Los ucranianos, entre el miedo y la resistencia: "Mi sobrino se ha alistado sin saber disparar. Nadie va a rendirse"
- Los habitantes de Kiev resisten el tercer día de asedio en refugios antiaéreos y con familias divididas
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Los habitantes de Kiev resisten el tercer día de asedio a la capital en una escalada de tensión marcada por los bombardeos, el acoso de los tanques y los combates callejeros sin tregua entre las tropas rusas y el ejército ucraniano. En paralelo, miles de personas escapan de Ucrania huyendo de la guerra en un éxodo hacia Polonia y Rumanía.
La vida cotidiana se ha quebrado para la población civil: los ciudadanos se desplazan a los refugios antiaéreos situados en el metro y los sótanos de las casas donde pasan las noches en vela. Fábricas y comercios de todo el país han echado el cierre. Un infierno al que se suma la división de familias enteras: los hombres de entre 18 y 60 años está siendo llamados a filas o se ofrecen como voluntarios para frenar el avance ruso.
Es el caso de Valera, un joven que pasó varios veranos en Valencia. Se ha presentado como soldado voluntario y describe en perfecto español como se encarga del control de pasaportes y de la evacuación de niños a lugares seguros.
Otras personas como Anhelina han decidido abandonar Kiev tras resistir la situación crítica durante tres angustiosos días, aunque cruzar la ciudad asediada supone afrontar un laberinto de controles."El metro no funciona y no es seguro", afirma desde el pasillo de su casa donde permanece alejada de las ventanas por el peligro de deflagración.
Mientras, la periodista y docente Olga Tarnovska se encuentra radicada junto a su madre en un refugio a unos 10 kilómetros de la capital, enfrentando la diáspora familiar: su padre, de 70 años, se encuentra en las barricadas y su sobrino de 21 años "que no sabe disparar" se ha sumado a los combates.
"La gente se está refugiando. Nadie está dispuesto a rendirse. Necesitamos ayuda. El ejercito ucraniano controla casi todo pero no es suficiente", radiografía en una entrevista a RTVE. Y hace suyo el mensaje del presidente Zelenski que ha hecho un llamamiento este sábado a "mantener Kiev". "Es una guerra sin reglas, han venido a matar", añade Tarnovska que con la ayuda de las milicias acondiciona locales para el refugio de mujeres y niños diseminados por los alrededores.
Kiev, una ciudad fantasma
La capital es una ciudad fantasma con una calma tensa donde el toque de queda se ha adelantado a las 17:00 horas y solo permanecen abiertos algunos comercios y farmacias. Muchos ciudadanos están atrapados entre el miedo y la resistencia a la espera de la evolución del conflicto, pendientes de los aullidos de las sirenas para ponerse a salvo.
Kolia, un taxista, está dispuesto a tomar un arma aunque se queja de que las autoridades no quieren repartirlas entre la población. "No es verdad que sea suficiente con un pasaporte. Yo me iría ahora mismo a primera línea. Yo creo que nuestro Gobierno quiere entregar el país", señala a EFE, al tiempo que critica a Occidente por dejar sola ante el peligro a Ucrania.
Masha, trabajadora en un céntrico hotel, señala que nunca ha tenido nada en contra de los rusos, pero esta invasión no se la perdonará "nunca".
El traductor Maxim Afanasiev se encuentra junto a su mujer y su hija en una ciudad a 300 kilómetros de Kiev donde aún no han llegado los enfrentamientos, pero augura que si "alguien no para esto" podría ser llamado a filas. "Es algo para lo que nunca estás preparado", cuenta a RTVE.
Mientras continúa la riada de miles de ucranianos que intentan salir del país hacia el oeste, en un intento de escapar del cerco de los bombardeos.
La profesora de español Natasha Ivzhenko no puede contener las lágrimas al recordar su huida con lo puesto desde una asediada Kiev hacia zonas más seguras en el campo. "Pasamos la noche en vela escuchando explosiones y disparos", se derrumba.