- El pueblo nigerino de Arlit vive con niveles de radiactividad que superan a los de la zona prohibida de Chernóbil
- La investigación destapa también la contaminación de la planta de uranio en la ciudad francesa de Narbona
- Este martes, preestreno de "Uranio maldito"; a las 20:00 en RTVE Play y a las 00:00 en La 2 de TVE
Desde Arlit, la zona minera de Níger donde se extrae el uranio, hasta la planta de transformación de Narbona en Francia, este mineral contamina el aire, el agua y los suelos de los lugares por donde pasa. Un equipo de periodistas ayudados por científicos investiga en ambos países y recoge decenas de muestras radiactivas que se convertirán en pruebas más que evidentes de la contaminación que esparce el uranio y sus efectos nocivos para la población y el medioambiente.
El radiactivo polvo amarillo
La ruta del uranio comienza en el desierto de Níger donde están algunas de las mayores reservas del mundo de este mineral. Este país produce más de 2.500 toneladas de torta amarilla, un concentrado de uranio que genera toneladas de residuos tóxicos.
En la década de los 70 del siglo pasado, la multinacional francesa Orano, denominada Areva en este país africano, se estableció al lado de dos grandes yacimientos de uranio. En medio de las dos minas se ubica Arlit, un pueblo envuelto en una nube de polvo amarillo generada por las explosiones de la mina para extraer el uranio.
El paisaje para los habitantes de Arlit se reduce a enormes montañas de desechos tóxicos que se depositan al aire libre. A pesar de las prohibiciones, un equipo de periodistas franceses se desplazó a esta población para obtener más datos sobre la contaminación por uranio.
“ Lo único que les interesa es el uranio, les da igual lo que le pase a la gente“
Acompañados por Almoustapha Alhacen, un activista que trabajó en las minas durante 37 años, recogen diferentes tipos de muestras y toman mediciones de la radiactividad que respiran y tocan a diario los habitantes de este pueblo. "9,99. Se acabó, el contador se ha bloqueado", concluye el periodista, mientras mira el dosímetro desconcertado.
Las paredes de la escuela tienen tal nivel de radiación que permanecer ahí tan solo una hora y media, superaría con creces la dosis máxima de radiactividad aconsejada para todo un año. Lo mismo ocurre con las casas del pueblo. "¿Sabías que el nivel de radiactividad aquí era tan alto?", le pregunta el periodista a un vecino. "No", responde asustado, cuando escucha los continuos pitidos cada vez más intensos del dosímetro al pasarlo por las paredes de su vivienda.
Lo único que les interesa es el uranio, les da igual lo que le pase a la gente", cuenta a los periodistas Almoustapha, muy preocupado por ver morir prematura e inexplicablemente a sus compañeros y vecinos. Ahora, las muestras tomadas y enviadas a los laboratorios de Francia dirán la última palabra.
La puerta de entrada del uranio en Europa
El curso del uranio continúa cruzando África hasta llegar a Francia. En Narbona, se encuentra la puerta de entrada del uranio en Europa. Se trata de la planta de conversión ubicada a tres kilómetros del centro de la ciudad.
Allí se enriquecen miles de toneladas de uranio con los que alimentar a las centrales nucleares europeas, cuyos residuos radiactivos se almacenan barriles y en balsas.
“ Es un vertedero a cielo abierto“
Los niveles de radiactividad cerca de la planta de procesamiento son 50 veces superiores a los normales. "Orano tendría entre 300.000 y 400.000 metros cúbicos de efluentes radiactivos a tratar en los próximos 40 años", asegura el activista francés Fabrice Hurtado. "Es un vertedero a cielo abierto", prosigue al mismo tiempo que exige una regulación más estricta.
Vecinos como Lilian, que vive a cien metros de la planta, denuncian también la contaminación que llevan sufriendo durante décadas. "Este es el tipo de nube de agua que contiene los famosos radionucleidos artificiales que vuelan sobre las tierras de al lado y sobre la ciudad de Narbona", relata a los periodistas, mientras les muestra imágenes del vídeo casero que ha grabado.
“ Que nos cae un montón de basura, que no sabemos nada, que no nos dicen la verdad“
Sus denuncias son extensas y variadas. "Que nos cae un montón de basura, que no sabemos nada, que no nos dicen la verdad, que nos toman por tontos, que es escandaloso", las enumera indignada.
Resultados escandalosos
Las evidencias registradas por el equipo de investigación, y que han hecho llegar a la multinacional, no son compartidas por el director del complejo Stéphan Jolivet, que asegura que "no hay ningún impacto ambiental alrededor de la planta".
“ Este ya no es un problema local, es un problema global“
Sin embargo, la investigación arroja hallazgos que han desencadenado un importante debate político y demandas judiciales contra la empresa minera. Entre otras, la de Almoustapha y otros 26 vecinos de Arlit que, por primera vez en Francia, han presentado una denuncia por homicidio y lesiones involuntarias relacionadas con la extracción del uranio. Como sentencia el activista nigerino, "este ya no es un problema local, es un problema global".