gramos

Respecto al tritio, un isótopo radiactivo del hidrógeno, Tepco señala que garantizará “la salud y la seguridad” al diluir "el agua más de 100 veces para que la concentración de tritio sea muy inferior a las normas", menor de 1.500 Bq/L. Algo que confirma la Asociación Nuclear Mundial, que sostiene que los niveles de tritio en los depósitos son muy bajos: "En total, entre los 1,3 millones de toneladas de agua, la cantidad de tritio es de 3 a 4 gramos".

La empresa nipona asegura, además, que la descarga en el mar “se iniciará cuidadosamente en pequeños volúmenes” y que se vigilará de cerca sus efectos. “En el caso improbable de que un fallo impida que los equipos de transferencia y de dilución funcionen como se espera, se detendrá inmediatamente el vertido”, señala.

"Japón tiene la política, la regulación y las normas más estrictas con respecto a la contaminación radiactiva", cuenta un empleado de la Agencia de Energía Atómica (JAEA) de Japón a RTVE.es. Según el joven, que lleva casi una década trabajando en esta institución, "el Gobierno trabaja muy duro, y es transparente, para asegurarse de que la contaminación radiactiva en los alimentos y el agua se mantiene al mínimo".

Consecuencias para la salud, medioambientales y económicas

Por el contrario, Greenpeace Japón insiste en que ya existe una previa contaminación radiológica derivada de la catástrofe que no se ha tenido en cuenta. Asimismo, sostiene que aspectos como que la vida media del carbono-14 es de unos 5.730 años se han olvidado, algo que conllevaría que este material llegase “a las poblaciones locales, regionales y mundiales durante muchas generaciones”. Según Burnie, Japón y Tepco tampoco han evaluado los riesgos del tritio "de forma exhaustiva" y a largo plazo, sino que "los descartan incorrectamente".

En cuanto al tritio, el experto menciona su capacidad de unirse a los componentes celulares para formar tritio unido a órganos (OBT) y su partícula beta de corto alcance, "lo que significa que puede dañar el ADN". "Sabemos que se bioacumula en mejillones y peces. Se ha demostrado que tasas de dosis tan bajas como 10 μG.h-1 causan daños genotóxicos en el mejillón azul", explica.

El nivel de exposición a estos materiales depende de múltiples variables, entre las que se incluyen la concentración y la rapidez con la que se dispersa, la forma de vida y el tipo de radionucleido liberado y cómo se concentra a medida que se desplaza. Estas concentraciones, dice, tienen una importancia directa para quienes pueden consumirlas, como los seres humanos. Por ejemplo, el carbono-14 y sus factores de concentración de 5.000 en peces pueden "provocar la muerte de las células o mutaciones potencialmente heredables".

¿Quién quiere comer pescado envenenado?

Pero el vertido afecta también a la economía de las comunidades pesqueras, que desde hace tiempo se oponen a este tipo de prácticas tanto por el daño a sus poblaciones de peces como por el provocado hacia la opinión pública, incapaz de poder consumir con seguridad sus productos. Ante esto, Haruo Ono, uno de los pescadores de Fukushima, se pregunta: "¿Quién quiere comer pescado envenenado?". En una entrevista con Greenpeace Japón, Ono relata que "los peces por fin empiezan a volver después de diez años", pero se cuestiona, si echan tritio en el agua, "¿quién va a comprar esos peces?".

Sin embargo, tanto la Asociación Nuclear Mundial como Tepco defienden que las aguas residuales contaminadas se verterán a 1 km de la costa, en una región sin derechos de pesca. En la práctica, no habrá una contaminación significativa de los peces de la región, señala la organización internacional, que considera que "no debería haber ningún impacto práctico en el medio ambiente".

Además, el empleado de la JAEA, que dice comer "constantemente pescado y arroz de Fukushima", narra haber podido realizar mediciones de radioactividad en varias ocasioness que tuvieron un resultado "no diferente al de otros peces que puedas comprar en cualquier otra parte del mundo".

Las alternativas: guardar, enterrar o evaporar el agua

Tepco presentó un informe al Gobierno japonés en el que exponía las posibilidades a la hora de disponer el agua de Fukushima. En dicho dosier, la empresa japonesa alude a cinco métodos de eliminación (inyección en la geosfera, vertido en el mar, liberación de vapor, liberación de hidrógeno y enterramiento), pero explica que la inyección, la liberación de hidrogéno y el enterramiento "presentan demasiadas cuestiones sin resolver".

Asimismo, la compañía menciona la falta de espacio como el principal inconveniente del almacenamiento de las aguas residuales: "Por estas razones, la descarga en el mar y la liberación de vapores son las opciones prácticas, ambas con precedentes en la práctica actual". Oberva la misma situación el trabajador de la JAEA, quien añade que dicho almacenamiento puede conllevar riesgos medioambientales. "Por ejemplo, habría que tener en cuenta el impacto medioambiental si uno o varios de esos depósitos se agujerearan y el agua se vertiera en las tierras de cultivo", explica.

"O, en cuanto a la seguridad, habría que considerar cómo proteger estos tanques de ataques terroristas", apunta. No obstante, estos argumentos no convencen a las ONG. "Hay alternativas. Tepco ha escogido la que cree que es la opción más barata", sugiere el experto en energía nuclear.

El desastre de Fukushima, diez años después

Según Burnie, el análisis de Greenpeace del informe del Subcomité del Ministerio de Economía, Comercio e Industria (METI) de Japón muestra que Tepco entendía que era posible un almacenamiento adicional para el agua contaminada más allá de 2022, pero que lo descartó porque requería "una cantidad sustancial de coordinación y tiempo".

En la actualidad, el coste anual del almacenamiento de agua es de algo más de 100.000 millones de yenes (900 millones de dólares). Por ello y aunque un almacenamiento más prolongado del agua tratada con ALPS reduciría el peligro radiológico debido al tritio, que tiene una vida media corta (12,3 años) y se diluiría de forma natural, el Gobierno descartó finalmente esta opción.

¿Merece la pena la energía nuclear?

A finales de 2021, la Comisión Europea publicó la nueva "lista verde", una en la que la nuclear y el gas se incluyeron dentro de la categoría de energías de transición. La institución considera que tienen un papel clave porque no producen apenas emisiones de dióxido de carbono, a diferencia de los combustibles fósiles como el carbón. Pero, al recordar catástrofes como la de Fukushima y su ahora polémica gestión de residuos, cabe preguntarse si merece la pena.

Para la Asociación Nuclear Mundial, la energía nuclear supone "una muy buena alternativa a los combustibles fósiles". "Incluso si se incluyen Fukushima y Chernóbil, la seguridad de la generación nuclear es comparable a la de muchas otras formas de generación de bajas emisiones de carbono, y significativamente mejor que la hidroeléctrica", opina. La organización insiste en "situar a Fukushima en su contexto" y en que, a pesar de las evacuaciones, no hubo ningún impacto perceptible en la salud de la población.

"En comparación, la generación de combustibles fósiles produce importantes impactos en la salud durante su funcionamiento habitual", siendo las emisiones de partículas de las centrales de carbón especialmente dañinas. La organización Sandbag estima que en Europa las centrales de carbón contribuyeron a casi 20.000 muertes prematuras en 2015, solo por su funcionamiento normal. Además, "los diseños de los reactores modernos que se construyen hoy en día también tienen características de seguridad mejoradas".

Por su parte, el empleado de JAEJA opina que "todas las catástrofes nucleares están relacionadas con errores humanos, no son comunes". Por lo que "la energía nuclear puede ser sin duda una forma muy segura de producir electricidad" si las políticas gubernamentales son "estrictas" y actualizadas. Por el contrario, Burnie no se pregunta si habrá otra fusión de reactores, "sino cuándo": "Hasta 2021, 24 reactores nucleares de todo el mundo han sufrido lo que denomina daños en el núcleo del reactor, y 12 de ellos son de energía nuclear".

La única manera de evitar el próximo desastre, dice, es el rápido abandono de la energía nuclear en todo el mundo. Igualmente, el experto opina que "por cada euro que se gasta en energía nuclear se empeora la crisis climática". "Para generar el mismo kilovatio de electricidad un país puede hacerlo mucho más barato y más rápido con energías renovables solares y eólicas", señala.