Doctrina Putin: la confrontación de Moscú con la OTAN "es solo el principio"
- La Doctrina Putin es que hay que aprovechar ahora el declive de los EE.UU. y sus aliados
- Los ciudadanos ucranianos son las grandes víctimas; los rusos son otras víctimas
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Запад (Zapad) significa oeste, Occidente, en ruso. Y es un concepto ubicuo en la retórica gubernamental rusa. El imaginario que se ha construido es que Occidente mantiene con Rusia la obsesión que tuvo con la URSS (no les falta razón) y que a partir de ahí casi todos los males que aquejan a la sociedad rusa tienen su origen de una manera u otra en la maldad del Zapad. Occidente, sostiene esa lógica, no cesará hasta acabar con Rusia como lo hizo con la URSS.
Cuando Vladímir Putin llegó a la presidencia de Rusia, en enero de 2000, heredó un país sumido en una profunda depresión económica y moral por el declive que arrancó a finales de los años 80 y llevó a la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. A todos los efectos la mayor de aquellas repúblicas, Rusia, heredó el legado de la URSS. Incluida su derrota en la Guerra Fría contra Estados Unidos y todo Occidente.
En los pocos meses que Putin estuvo de primer ministro lanzó la segunda guerra en la república rebelde de Chechenia. Y se propuso que no iba a haber una tercera en su vida, él, a diferencia de Yeltsin, los perseguiría hasta "la taza del váter". Arrasó Grozni, la capital. Lo vi. A la periodista que mejor documentó las atrocidades cometidas por el ejército ruso, Anna Politkovskaya, la asesinaron en el portal de su casa en Moscú. Grozni se ha reconstruido de forma espectacular con una inversión multimillonaria y Chechenia la gobierna con mano de hierro un amigo de Putin, que ahora ha mandado un ejército a Ucrania.
Viento en popa
Esa victoria en Chechenia más los grandes ingresos por la exportación de petróleo, que alcanzó máximos históricos, fueron el viento de popa que permitieron avanzar a Putin en una doble estrategia triunfal: subir el poder adquisitivo de los rusos y devolverles el orgullo nacional herido.
Putin iba a ser quien vengara la humillación sufrida por Rusia desde la caída de la URSS en diciembre de 1991. Hace treinta años. Estableció un pacto tácito con la sociedad rusa: a cambio de esas dos ganancias se iba a terminar la libertad de expresión. Prohibido criticar a Putin y su círculo.
Cada día que pasaba crecían el nacionalismo y la represión. Cuando atisbaba una crisis económica o de popularidad, siempre había algún conflicto en alguna exrepública independizada donde ir a liberar a la población rusa.
Así, Moscú ha ido recuperando el control sobre lo que llama "área de interés vital", o dicho de otro modo, que Rusia esté rodeada de repúblicas aliadas. Por las buenas o por las malas.
Doctrina Putin
"Doctrina Putin. La confrontación de Moscú con la OTAN es sólo el principio". Así arranca el artículo que el miércoles pasado, 23 de febrero, publicó Serguei Karaganov, presidente honorario del Consejo de Política Exterior y Defensa de Rusia, en la web de RT, Russia Today, la cadena de Televisión del Kremlin.
En ese artículo desarrolla el concepto de "destrucción constructiva", que define como no agresiva hasta el punto de que "Rusia no atacará a nadie". Con una excepción, la OTAN. Y ahí entramos en lo que hemos comentado varias veces y el Kremlin invoca siempre, la traición de la OTAN, que lejos de disolverse como el Pacto de Varsovia se ha ido ampliando hasta la frontera de la extinta URSS.
Omiten siempre que la OTAN no ha anexionado ninguno de esos antiguos miembros del Pacto de Varsovia, sino que han sido ellos quienes desde el primer día, huyendo de la amenaza que sentían de Rusia, estuvieron llamando a la puerta de la Alianza hasta que entraron.
No, para Moscú, la expansión de la OTAN y "la inclusión formal o informal" de Ucrania, escribe Karaganov, es una amenaza que Moscú no puede aceptar. Y ha llegado el momento de vengar esa traición porque, y aquí viene lo trascendental, hay que aprovechar la debilidad de Occidente.
El declive de Occidente
Esa es la tesis, que "Occidente está en un lento pero inevitable declive, tanto en la política internacional como en la economía", por eso, sigue la argumentación, Occidente ha empezado una nueva Guerra Fría. Una guerra que esta vez perderá, sostiene, y se convertirá en "un socio más razonable".
Simultáneamente, "Rusia deberá equilibrar su relación con una China cada vez más poderosa". Desde su perspectiva es "Occidente" y no Rusia quien está usando Ucrania como mero instrumento en esta pataleta para evitar el declive. ”Tenemos que convencer a Occidente de que se está auto lastimando”.
Resumiendo: Rusia tiene que aprovechar una doble oportunidad: el declive de Occidente y que el mundo ha virado a Oriente y eso sitúa Rusia en un lugar idóneo para recuperar peso en la escena internacional y vengar las sucesivas traiciones de la OTAN en estos últimos 30 años.
Las víctimas
Como en todo tablero de ajedrez en esta partida hay peones, lo último en la escala de valores y lo primero que se sacrifica para salvar a la reina y al rey. Los peones somos los ciudadanos sin más poder que nuestras vidas y nuestro voto. Lo segundo no cuenta en Rusia, en Occidente bastante más.
Las primeras víctimas, cuyas vidas en estos momentos no valen absolutamente nada, son los ciudadanos de Ucrania, expulsados de sus propias vidas por las bombas.
Pero los ciudadanos rusos también son víctimas. Sufrirán las consecuencias de las sanciones contra Rusia mucho más de lo que lo sufrirán Putin y su círculo. Y hoy ya sufren el sentirse odiados por el resto del mundo y por sus amigos y conocidos ucranianos.
Unas víctimas que se escaparán a la percepción de Occidente son los rusos, ciudadanos que viven en Rusia y tienen pasaporte ruso, pero que ellos y el resto de rusos consideran ucranianos porque son de familias ucranianas. Esa distinción envenenada entre ciudadanía y nacionalidad/etnia.
Familias mixtas de nacionalidad rusa y ucraniana ya están sufriendo, si no materialmente, sí emocionalmente. Lazos afectivos de toda una vida se están rompiendo de manera traumática. También en Ucrania. En Ucrania no hay rusos sólo en el Donbás. Viven rusos en toda Ucrania, que hoy están en minoría y son los agresores a la vista de sus vecinos, compañeros de clase y de trabajo.