Alemania recibe a los primeros refugiados: "Llegan tristes, abatidos y con sentimiento de culpa"
- Llegan los primeros refugiados ucranianos a Alemania
- En Berlín, la ayuda se coordina desde el centro de Reinickendorf
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Alemania recibe los primeros refugiados ucranianos. Muchos de ellos llegan a la capital, a Berlín, en tren -gratuito para ellos desde el pasado domingo-. Otros, los que menos, en coche, como la familia de Larysa. Ella vive aquí desde hace años y, mientras pueda, acogerá a su hermano, su mujer y sus hijos: "Seremos nueve personas en una vivienda de dos habitaciones".
“Larysa: "Seremos nueve personas en una vivienda de dos habitaciones" “
El centro de ayuda 'Ankunftszentrum'de Reinickendorf
Su siguiente parada tras la llegada es el 'Ankunftszentrum' de Reinickendorf, en el noroeste de la ciudad, un centro de ayuda al refugiado que ha habilitado uno de sus espacios para gestionar esta crisis. Muchas mujeres, muchos niños, cajas de caramelos por alguna esquina para endulzarles la espera. Sascha Laugenbach ejerce de coordinador, son un equipo de trabajadores sociales que asesoran a los refugiados, les dan techo, alimento, asistencia sanitaria si lo necesitan: "Son nuestros vecinos europeos que acaban de ser atacados". Mientras se implanta la normativa comunitaria de asilo, "aquí pueden quedarse hasta tres meses sin necesidad de papeles".
Desde el inicio de la guerra, cuando ya se hablaba de un éxodo sin precedentes en décadas, Alemania anunció su intención de abrir sus puertas a los ciudadanos ucranianos. A principios de semana se contaban por cientos, ahora por miles, pero esto es solo el comienzo. Solo hay que mirar a la vecina Polonia que, por el momento, está acogiendo a la gran mayoría.
A pocos metros de la entrada de este centro de Reinickendorf, nos encontramos a un grupo de mujeres y un carrito de bebé. Una de ellas nos traduce al alemán lo que nos dice Natalka en ucraniano: es de la región del Donbas. De Lugansk. Allí sigue su familia. Está preocupada. Son cuñadas y "se va a quedar en mi casa".
La incredulidad de quienes huyen de casa
Hasta aquí no solo llegan refugiados, acompañados -con suerte- de sus familiares, también presenciamos otra escena en la que aparece la ayuda espontánea. Una mujer sujeta un mapa, a su lado está Larysa, más allá, su hermano y su familia. "Le estoy explicando cómo llegar en transporte público a la embajada ucraniana. Espero habérselo dicho bien, porque yo suelo moverme en coche. Soy trabajadora en un supermercado, he venido a traer cosas que hemos juntado", apunta. "No lo puedo entender, que esté pasando esto, después de tanto tiempo viviendo en paz, no lo entiendo", termina diciendo.
“"No lo puedo entender, que esté pasando esto, después de tanto tiempo viviendo en paz, no lo entiendo"“
Nadie lo entiende. Que toda esta gente que, hasta hace semanas, hacía su vida en su país, hayan tenido que comprimirla en una pequeña maleta y recorrer miles y miles de kilómetros huyendo del horror. "Llegaron absolutamente tristes, abatidos y con sentimiento de culpa", nos cuenta Larysa. Ellos son de Odessa, pero también tienen familia en Kiev. , "Allí es mucho peor", apunta Larysa. "Veo lo que pasa en las noticias, en Internet, con ellos no he podido hablar". Todo lo que sabe, lo sabe por los medios, no sabe nada de su familia, que sigue allí, en un país en guerra.