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Guerra en Ucrania

Toneladas de solidaridad, rumbo a Ucrania desde una tienda de ultramarinos de Madrid: "Toda ayuda es poca"

  • Al local están llegando cientos de ciudadanos para entregar alimentos, fármacos o ropa y ayudar así a quienes sufren la guerra
  • Después, voluntarios ucranianos conducen unos 4.000 kilómetros hasta alguna de las fronteras y lo entregan al ejército
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Toneladas de solidaridad, rumbo a Ucrania desde una tienda de Madrid

Los propietarios y trabajadores de Ucramarket, una tienda de ultramarinos ubicada en el número 8 de la calle Méndez Álvaro, en Madrid, nunca imaginaron que llegarían a convertir ese pequeño negocio en un punto de recogida de ayuda humanitaria, y mucho menos que el destino sería su propio país: Ucrania. "Llevamos sin parar desde el sábado. Hoy enviamos dos o tres furgonetas que irán a la frontera con Rumanía y volverán. No esperábamos organizar todo esto, pensábamos llenar nada más que un vehículo y estamos desbordados", cuenta a RTVE.es Katerina, una de las dependientas de ese local.

Entristecida, como el resto de sus compañeros, por la situación que están viviendo sus familiares y compatriotas desde que comenzó la guerra en Ucrania, saca fuerzas de donde puede para seguir atendiendo a los clientes y gestionar al mismo tiempo todas las donaciones que les llegan cada día.

"Recogemos comida en lata, medicamentos y ropa militar o de protección, y térmica para niños también", resume Kristina, una joven nacida en Madrid, pero de padres ucranianos, que cada día va como voluntaria a echar una mano en la organización y cargar los vehículos.

Son toneladas de solidaridad las que están recibiendo, dicen, y las que después se encargan de enviar a una población que lleva una semana sufriendo una invasión que, aseguran, "duele mucho" en la distancia.

Los voluntarios organizan las donaciones en el exterior de la tienda.

Los voluntarios organizan las donaciones en el exterior de la tienda. RTVE.es

Reciben alimentos, leche para bebés y ropa térmica, entre otros productos

Ante tal oleada de generosidad y empatía, Katerina solo tiene palabras de agradecimiento: "Me siento muy orgullosa de la ayuda que nos están dando, de España y de los ucranianos que viven aquí, me siento superorgullosa", recalca la joven, que tiene 26 años y vive en Madrid con su marido y su bebé de nueve meses.

Aunque es difícil cuantificar la ayuda, cree que podrán superar las cien toneladas de productos básicos, a pesar de que nunca estuvo en los planes de negocio en el que trabaja hacer una recolección "masiva" ni convertirse en una especie de "ONG". Lo que el personal tenía previsto, dice, era mandar a su país un único camión, pero ha sido tan grande el apoyo recibido que la asociación 'Cultura sin Fronteras' se puso en contacto con ellos para ayudarles a ampliar la iniciativa.

"Es emocionante", asegura Katerina, que indica que ya son tres los furgones que han enviado a Ucrania, con tres toneladas cada uno. Se le sumarán los "dos o tres" que saldrán este jueves y que son, en realidad, los mismos vehículos que vienen y van, sin que importe los kilómetros que separan Madrid de Ucrania cuando se trata de ayudar en una situación de tanta urgencia.

Uno de los carteles que han pegado en la fachada del local.

Uno de los carteles que han pegado en la fachada del local.

En la estrecha acera que hay en el exterior del establecimiento -una pequeña tienda de ultramarinos que vende alimentos ucranianos- más de una decena de voluntarios de diferentes nacionalidades trabajan en cadena sin descanso para recoger los productos y meterlos dentro de cajas de manera ordenada. En un lado, la comida, en otro los productos de higiene, en otro los fármacos, y así con todos los paquetes que reciben de manos de vecinos del barrio o residentes en cualquier otra zona de la ciudad. De hecho, a lo largo de la mañana han pasado por Ucramarket numerosas personas que se han cruzado la capital de punta a punta.

Durante ese trasiego continuo, una voluntaria que trabaja envuelta en una enorme bandera ucraniana va pegando diferentes carteles en la fachada de la tienda para indicar lo que más se necesita en cada momento. Este jueves por la mañana, por ejemplo, han avisado de que no lleven más ropa para adultos porque van a priorizar el envío de comida en lata (no en tarros de cristal), leche en polvo, ropa térmica o militar y alimentos para animales. También dicen que son útiles las tiendas de campaña, sacos de dormir, linternas, auriculares o pilas.

"Es muy importante que traigamos cada uno lo que podamos. Son seres humanos y, como a todos, nos gustaría que nos ayudasen", dice una mujer mayor incapaz de contener las lágrimas. Aunque sea de Madrid y la guerra le quede lejos físicamente, asegura que sigue de cerca lo que ocurre y que le parece una tragedia. Por eso, se ha acercado hasta la tienda para entregar un saco térmico para bebés y unos gorros.

Cientos de personas han pasado a dejar bolsas o cajas: "Toda ayuda es poca"

Teresa y Jesús, un matrimonio que también escucha con preocupación las noticias que llegan desde Ucrania, ha dejado a los voluntarios varias bolsas llenas de alimentos, compresas, productos para bebés y hasta latas de cocido madrileño porque, dicen, "es bastante energético".

Teresa y Jesús muestran una de las latas de cocido madrileño que han entregado dentro de sus bolsas.

Teresa y Jesús muestran una de las latas de cocido madrileño que han entregado dentro de sus bolsas. RTVE.es

Jesús explica que no han dudado ni un momento en que tenían que aportar su "granito" de arena: "Los refugiados que llegan a otros países tienen la suerte de contar con lo que les dan en esos países, pero los que siguen dentro quizá en este momento tengan una situación peor",

"Es necesario. Cada uno de nosotros debe aportar lo que puede (...) Estas personas no han tenido ni tiempo para preparar nada y esa ayuda tiene que llegar de los demás que tenemos un poco más de tranquilidad para pensar qué es necesario. En este momento tenemos que sentirnos parte del mundo y no solamente con nuestra boina de nuestro pueblo", añade Teresa.

En este momento tenemos que sentirnos parte del mundo y no solamente de nuestro pueblo

Mientras ellos dejan sus bolsas, no paran de llegar más personas para preguntar cómo pueden ayudar o para entregar su donación. Entre ellas, Ángel, que ha comprado latas de conserva y analgésicos, o Marí Carmen, que saca de su carrito de la compra latas de fabada, lentejas, bonito, anchoas sardinas y galletas. "Toda ayuda es poca", asegura la mujer.

Una joven entrega material hospitalario: "Es lo más difícil de conseguir"

Cerca de ellas, Oxana, una joven ucraniana residente en Madrid, aparca su coche justo frente a la tienda para poder sacar una decena de cajas repletas de material hospitalario. Según dice, lo han recogido junto a vecinos de su urbanización e incluye donaciones de algunos sanitarios a los que conoce: "Hay medicinas intravenosas, cosas para quirófano... esto es lo más difícil de conseguir", asegura.

Ella cree que, aunque la solidaridad "no logrará parar la guerra" sí puede ayudar de forma rápida a quienes la están sufriendo. Incluye en ese grupo de damnificados a sus propios padres, que viven en Kiev y que están tratando de salir del país. "Están analizando cuál de las fronteras está menos colapsada y, como van con más gente, algunos no tienen pasaporte para salir, entonces van viendo cómo pueden hacerlo", cuenta la joven, muy preocupada también por cómo se desarrolle el conflicto.

Las cajas de Oxana seguramente se subirán directamente a las furgonetas, pero hay otros productos que llegan a manos de los voluntarios en bolsas o que salen directamente de los carritos de la compra y que, por tanto, hay que empaquetar. Esta labor no sería posible sin la ayuda de personas como María, que tiene la misión de montar las cajas de cartón que reciben.

"Es el tercer día que venimos a ayudar, a traer cosas, como dinero para gasolina, que es muy importante, y a ayudar un poco. Intentamos hacer el mayor número de cajas posibles para que ellos vayan metiendo los productos y organizando", explica la mujer, que indica que una de las donaciones fundamentales son, precisamente, esas cajas de cartón.

"Aquí traemos más cajas", dice a los dos minutos un vecino del barrio al que casi no se le ve la cara por el montón de cartones que lleva apilados entre sus brazos. Junto a él, otros dos hombres piden ayuda para sacar paquetes de mucho peso del maletero de coche aparcado en doble fila.

Voluntarios recorren en furgoneta 4.000 kilómetros para entregar la ayuda

El último eslabón de la cadena de solidaridad lo representa el traslado por tierra de todas esas cajas y son varios voluntarios ucranianos los que recorren en furgoneta unos 4.000 kilómetros que separan Madrid de Ucrania solo para dejar la ayuda en alguna de la fronteras y después regresan a por más.

"Asi lo vamos llenando y salen directamente para la frontera (...) Lo llevamos a muchos puntos de Ucrania", explica Kristina.

Despues, Katerina detalla que las tres primeras furgonetas llegaron a la frontera con Polonia, pero que las "dos o tres" que salgan este jueves intentarán dirigirse a la frontera con Rumanía, que es, precisamente, la más cercana a la localidad de Chernovtsi, donde viven sus familiares.

Una vez allí, militares ucranianos se encargarán de distribuir la ayuda por distintas ciudades de ese país que lleva siete días resistiendo a una invasión en la que ya han muerto, según datos del Gobierno ucraniano, más de 2.000 civiles.

"No tenemos otra forma de ayudarles. Lo hacemos así. Esto es voluntad, voluntad y voluntad", recalca Katerina.