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Guerra en Ucrania

El miedo de los rusos al 'corralito', la falta de fármacos o el desempleo: "Estamos ya en un abismo"

  • Algunos temen también que, debido a las sanciones impuestas por otros países para acorralar a Putin, suban los precios
  • Hay sufrimiento por el dolor causado con la invasión y preocupa que el Gobierno obligue a los ciudadanos a alistarse al ejército

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Varias personas caminan frente a un panel que muestra el tipo de cambio del euro y el dólar en una oficina de San Petersburgo, Rusia.
Varias personas caminan frente a un panel que muestra el tipo de cambio del euro y el dólar en una oficina de San Petersburgo, Rusia.

"No hay salida. Estamos en el fondo y después del fondo no hay nada", lamenta Alexandra, una moscovita que describe mediante múltiples ejemplos lo mucho que está afectando a la ciudadanía de Rusia la guerra que hace casi una semana inició su Gobierno en Ucrania. Habla primero de un coste emocional entre quienes entienden la invasión como una barbarie y profundiza después en el temor al mazazo económico que llegará tras las sanciones impuestas por otros países para aislar al país y cortocircuitar sus finanzas.

Desde una cafetería de Moscú asegura a RTVE.es que los rusos se encuentran ya "en un abismo" del cual no van a salir "durante la próxima generación". "No hay esperanza de que se pueda salir de esta airado, hay tantas pérdidas...", dice la mujer, que es profesora titular en la Universidad de Moscú y que, como la gran mayoría de personas entrevistadas para este reportaje, prefiere que no se publique su nombre real.

Miedo a un 'corralito' y a la subida de precios

Una de primeras repercusiones del asedio internacional al sistema financiero ruso, explican las distintas voces consultadas, es el temor de la población a un 'corralito'. A pesar de que las autoridades lanzan mensajes tranquilizadores en contra de esta amenaza y de que prometen que los ahorros de los ciudadanos están garantizados, en los últimos días se ha batido el récord de retirada de efectivo porque muchos no se fían.

"La gente está muy nerviosa. Si entras a los bancos, hay mucha gente, todos quieren sacar dinero, sobre todo euros y dólares. Yo sí que tengo un poco de miedo. Hoy quería sacar mis ahorros en euros y resulta que hay que hacer un pedido porque no hay dinero. El encargo más próximo es para el 10 de marzo", señala Elena, que cuenta que hay largas colas ahora mismo en los bancos.

Tengo miedo de que el Gobierno expropie el dinero o me congele las tarjetas bancarias

Desde una de ellas, una joven cuenta a TVE la dificultad con la que se está encontrando para retirar sus ahorros: "Tengo miedo de que el Gobierno expropie el dinero o me congele las tarjetas bancarias. Llevo dos días recorriendo cajeros y todavía no he conseguido sacar euros. No sé qué hacer, necesito efectivo, comenta Olga.

"De momento, creo que las sanciones no nos tocan mucho porque no pueden con el rublo, pero también usamos tarjetas Mastercard y Visa, y la gente que se ha quedado en el extranjero tiene problemas para sacar dinero (...) Aquí, de momento, funcionan", apunta a RTVE.es Darya, otra joven de San Petersburgo que tiene parte de sus ahorros en dólares y que no ha podido sacarlos porque se agotaron el primer día de invasión.

Largas colas en los cajeros rusos por la guerra en Ucrania: "Tengo miedo de que el Gobierno expropie el dinero"

La caída libre de la moneda rusa también alarma a la ciudadanía y el Gobierno lo sabe. En los bancos ya no hay a la vista paneles con el cambio y el curso del rublo; se prohibieron hace tiempo para no desmoralizar a la población ante una situación como la actual, de graves sanciones económicas y hundimiento de su moneda. Solo algunas casas de cambio enseñan que el rublo vale ahora un 30% menos que antes de la invasión.

"Hay gente con mucha preocupación. El ambiente general es de tristeza y de desasosiego, y quien puede retira dólares y euros, si los encuentra, aunque salgan perdiendo a cambio, porque quieren tener su dinero seguro. Otros han retirado simplemente efectivo, rublos, todo lo que han podido porque la idea del corralito está ahí", confirma también Antonio, un español residente en la capital rusa.

En situación inversa se encuentra Fiodor, un profesor nacido en Moscú que vive en España desde hace pocos meses y que está sufriendo en la distancia lo que ocurre en su país a raíz de una guerra que en ningún caso justifica.

Ahora, con la tasa de cambio, pierdo muchísimo dinero

Él cuenta que algunos conocidos han tenido que sacar la mayor parte o todos sus ahorros del banco y guardarlos "debajo del colchón", pero también explica que incluso hay consecuencias para rusos que, como él, trabajan fuera: "Yo doy clases de español y en la mayoría de casos las cobraba en rublos, pero ahora, con la tasa de cambio, pierdo muchísimo dinero", dice Fiodor, a quien también le inquieta lo que pueda encarecerse el coste de la vida.

"Rusia es un pais que depende de muchos productos extranjeros y eso quiere decir que en los próximos meses o incluso en los próximos días puede haber una subida de los precios", añade este profesor que conoce ya a varias personas que han salido de Rusia o que piensan en mudarse a otro país. Uno de los problemas con los que se están encontrando, dice, es con que ahora hay muy pocos vuelos.

Sanciones que afectan "a las oportunidades" de la población y al trabajo

Andrés es una de esas personas que se ha llegado a plantear abandonar su país, pero realmente no quiere hacerlo. Se "avergüenza", dice, de que Rusia no haya podido frenar al régimen de Vladimir Putin y afirma que las sanciones que ha recibido el país como consecuencia de su posición política recaen sobre "las oportunidades de la población normal".

Para ejemplificarlo alude a la posibilidad de usar servicios extranjeros, de volar a otros paises o de ver películas extranjeras, aunque ahonda en algo aún más trascendental: el efecto que pueden tener las sanciones sobre el trabajo de muchos ciudadanos.

"Lo veo en mi oficina, donde muchos pedidos se cancelaron el primer día de la guerra a la vez, y ahora no está claro cómo afectará al negocio", lamenta Andrés.

Nadie va a vender ni producir nada aquí

También Katia, otra moscovita, sostiene que algunas personas ya están viendo afectado su empleo: "El novio de mi hija ayer perdió el trabajo. Él es cámara y su productora tenía un contrato con Netflix durante medio año, pero como ha cancelado sus proyectos con Rusia, todo el grupo de rodaje se ha quedado sin trabajo. Él tiene una hipoteca como muchos jóvenes y ahora está muy nervioso", dice.

Tampoco Darya es optimista: "Mi nivel de vida bajará al 100% porque soy guía turística. Primero la pandemia se comió mi trabajo y ahora esto termina como tal con el turismo extranjero", lamenta.

Tanto ella como Alexandra intuyen, además, que en unos meses habrá muchas más personas que no tengan trabajo porque se cerrarán numerosas plantas en multinacionales: "Nadie va a vender ni producir nada aquí", vaticina Alexandra.

Muchos se han lanzado a comprar medicamentos

A Fiodor su padre le cuenta por teléfono que, por ahora, no hay desabastecimiento, pero sí que son muchos los que se han lanzado a hacer acopio de determinados productos que, creen, podrían empezar a escasear pronto. "Sobre todo, fármacos. En Rusia buena parte de los medicamentos proceden de Europa y quizá no se podrán adquirir", explica este ruso.

"Yo suelo tener migrañas y necesito una pastilla especial. Ayer intenté comprar y ya no había. Hoy voy a intentar dar una vuelta por la ciudad para intentar encontrarlas. Aquí cada uno ahora invierte en lo que más le afecta porque con esta situación tan surrealista es difícil pronosticar a largo plazo", comenta también Katia, a quien le preocupa más la escasez de fármacos que de alimentos.

Compré un montón (de fármacos), pero no encuentro otros que son muy necesarios para mi madre

Su visión es parecida a la que expresa Alexandra: "La comida no me importa mucho porque puedo comer cosas muy básicas y no van a faltar, porque a lo largo del tiempo en que ha habido sanciones la agricultura rusa más o menos se ha apañado, ha formado su propio mercado, sus propias granjas, y empezaron a compensar la falta de comida importada (...) Pero yo tengo a dos padres con discapacidad viviendo conmigo en casa y mi madre necesita unos medicamentos extranjeros. Ayer compré un montón, pero no encuentro otros que son muy necesarios para mi madre. Sin ellos creo que se va a morir".

¿Y si obligan a los ciudadanos a unirse al ejército?, se preguntan algunos

Junto con todo lo anterior, hay un tema que angustia especialmente a Elena: "Me pone muy nerviosa el tema de la mili. Tengo un hijo estudiante de 19 años. Ahora, por ley, los estudiantes no tienen que ir a la mili, pero, ¿y si cambiara la ley ahora mismo?", se pregunta esta madre. "Temo que si puede ocurrir. Veo que ahora pasan cosas que no pasaban hace poco", añade.

También Fiodor y Alexandra confirman que empieza a hablarse en la sociedad de esta posibilidad y que la preocupación se extiende.

"El hijo de mi amiga se ha casado con una chica médica. Le sugirieron de forma bastante concreta que, como es médica, la mili es obligatoria para ella, así que el 25 de febrero salieron ya del país. Huyeron porque le insinuaron que por tener ese diploma de médica la pondrían en servicio militar, así que no solamente preocupa por los chicos sino también por las chicas", comenta Alexandra.

Sobre este asunto, Andrés apunta que a él empieza a darle miedo manifestarse porque le han dicho que, si le detienen en una protesta, es probable que lo obliguen a unirse al ejército: "Estuve en la primera (manifestación) y quiero ir a otras, pero me da miedo porque me preocupa que puedan alistarme. Yo no quiero luchar y disparar a la gente, especialmente porque en Ucrania también está parte de mi familia", dice.

La policía rusa detiene a una manifestante durante una protesta contra la entrada de tropas rusas en Ucrania, en San Petersburgo, Rusia, este martes. 

La policía rusa detiene a una manifestante durante una protesta contra la entrada de tropas rusas en Ucrania, en San Petersburgo, Rusia, este martes. EFE/EPA/ANATOLY MALTSEV

Esto último es algo sobre lo que también reflexionan algunas de las personas entrevistadas cuando se refieren al sufrimiento psicológico que provoca para muchos ver cómo su país está atacando a otro en el que muchos tienen familiares o amigos. "Afecta tanto emocional como económicamente", recalca Fiodor.

De hecho, sienten que, aunque haya defensores de Putin, no perciben aquella "euforia" que se vivió en Rusia en 2014 con la invasión de Crimea. "Había más apoyo, pero ahora un apoyo tan directo en Rusia no se ve. Hay gente manifestándose y quejándose en redes sociales", apunta el profesor.

"La gente común no quiere ni necesita esta guerra, luego evidentemente están los talibanes que ven la televisión de propaganda de Putin y que están encantadísimos con esto, pero no es como en 2014 que había alegría en las calles por lo de Crimea. Esta vez no", subraya Antonio.

Sufren por la "manipulación" que hay a su alrededor y por el dolor causado

Alisa, cuyo padre es ucraniano, cuenta que "todos los días hay protestas masivas donde se arresta a todos los que no están de acuerdo con Putin (...) Mi estado de ánimo es de un completo rechazo al orden mundial moderno. No entiendo por qué es imposible tener una relación con más calma", dice la joven, quien lamenta que sus palabras como ciudadana rusa "no cambiarán nada".

"Yo no estoy de acuerdo con la politica de guerra que se hace con mis impuestos y he firmado varias cartas contra ella, pero no sé qué puedo hacer más...", dice Elena, a quien, como el resto, le horroriza una guerra que públicamente no puede ser llamada como tal, "guerra", y que cuenta con sus propios mecanismos de propaganda.

"La tele grita que estamos liberando a Ucrania del nazismo, que estamos aclarando nuestra posición, liberando a la gente del Donbás (...) mañana dicen que adoptarán una ley o decreto por el cual si estás esparciendo lo que consideran 'fake news' te van a condenar", cuenta Darya, que tiene "muchísimo miedo".

Respecto a esto, a la "manipulación" que afirman que opera en Rusia, algunos creen que son las personas mayores las que se ven más afectadas por sus dinámicas puesto que no tienen un acceso tan fácil a otros medios de comunicación internacionales a través de internet o por la barrera del idioma.

Este hecho y los argumentos a favor de Putin frustran enormemente a todos los ciudadanos que entienden la guerra en Ucrania como una catástrofe de la que no puede sacarse nada en positivo, pero, además, hay algo que también les duele y es la indiferencia.

"Acabo de hablar ahora con una vecina. Vivimos en el mismo edificio. He estado preguntándole cómo ve la situación y le da igual todo. No le importa. Bueno, solo le importa que puedan subir los precios porque, según me ha dicho, sí que ha notado que está más cara la carne, la mantequilla o los muebles de Ikea (...) Dice que los rusos han sobrevivido a los peores tiempos", cuenta Katia.

La conversación con su vecina la ha dejado "chocada y aturdida": '¡Mira, están bombardeando, ¿cómo que no te preocupa?!, pregunta al aire.

Esto es una granada en manos de un mono. Por favor, no nos odiéis

La indignación, aseguran, también se percibe entre los más jóvenes, y lo que todos piden por activa y por pasiva es que en otros países se sepa que ser ruso no significa estar de lado de Putin. "Mis alumnos están teniendo vómitos, no duermen. Están en contra de lo que está pasando (...) Me reúno con ellos y las aulas están llenas porque necesitan estar unidos. Hablamos y juntos buscamos salidas para no deprimirnos", cuenta Alexandra, convencida de que la misma guerra que está causando tanto dolor en Ucrania provocará trastornos psicológicos entre la población de su país. Ella tiene muchos amigos en Ucrania que están "sufriendo y viviendo en sótanos" y solo quiere que dejen de vivir en mitad del horror por culpa de su Gobierno.

Por eso, lanza un mensaje muy claro a otros países contra una 'rusofobia' que, cree, también podría extenderse: "Ahora dices que eres de Rusia y te asocian a este dictador al que odio y contra el que siempre he protestado abiertamente, pero esto es una granada en manos de un mono. Por favor, no nos odiéis".