Casado se va solo, con el aplauso de los que le abandonaron y un PP inmerso en su mayor crisis
- El líder 'popular' apura los últimos días al frente del partido después de quedarse sin apoyos tras el presunto espionaje a Ayuso
- Forjado al abrigo de Aguirre y Aznar, consiguió convertirse en el presidente más joven del PP en una carrera meteórica
A Pablo Casado (Palencia, 1981) le eligieron para devolver al Partido Popular (PP) la ilusión por unas siglas empañadas por los casos de corrupción del pasado y recuperar algunas esencias y principios más conservadores, que buena parte de la militancia y sus votantes consideraban perdidos en la etapa de Rajoy. Sin embargo, lejos de conseguirlo, el líder ‘popular’ se marcha por la puerta de atrás, sin apoyos de los que hasta hace apenas una semana sostenían que era el mejor presidente para España y dejando un partido roto en pedazos e inmerso en la mayor crisis de su historia.
En la que ha sido su última Junta Directiva Nacional, dijo lamentar “todo lo que haya hecho mal” al frente del partido, pero también criticó la “reacción” que ha habido en su contra dentro del PP a raíz de la crisis interna: “Creo que no la merezco”. Casado aseguró que tiene la "conciencia tranquila" y "sin rencor" y prometió "lealtad" al presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, “para lo que decida hacer en el futuro” si da el paso para ser el nuevo líder de la formación, donde es el claro favorito.
Estos cuatro años al frente del partido no han sido fáciles para el que hasta este miércoles era el presidente más joven de la historia del PP. Su debut como candidato en unas elecciones nacionales, en abril de 2019, coincidió con la fragmentación cada vez mayor en el espacio del centro-derecha, tradicionalmente en manos de su partido. Entonces, Pablo Casado cosechó el peor resultado de la historia del PP, dejando por el camino la mitad de escaños de su antecesor, mientras sus colaboradores seguían sosteniendo que tanto José María Aznar como Mariano Rajoy perdieron dos elecciones antes de que a la tercera fuese la vencida.
Pero a diferencia de estos líderes ‘populares’, Pablo Casado ha generado debate por algunas de sus decisiones. Ha llegado a instar a un PP "ideológico y sin complejos" y en otras ocasiones a uno "centrado y moderado"; además, el hecho de pasar de una actitud afable con Vox a prácticamente romper sus relaciones desconcertó a muchos. También sorprendió la dura oposición que ha ejercido durante estos cuatro años al Gobierno de Pedro Sánchez, sin apenas un atisbo de entendimiento. Y su cambio de postura frente a jornadas determinantes para los 'populares' como el 1 de octubre -el referéndum ilegal en Cataluña-, cuando decidió no comparecer en rueda de prensa como vicesecretario de comunicación del PP por diferencias con las decisiones tomadas por su propio Gobierno, tal como aseguró posteriormente.
Ya entonces muchos dirigentes le criticaron e incluso le llamaron la atención personalmente, pero Casado seguía teniendo el respeto de otras voces con mayor peso dentro del partido. Y es que desde que llegó a Génova 13, se convirtió en la gran promesa de los 'populares'. "Si me tiene que renovar alguien, que sea Pablo Casado, que es un tipo estupendo”, señalaba en 2015 José María Aznar, que había sido su mentor político.
Un líder forjado al abrigo de Aguirre y Aznar
Su andadura en el PP comenzó en 2003 y solo dos años después, en 2005, fue elegido presidente de Nuevas Generaciones, cargo que ocupó durante ocho años. Fue en ese periodo cuando Esperanza Aguirre se fijó en él y decidió llevarle a la Asamblea de Madrid, con apenas 26 años, donde fue diputado en 2007. Dos años después, dejó su escaño para ser director del gabinete del expresidente Aznar. Precisamente sus dos grandes valedores también le han dejado solo: Aguirre le acusó en una entrevista en RNE de atrincherarse y exigió su dimisión; mientras que Aznar aún no se ha pronunciado, pero ya en la campaña electoral de Castilla y León llamó al PP a ser un "referente claro" y para ello señaló que la clave no es "que vaya no sé quien a La Moncloa" sino "para qué".
Hasta que ganó las primarias del partido, Casado aparecía en las quinielas internas para prácticamente todos los puestos vacantes, amparado por sus dotes de oratoria y su carácter carismático. Llegó a la dirección nacional del PP en enero de 2015 para ejercer de portavoz de campaña para las elecciones autonómicas y municipales de ese mismo año y, poco más tarde, se consolidaría como vicesecretario de Comunicación. Entonces, su presencia en los medios se multiplicó, pasando a ser uno sus rostros más reconocidos de los ‘populares’.
Tres años le bastaron para pasar de ser un diputado por Ávila a hacerse con las riendas de la sede de la calle Génova. Y es que, para sorpresa de la mayoría, en las primarias celebradas en julio de 2018 Casado acabó ganando en segunda vuelta a Sáenz de Santamaría y fue elegido presidente del PP. En esa batalla para sustituir a Rajoy tuvo mucho que ver, en primer lugar, que Alberto Núñez Feijóo se echase a un lado, que era su sucesor natural; y en segundo, que recibiese el apoyo de María Dolores de Cospedal, que cayó en primera vuelta. El líder 'popular' aprovechó, por tanto, la ocasión que le brindaron las circunstancias.
Cuatro años después, el que fuera el ojito derecho de Aguirre y Aznar ha demostrado con creces que la influencia de ambos políticos está en su ADN y que los principios liberales-conservadores que le transmitieron sus mentores se han mantenido prácticamente intactos. En sus discursos, ha apelado continuamente a las esencias del PP y se ha mostrado decidido a rearmar ideológicamente al partido y caminar hacia la unión del centro-derecha de la que gozaba el PP en la época de las mayorías absolutas.
Durante estos casi cuatro años al frente de los 'populares', también ha reivindicado uno de los puntos fuertes del partido, la economía, recurriendo a la conocida fórmula de que el PP es "el único partido" que saca al España de las crisis “que provoca el PSOE”. Y no han faltado las alusiones a al chavismo y al independentismo catalán, y la defensa de las víctimas del terrorismo. Todo ello en un tortuoso camino entre la derecha y la moderación.
Polémica por sus títulos
Si bien en este tiempo, Casado también ha tenido que superar algunos contratiempos. El primero en 2018, cuando le acusaron de irregularidades en la obtención de su licenciatura en Derecho y del máster en Derecho Autonómico y Local, realizados en la Universidad Complutense de Madrid y en la Universidad Rey Juan Carlos, respectivamente. A pesar de que finalmente fueron desestimadas por ambas universidades, el Tribunal Supremo apreció “trato de favor” en la obtención del máster, si bien rechazó investigarlo. El líder ‘popular’ también aseguró que tenía un posgrado en Harvard que finalmente se quedó en un curso de cuatro días realizado en Aravaca, en el campus del IESE en Madrid.
En materia electoral, tiene en su haber dos derrotas en las generales y, durante su mandato, el PP ha perdido un puñado de autonomías, aunque ha ganado otros basiones socialistas como Andalucía y conserva Galicia, el feudo 'popular' por experiencia. Además, en los últimos meses todas las encuestas pronosticaban que iba ganando terreno a los socialistas y su partido arrasó en Madrid y ganó las últimas elecciones en Castilla y León.
No obstante, la sombra de corrupción nunca ha conseguido alejarse del PP, pese a los intentos de Casado por la regeneración del partido. Suya fue la decisión, en febrero de 2021 tras el batacazo en las elecciones catalanas, de vender la sede del partido de la calle Génova con el fin de poner punto y final a una etapa oscura que llevó al PP a perder el Gobierno -tras la moción de censura en 2018-, aunque un año después aún sigue sin materializarse el traspaso.
Caída y dimisión
Aunque el origen de todas sus desgracias políticas no han sido sus títulos, ni los resultados electorales, ni siquiera la corrupción; sino el enfrentamiento con la que fuera su amiga desde hace casi dos décadas, Isabel Díaz Ayuso. Su batalla por el control del partido en Madrid primero y el supuesto espionaje al hermano de la presidenta madrileña por presuntas irregularidades después, han desencadenado una oleada de acusaciones cruzadas, protestas en la calle y dimisiones en el seno del partido.
En sus últimas horas como presidente, prácticamente todos los dirigentes le han dado la espalda y al quedarse sin apoyos -salvo los de Pablo Montesinos, Ana Beltrán y Antonio González Terol- se ha visto obligado a tomar la decisión más complicada: renunciar a presidir el partido y a ser el principal líder de la oposición. Atrás quedaron todas esas promesas de sus ‘barones’ territoriales de auparle hacia la Moncloa, porque en su opinión era el mejor candidato para plantarle cara a Pedro Sánchez. Ahora, los mismos que le apoyaron, le despiden por la puerta de atrás entre aplausos.
Precisamente en su última aparición pública como presidente en el Congreso, Casado reivindicó “la defensa de los más nobles principios y valores, el respeto a los adversarios y la entrega a los compañeros”. “Todo para servir a España y a la causa de la libertad”, que es precisamente el motivo por el que entró en política, zanjó.