Millones de toneladas de residuos sanitarios, otra secuela de la pandemia
- La irrupción del virus ha duplicado el volumen de desechos plásticos; la mayoría, productos de un solo uso
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La pandemia de COVID-19 también está teniendo un enorme impacto medioambiental, con un volumen de residuos desorbitado. Según un informe publicado recientemente por la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde que comenzó la crisis originada por el coronavirus, en todo el planeta se generan cada día 1,6 millones de toneladas de basura sanitaria, que se suman a la ingente cantidad habitual de desechos derivados de la actividad humana.
En líneas generales, la pandemia ha duplicado el volumen de residuos plásticos, la mayoría provenientes de productos de un solo uso, como los test de antígenos o las mascarillas. Son estas últimas las que mayores problemas medioambientales están planteando, ya que representan uno de los elementos indispensables en la lucha contra el virus, y además cuentan con una vida útil muy corta, por lo que el volumen generado es descomunal.
Según las últimas estimaciones, se desechan unos 129.000 millones de mascarillas al mes en todo el mundo. "Hay que pensar que una mascarilla quirúrgica, que es la que utiliza a diario la mayor parte de la población, es un producto que no se puede reciclar, y puede tardar más de 100 años en descomponerse si llega a la naturaleza. Generan un gran impacto y las estamos usando de manera masiva", expresa a RTVE.es Luis Suárez, portavoz de la organización ecologista WWF.
En los últimos meses, la presencia de mascarillas tiradas en el suelo se ha convertido en una estampa habitual, especialmente en zonas urbanas. Sin embargo, el verdadero impacto no está tanto en las ciudades, donde tarde o temprano la mayor parte de esos residuos serán retirados, sino en otros espacios más vulnerables. "Si solo una pequeña fracción de esas cantidades llega al mar, que es donde se acaba concentrando toda esa contaminación, pues el impacto es todavía mayor del que ya tenemos. Estamos castigando los mares de una forma dramática. Hay una estimación que habla de una media de 100 millones de toneladas de plásticos al año que se vierten al océano, y muchos de estos plásticos son productos de un solo uso, desechables", relata Suárez.
En el caso de los test de antígenos, de los que solo en España se han vendido millones de unidades en las últimas semanas, hay un problema añadido. Una vez utilizados, pueden estar contaminados por COVID-19, por lo que están considerados residuos especiales, y no pueden depositarse en los Puntos SIGRE de las farmacias, el pequeño contenedor donde es posible llevar los medicamentos caducados para evitar que contaminen al medio ambiente. ¿Dónde acaban entonces estos dispositivos de un solo uso que no pueden reciclarse? En la bolsa de basura orgánica, por lo que su destino final son vertederos o incineradoras.
Problemas con la gestión de los residuos
Pero mascarillas y test de antígenos no son los únicos restos visibles del paso del virus, ya que a estos elementos hay que sumar otros que se han empleado con profusión en los últimos dos años, como geles hidroalcohólicos, guantes, batas, viales de vacuna, jeringuillas... Muchos de ellos se han restringido el ámbito sanitario, y al menos ahí existen protocolos para su recolección y tratamiento. Sin embargo, según la OMS, el 30% de los centros sanitarios (el 60% en los países menos adelantados) no están equipados para gestionar los residuos habituales, y la pandemia no ha hecho más que agravar esta carencia.
Según el organismo internacional, estos desechos mal gestionados también afectan a la salud, porque exponen a los trabajadores sanitarios a posibles lesiones por pinchazos de agujas, quemaduras y microorganismos nocivos, a la vez que repercute en las personas que viven cerca de vertederos y lugares de eliminación incorrecta de residuos debido a la contaminación del aire, la mala calidad del agua o las plagas portadoras de enfermedades.
Los residuos generados por las campañas masivas de vacunación COVID también representan un grave problema que ha crecido de manera explosiva en el último año. El informe publicado por la OMS calcula que las 8.000 millones de dosis administradas hasta ese momento habían generado 143 millones de toneladas de residuos, sobre todo restos de viales y jeringuillas. Es de esperar que ahora que se llevan administradas más de 10.000 millones de dosis, la cifra haya aumentado proporcionalmente.
Gestionar el flujo de desechos sanitarios
La Organización Mundial de la Salud advierte del peligro potencial de estos residuos para la salud del planeta, e insta a establecer un flujo adecuado en la producción, utilización y desecho de los recursos sanitarios, para minimizar un impacto medioambiental que permanecerá varias décadas. Si en los primeros compases de la pandemia el vertido y la incineración fue el destino principal de este tipo de basura, cada vez está más clara la necesidad de un modelo circular de gestión en el que prime la reutilización, con el empleo de materiales reciclables o biodegradables, y la utilización de técnicas esterilizantes como el autoclave.
Pero, en última instancia, los ciudadanos deben ser parte activa en este proceso. El portavoz de WWF, Luis Suárez, apela al compromiso individual para afrontar un reto semejante. "El primer paso sería un uso responsable, una elección de productos que sean reutilizables en la medida de lo posible, por ejemplo, intentar usar mascarillas que con todas las debidas características de seguridad sanitaria puedan ser reutilizables varias veces", apunta, al mismo tiempo que incide en cuidar "el tratamiento que hacemos con estas mascarillas y otros productos de un solo uso a la hora de eliminarlos, de tirarlos en el contenedor adecuado y no de cualquier manera".