Raquel Alonso, la mujer que se enfrentó a la yihad: "Mi exmarido sale de prisión y necesitamos protección"
- La justicia española retira por primera vez la patria potestad a un yihadista en una sentencia pionera
- Alonso exige que se le devuelva la protección tras recibir amenazas de muerte y agresiones físicas
Raquel Alonso teme por su integridad física y la de sus hijos desde la madrugada del 16 de junio de 2014, cuando la policía echó abajo la puerta de su casa para detener, por pertenecer a una organización yihadista, a su exmarido. Su vida corre peligro porque es una de las pocas mujeres en España que se ha enfrentado al yihadismo. Declaró en el juicio contra el grupo terrorista en el que estaba su expareja, que ahora está a punto de salir de prisión. Pide a las autoridades españolas que se les ponga seguridad, ya que tanto ella como su hijo mayor son testigos protegidos: "Estaba obligada a declarar por el bien de la sociedad, pero ahora me siento completamente sola".
"Iré a dónde haga falta para exigir protección y si tengo que ir al Tribunal de Justicia de la Unión Europea lo haré", asegura Alonso, que ha conseguido que la justicia le quite la patria potestad a su exmarido, Nabil Benazzou, condenado por pertenencia a una organización terrorista.
RTVE ha tenido acceso a esta sentencia pionera en España que podría marcar un precedente en Europa. Sin embargo, para Alonso se trata una victoria con sabor agridulce. Por un lado, aplaude el haber salvado a su hija de un padre que se considera "con una misión de Alá" y, por otro, teme las represalias. "Le acabo de quitar su hija y se va a vengar", dice preocupada. "Estamos totalmente desamparados. No tenemos protección y en cuanto él tenga algún beneficio penitenciario mis hijos y yo estaremos completamente expuestos", añade.
Raquel atiende a RTVE.es en la terraza de un restaurante en un barrio de la capital. Elige la mesa del fondo, antes de empezar se asegura de no llevar el móvil en silencio y lo deja encima de la mesa. "Con mis hijos nos llamamos y nos escribimos mil veces al día para asegurarnos de que estamos bien", confiesa esta madre que lleva años viviendo aterrorizada.
Casada con en el enemigo
Alonso convivió con su el padre de sus hijos durante 20 años hasta que la policía irrumpió en su casa una madrugada. Un episodio que supone el final de una tormentosa pesadilla de cuatro años de convivencia con un yihadista, pero el principio de una carga que no ha dejado de soportar sobre sus hombros. Todo lo vivido lo plasma en su libro Casada con el enemigo y su experiencia le está sirviendo para apoyar a otras víctimas indirectas del yihadismo a través de la Asociación contra el Radicalismo Extremista y Víctimas Indirectas (ACREAVI), organización que fundó y preside en estos momentos.
Alonso sigue buscando explicación a cómo su vida dio un giro tan inesperado. "Lo conocí en una discoteca", recuerda el inicio de su relación. "Todo comenzó cuando murió su padre y cuando volvimos comenzó a ir a rezar en la mezquita", cuenta.
Tiene paciencia para volver a relatar, una vez más, el periplo de su destino. Lo explica todo al detalle y cada matiz es importante. "Mi marido comenzó yendo a la mezquita y a los tres años soñaba con que nos fuéramos a Siria. Yo sospeché, había muchas cosas raras y, poco a poco, su actitud comenzó a preocuparme, pero necesitaba hacer las cosas bien para proteger a mis hijos".
“Mi marido comenzó yendo a la mezquita y a los tres años soñaba con que nos fuéramos a Siria“
De hecho, Benazzou ha perdido ahora la patria potestad de la menor porque, según la sentencia, intentó radicalizar a sus hijos. "Me enteré después de que a Dani (nombre ficticio) con 13 años le enseñaba videos de combatientes en Siria y a la niña le pedía vestir ropa discreta, no quería que fuese a la piscina ni que viese la televisión. Pretendía que adoptase actitudes de buena musulmana", explica la madre.
Amenazas, seguimientos, agresiones e intentos de homicidio
La Audiencia Nacional dictó en 2016 una sentencia que fue confirmada por el Tribunal Supremo en 2017 por la que Benazzou fue condenado, junto con otros ocho acusados, como autores criminalmente responsables de un delito de integración en organización terrorista.
Formaban parte de una estructura, integrada en las franquicias de Al Qaeda, localizada en Madrid conocida como “Brigada Al Andalus”. Esta célula yihadista desarrollaba labores de captación, radicalización, adoctrinamiento y posterior envío de voluntarios radicalizados para llevar a cabo operaciones de naturaleza terrorista. Incluso, tenían planificada su partida a Siria, que se vio frustrada por las detenciones en junio de 2014, y que provocó la desarticulación de la célula por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
"Leí la sentencia de su condena, más de 29 tomos en dos días y a medida que avanzaba con la lectura se me caía el mundo encima", recuerda aquellos días como un punto de inflexión que ha marcado su vida. Rememora su pesadilla y las dificultades para encontrar un trabajo, alquilar una casa y los problemas que han tenido sus hijos para ir a la escuela. "Quedamos tachados para siempre y estigmatizados", aclara. Todo esto en un clima de inseguridad: "Amenazas, seguimientos, agresiones e intentos de homicidio en la carretera con mi hija", enumera.
“Quedamos tachados para siempre y estigmatizados“
Ahora se encuentra con que faltan tres meses y medio para que su exmarido cumpla con la condena de ocho años de cárcel y que esto ocurre en un momento donde ni ella ni sus hijos tienen la protección policial que hasta hace un año tenían reconocida. Además, esto coincide con que la justicia le ha quitado la patria potestad de la niña, un hecho que sabe no le va a perdonar.
Primero tuvo escolta y luego contravigilancia, pero en mayo de 2021 recibió un escrito de la Audiencia Nacional comunicándole que le quitaban la protección. Ha presentado 25 denuncias por amenazas de muerte y agresión, entre otras. "Nos quitaron la protección, pero nosotros seguimos recibiendo amenazas de muerte", dice Alonso. Hace dos semanas recibió en su buzón un papel con una niña dibujada que ponía: "Tu hija tiene una misión con Alá".
Ella asegura que ha aprendido a protegerse haciendo cursos de defensa evasiva, defensa personal, lleva siempre un spray de pimienta y evita coger los mismos itinerarios. Pero le duele ver cómo sus hijos se han encontrado desamparados, sin estudios, ni trabajo, ni apoyo psicológico. "Tienen derecho a tener una vida normal", asevera. Por eso, asegura que se ve en la obligación de dar la cara y luchar por sus hijos: "Yo era la mujer del terrorista y ellos los hijos del terrorista. No pueden cargar con la mochila que les ha dejado su padre", afirma.
"No somos consideradas víctimas de terrorismo"
"Yo soy víctima de terrorismo. Yo tengo amenazas porque declaré contra ellos y lo consideré un deber social porque eran nueve terroristas peligrosos. Me han llegado a considerar un caso de violencia de género cuando hay una sentencia que dice que es un caso de terrorismo y no de violencia de género", explica así la necesidad de que se les reconozca como víctimas de yihadismo. Su asociación calcula que las víctimas españolas rondan el 60 %, frente al casi 40% que tienen algún miembro de procedencia árabe.
Lo más complicado ha sido canalizar el dolor de los hijos y tirar para adelante "solas", pero puede asegurar que en menores son traumas y secuelas que pueden llegar a durar toda la vida. Alonso trabaja con universidades, con las fuerzas de seguridad del Estado, intentando aportar la mayor información posible dentro de su experiencia de vida con su exmarido y de lo que aprendió de todos esos libros que él le traía, así como la información que le daba.
Quiere seguir ayudando en la lucha contra el terrorismo yihadista, sin embargo, en este momento, vuelve a alzar la voz para que se le brinde la protección necesaria.