Más de 100.000 muertos por COVID-19 en España: las historias detrás de los números
A finales de 2020, el Ministerio de Sanidad ordenó analizar a todos los fallecidos en hospitales por neumonías de origen desconocido. Y, por primera vez, ahí estaba el SARS-CoV-2. La primera muerte por COVID-19 en España ocurrió un jueves, 13 de febrero. Este miércoles, 748 días después, son más de 100.000.
La Comunidad Valenciana puso la primera cifra en unos registros que no recogen todas las muertes -muchas no han tenido diagnóstico, especialmente en la primera ola-, pero reflejan la parte más oscura de la pandemia: más de 100.000 vidas finadas, más de 100.000 familias en duelo. Estas son algunas de sus historias.
Muchos murieron solos
El coronavirus, que ha cambiado nuestra manera de vivir, viajar y relacionarnos, marcó también cómo morimos; muchos se fueron solos. “Es un duelo realmente extraño, artificial, forzado… Es que es antinatural”. Santiago rebusca las palabras para tratar de describir cómo han ido superando la muerte de su padre, el señor Ricardo, que sobrevino un día en el que querrían haber estado homenajeándolo por el Día del Padre, el 19 de marzo de 2020.
En ese mismo día, el tsunami de la primera ola se llevó también a Lorenza. “Ha sido muy, muy duro. Si ya de por sí es duro cuando alguien se va y te puedes despedir, imagínate cuando de repente la ingresan y no la vuelves a ver. O la ves en esas circunstancias”, comparte Virginia, consciente de que vivencias como la suya se han repetido a lo largo de estos dos años por los férreos protocolos de prevención de contagios en los hospitales.
“Por suerte”, Virginia pudo entrar un rato en la habitación de su abuela, que ha sido una madre para ella, y se enfada al pensar en lo que se encontró allí: las bandejas de la comida sin recoger y mucho miedo. “Solo pensar que estuvo ahogándose una semana porque no había respiradores, que estaría pasándolo mal, que estaba sola…”.
Frente a esa zozobra, Santiago recurre a los relatos de quienes estuvieron presentes cuando su padre murió, abrazado a una foto de toda la familia “Carlos, el policía municipal con el que estaba compartiendo habitación, él nos ha contado cómo falleció y aún hoy seguimos en contacto”, señala.
Y tras el entierro, vino el confinamiento. “Parece que estás en una pesadilla, en un programa de televisión”, asegura Virginia que, como Santiago, pasó el luto encerrada en casa. “Hemos llorado, hemos rezado, hemos hablado… pero por WhatsApp”, completa él y recuerda el “miedo y la incertidumbre” que impregnó esas semanas.
“Nos veíamos por videollamada como todos los españoles. Mi madre, recién enviudó, no me abría la puerta cuando le llevaba la compra a la puerta, ni mucho menos se nos pasaba por la cabeza darnos un abrazo”, afirma Santiago sobre un doloroso duelo que fue aliviándose con la desescalada y la vuelta de las caricias.
Médicos y sanitarios que murieron en la 'primera línea'
Quienes trabajan en hospitales y urgencias están “acostumbrados” a vivir situaciones extremas que pueden terminar con la muerte del paciente. Que sean los propios compañeros y familiares, es otra historia. Así lo reconoce José Manuel de la Fuente, jefe del Servicio de Salud Laboral del Complejo Asistencial de Zamora, cuya mujer falleció en abril de 2020. Era médico de atención primaria.
“Se contagió en la atención a pacientes, cuando no teníamos medios de protección (...) Al principio estuvo asintomática y, de la noche a la mañana, se empezó a marear. No nos dio tiempo a llegar al hospital. Mis dos hijos y yo somos también médicos, pero fuimos incapaces de sacar la situación adelante”, cuenta a RTVE.es. “Nos enfrentábamos a una situación totalmente nueva”.
Y ese cambio de escenario sorprendió a profesionales médicos y sanitarios que daban la batalla en la ‘primera línea’ de la pandemia, cuando el lenguaje bélico copaba discursos políticos y la televisión. “Cada día te decían está ingresado el compañero tal, se ha muerto la mujer de este otro. (...) Yo lo viví como si fuera el desembarco de Normandía, donde ibas sin EPI y sin nada”, asegura por su parte Elvira González, presidenta de la Asociación Española de Técnicos de Enfermería, Emergencias, Sanitarios y Sociosanitarios (AETESYS).
En todo el mundo, han muerto más de 115.000 sanitarios, según estimó en octubre la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero en España es complicado determinar un número exacto. Mientras, la Organización Médica Colegial indica a RTVE.es que han fallecido 124 médicos en estos dos años de pandemia, la AETESYS lamenta no poder cifrar los decesos. En opinión de González, deben ser tantos o más que los médicos.
“Somos los colectivos que más cerca estuvieron de los pacientes. Las técnicas de enfermería son las que entran en las habitaciones para asear a los pacientes, darles de comer…”, recuerda González. “Por eso, la relación afectiva que se estableció con los pacientes fallecidos también fue muy fuerte; utilizaban nuestros teléfonos móviles y tablets para hablar con sus familias. Los técnicos de emergencias iban a las casas y sabían que cargaban a los pacientes para, quizás, no volver. Han sido despedidas superdolorosas”.
En reconocimiento de ese trabajo, en julio de 2021, el Gobierno concedió la Gran Cruz de la Orden del Mérito a 122 “profesionales sanitarios y de apoyo a los sistemas de salud fallecidos en la lucha contra la pandemia del COVID-19”. Entre sus nombres se encuentra el de Sara Bravo, una joven médica que murió con solo 28 años.
"Desde chiquitina queriendo ser médico y lo ha disfrutado muy poco", lamentó su madre en Las Claves del Siglo XXI de TVE. “El jueves ingresó en el hospital, el domingo la intubaban y al otro domingo estaba enterrada. Sin verla, nada más que hablando con ella por teléfono. Sin poder abrazarla, sin poderla ver. Duro. Mucho”.
El terror en las residencias
“A diario, el coche fúnebre. Llevarse uno y ya venir otro”. Vicenta Delgado fue testigo del paso del coronavirus por las residencias de mayores en la primera ola de la pandemia. Vivía en el centro Adolfo Suárez en el barrio madrileño de Valdebebas y contó su experiencia en el documental ‘Mayores’ del equipo de Crónicas de TVE. “Las chicas, las pobres, no nos podían decir nada, lo tenían prohibido. No tenían mascarillas. Se ponían bolsas de basura rajadas…”.
Más de 32.400 personas han muerto por coronavirus en los geriátricos de España, según los últimos datos disponibles hasta el 20 de febrero de 2022 y recopilados por los ministerios de Derechos Sociales, Sanidad y Ciencia e Innovación. La mayoría ocurrieron en aquella dantesca primavera de 2020, muchos de ellos sin diagnosticar, como fue el caso de Ofelia.
“Tenía casi 98 años y demencia senil, pero estaba bien. El 1 de abril, llamaron a mi madre para decirle que se había puesto mi mala”, cuenta su nieta, Alejandra. Tras múltiples intentos para conseguir verla, aunque fuera con una videollamada, la noticia del fallecimiento llegó el día siguiente.
La familia, junto a muchas otras de la Marea de Residencias, denuncia que en ningún momento se le trasladara a un hospital: “ha habido un protocolo que ha impedido la derivación, ¡y tenían un hospital privado enfrente! No han hecho nada porque tenían órdenes de no hacer nada”.
La suya es una de las querellas que afectan a más de un centenar de residencias en Madrid y Cataluña. Pero no están prosperando. El 89% de los casos penales de la Fiscalía han sido archivados sin llegar a los tribunales, según Amnistía Internacional, por lo que la organización ha condenado la "deficiente" investigación al respecto, también en el ámbito político y de la administración. “No ha habido ni la más mínima humanidad en todo esto”, zanja Alejandra.
A sus relatos fatídicos, se suman los de quienes aseguran que sus mayores y dependientes murieron por la falta de cuidados, perdidos en una espiral de caos y falta de inversión por parte de gestoras. Desde la Asociación Española de Técnicos de Enfermería, Emergencias Sanitarios y Sociosanitarios, por su parte, defienden el esfuerzo realizado por los trabajadores. Los fallecidos “eran señores con los que, quizás, llevabas años y que eran como tu familia. Era Juan, era Pepe…”, señala la presidenta Elvira González sobre la cercanía de su día a día con las víctimas.
En 2022, siguen muriendo personas con COVID-19
Dos años después, el COVID no ha dejado de cobrarse víctimas, pero el ritmo se ha ralentizado mucho. Las vacunas marcaron la diferencia. “Esta sexta oleada se ha caracterizado fundamentalmente por el ingreso de no vacunados, vacunados de más de 6 meses e inmunosuprimidos”, describe Alfonso Canabal, jefe de la UCI del hospital madrileño La Princesa, quien detalla que casi la tercera parte de los ingresos corresponden a este último grupo.
Además, desde el comienzo de la pandemia, ocho de cada diez fallecidos de COVID-19 tenían más de 70 años, según los datos del Instituto de Salud Carlos III, una proporción que apenas ha variado en este último tramo. Ahora ingresan pacientes “con patologías de base” más importantes, pero una vez ingresan en la unidad de críticos, la mortalidad no ha variado demasiado.
“Tenemos que poner las esperanzas es que caigan menos enfermos en fase crítica. Para eso tenemos algunas armas, como los antivíricos, los corticoides y la vacunación”, prosigue Canabal, quien recuerda como “inolvidable y traumática” los primeros meses de crisis sanitaria.
Meses después de aquel averno, el médico José Manuel de La Fuente lamenta que nos hayamos acostumbrado a escuchar cada día elevadas cifras de muertos, pero pone en valor las vidas salvadas por las vacunas “en tiempo récord”. A él no se le olvida. A este viudo, como a más de 100.000 familias, la peor parte de la pandemia todavía le encoge el corazón.