Seth: "'Ciudadano Kane' es una influencia fundamental en toda mi obra"
- El canadiense ha presentado en España la reedición de una de sus grandes obras: George Sprott (1894-1975)
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En 2019, antes de la pandemia, Seth (seudónimo del canadiense Gregory Gallant) presentó en España su obra maestra, Ventiladores Clyde (Salamandra Graphic), en la que invirtió 20 años de su vida. Pero esa obra magna no existiría sin otra joya, George Sprott (1894-1975) (Salamandra Graphic), donde contaba el éxito y decadencia de un presentador de los años 50 (de un programa sobre viajes al Polo Norte). Una bellísima parábola donde ya figuraban dos de sus temas habituales: la memoria y la pérdida. El dibujante canadiense ha presentado en Madrid una nueva reedición de esta obra, lo que nos ha permitido disfrutar su sentido común y de su sentido del humor.
George Sprott (1894-1975) es casi un documental que reconstruye la vida de este presentador a través de los testimonios de quienes lo conocieron, como en Ciudadano Kane (Orson Welles, 1941). “Si, esa película es muy importante para mí porque la vi cuando era muy pequeño y solo había un canal de televisión. Si hubiera habido más probablemente habría estado viendo dibujos animados. Y luego volví a verla muchas veces. Probablemente ha sido la gran influencia en la estructura de mis historias”.
“En la película alguien investiga la vida de otro y te la cuenta, que es justo lo que hago yo en todos mis libros –añade-. Inconscientemente he usado esa plantilla de Ciudadano Kane en toda mi obra, casi sin darme cuenta. Hasta que echas la vista atrás y empiezas a ser consciente de ello. Pero una vez que se han forjado esas conexiones en tu cerebro es muy difícil deshacerlas. Por eso, a veces me da la impresión de que estoy contando la misma historia una y otra vez. Pero me interesa contar esa historia”.
“George Sprott marcó un antes y un después en mi carrera”
Seth confiesa que George Sprott, publicado en 2019: “Marcó un antes y un después en mi carrera. Un punto de inflexión entre mi obra anterior, mucho más seria, y la de ahora, a la que he incorporado cierta ligereza. Creo que aprendí a contar mejor una historia, precisamente por las limitaciones que tuve a la hora de hacerlo”.
“Fue un encargo del The New York Times, que me limitaba el espacio a una página, como en los primeros cómics que publicaron los periódicos -añade-. Pero a pesar de tener ese espacio limitado quería que cada página contara una historia completa. Eso me obligó a ser muy conciso, me abrió mucho la mente. Me obligó a jugar con los tiempos. A experimentar. A arriesgar. ¡Y a meter muchas viñetas! Todo eso me abrió mucho la mente como narrador”.
Al igual que Ventiladores Clyde, George Sprott también tiene mucho de autobiográfico y, sobre todo, se inspira en sus progenitores: “Es curioso, porque en mis obras casi siempre acabo hablando sobre mis padres -asegura-. George tiene muchísimas cosas de mi padre, pero no quería hablar sobre mis padres sino sobre una serie de televisión local que ví de pequeño, sobre un hombre viejo que relataba los viajes que había hecho en su juventud. Era una serie de viajes aburridísima. Pero solo lo veía porque no había otra opción, como el resto de los espectadores”.
“Y el presentador –añade-, era muy famoso porque la mitad de las veces se quedaba dormido en directo. Un detalle que plasmé en el libro. Sentí cierta nostalgia por ese personaje y creé al protagonista basándome en el. Una gran figura, con una gran personalidad, con cierto pasado, pero que, a la vez, era un poco insensato, sin saberlo. En Canadá había muchos personajes de este estilo. Y mi padre también era un poco así”.
“Cuando empecé a trabajar en el libro me di cuenta de que gran parte de los fracasos de George eran mis propios fracasos. Y por eso era fácil identificarme con él. Sé que George no se plantea las cosas y es un poco egoísta e inconsciente. Pero yo también era un poco así de joven. En mi juventud viví muchas turbulencias y a veces me mostré egoísta, cruel… pero yo me consideraba una persona estupenda, al igual que George. Todos pensamos que somos estupendos, y como escritor cada vez he ido pensando más en esa idea. Por eso ahora me inunda un sentimiento de arrepentimiento. Pero George nunca se lo planteó. Lo que quería es crear esa sensación de que George siempre sabe más de lo que dice. Aunque parezca que no quiera enfrentarse a sus problemas”.
“No me interesa el pasado sino la memoria”
Lo primero que llama la atención de Seth es su imagen, ya que va elegantemente vestido como un caballero de los años 50. Y es que parece haber querido ralentizar el tiempo, como hace en sus cómics. “Ahora que estoy envejeciendo me interesa menos el pasado –confiesa-. Lo que más me interesa es mi memoria, mis recuerdos. Cuando yo era joven, pensaba que el mundo moderno era espantoso y el pasado era mucho mejor. Pero ahora pienso que no hay ningún momento en la historia de la humanidad donde las cosas hayan sido mejores. Te puede gustar más o menos una época, puedes encajar mejor o peor, pero ninguna es mejor que las otras”.
“Eso puede estar relacionado con la teoría de los opuestos –añade-, si estuviera viviendo en los 50 quizá me hubiera gustado el Siglo XIX, porque siempre parece que vives en el momento que no te corresponde. Pero a medida que tengo más años, dividiría mi interés por el pasado en dos categorías: por un lado me gusta la estética de la primera fase del siglo XX: La vestimenta, los coches, los edificios, la arquitectura, la forma en la que operaba el espacio en el seno de una ciudad. Como era menos agresiva la publicidad… Eso, como diseñador, me atraía mucho. Y mi segundo interés versaba en la fascinación por ese mundo efímero que jamás puedes atrapar: el mundo de la memoria humana, un mundo imaginario ambientado en el pasado”.
“La televisión fue más importante para mí que ninguna otra cosa”
Preguntamos a Seth por qué decidió ambientar este cómic en el mundo de la televisión: La televisión fue más importante para mí que ninguna otra cosa en mi vida. Aunque luego descubriera los cómics y los libros y me decantara por ellos. Pero esa televisión no tenía nada que ver con la de ahora. Lo que se veía entonces eran reminiscencias del pasado, como películas o dibujos antiguos. Cuando veía esos dibujos de los años 40 no pensaba “¡qué viejos!. Me parecían muy contemporáneos. Pero ahora la gente no es capaz de ver películas o series que tengan más de uno o dos años. Eso fue lo que me hizo sentirme tan a gusto con esa época incipiente de la cultura Pop”.
“También me gustaba mucho que la televisión fuera algo aleatorio -continúa-. Encendías la televisión y te podías encontrar cualquier cosa. Te encontrabas con una película antigua de la que no sabías nada, la veías y ya está. No podías elegir lo que ver, sobre todo en una pequeña aldea como la que yo vivía. Solo había tres fuentes de información de la cultura pop: la tele, el quiosco donde comprabas periódicos y cómics y la biblioteca, que era muy pequeña. Por eso me gustaba el halo de misterio de la televisión y aterrizar en la cultura por puro accidente. Para mí fue una forma muy interesante de aprender”.
En sus cómics Seth intenta ralentizar el tiempo, en contraste con la rapidez con que las películas, series, libros… desfilan por las televisiones y librerías. “Si, las películas se estrenan y se olvidan enseguida. Mientras que la nostalgia es una especie de ciclo. La nostalgia de tu generación te parece normal, por eso cuando llegué a cierta edad empecé a retomar todo aquello que me encantaba de niño. Y empiezas a pensar que todo lo de antaño es mejor que lo de ahora. Pero 10 años después ves que la siguiente generación empieza a hacer lo mismo. Y eso me llama mucho la atención, porque les interesan cosas que para mi son basura, como algunas películas y juguetes de los 90. Pero a ellos les generan las mismas emociones que a mí me despertaban las cosas de mi época”.
“Ellos dicen que vivieron tiempos más simples -añade-. Y yo pienso: ¿más simples los 80 y los 90? Fueron décadas terribles. Pero lo que subyace de todo ello son esas ilusiones que tienes a nivel personal. Yo creo que en esto ha habido un gran cambio por la irrupción de Internet, que ha traído una cultura radicalmente distinta a la anterior. Es una cultura unidireccional. Solo ves lo que quieres ver, con lo que no tienes esa oportunidad aleatoria para ver cosa nuevas e ir empapándote de la Cultura, como me pasaba a mí de niño, que llegué a ella por distintos cauces”.
“Si hubiera podido elegir de niño habría hecho lo mismo que ellos. Solo habría visto dibujos animados y no todas esas películas antiguas, series, documentales… con las que me empapé de la cultura. En ese aspecto aleatorio había algo muy valioso. Porque ahora, con tantas cosas inmediatas nadie echa la vista atrás, solo se alimentan de lo nuevo, lo nuevo… y eso es lo que está pasando en este momento y que es profundamente negativo” -concluye-.
“Estoy muy preocupado por la Guerra en Ucrania”
Seth nos confiesa que: “Estoy muy preocupado por la guerra en Ucrania. Mis padres vivieron la Segunda Guerra Mundial, él fue soldado, y se pasaban todo el día hablando sobre la guerra, cuando yo solo era un niño. Por eso la guerra era lo más real del mundo para mí. Y de adulto me suscitó mucho interés y leí mucho sobre la Segunda Guerra Mundial, sobre las decisiones que se tomaron. Por eso me da miedo porque pienso que en estos últimos 10 años parece que estamos volviendo a los años 30, parece que hemos olvidado los errores del pasado. Lo que está haciendo Putin es muy parecido a lo que pasó en Checoslovaquia, en Polonia, en el 38 y en el 39”
“Y me asusta mucho la poca importancia que parece que se está dando a dónde nos puede llevar esto” –añade-.
“Como autor, me gustaría dejar huella”
El cómic también habla de cómo el tiempo condena al olvido a algunos creadores que disfrutaron de mucha fama en vida. “Cualquier autor, cualquier persona, quiere dejar una impronta o un legado-asegura Seth-. Y a mí también me gustaría dejar huella. Pero también es interesante ver cómo cambia el legado de las personas. En vida puedes ser el autor más importante de tu época y que luego se te olvide rápidamente. O al contrario”.
“Siempre pienso en Frida Khalo –añade-, que murió siendo una artista poco reconocida y, de repente, en los 80, se convirtió en una estrella. Y eso tiene mucho que ver con cómo hemos visto la evolución de su vida. Es su época no suscitaba interés por ser mujer y ahora es al contrario: nos emociona ver lo que logró siendo mujer y sufriendo ese desdén por parte de sus contemporáneos. Aun así, ella siempre fue leal a sus principios y valores. Y a sí misma”.
“Mientras –continúa Seth-, su compañero, Diego Rivera, tenía un éxito abismal. Y ahora las tornas han cambiado por completo. Lo más interesante es que el trabajo de ella era muy personal, mientras que el de él era de carácter político. Y el envejecimiento de esos dos trabajos ha sido opuesto. Por eso pienso que no puedes predecir el futuro. Y por eso no debes escribir para el futuro, pensando en perdurar. Hay que escribir para el presente. Por eso veo que el contexto, en mi propia obra, va cambiando. Y es posible que mi fascinación por los primeros años del siglo XX no envejezca bien y no tenga mucha aceptación en el futuro”.
"La ciudad de mis historias puede ser mi auténtico legado"
Todas las historias de Seth transcurren en una ciudad imaginaria que él fue construyendo durante años con casas de cartón y cuyas fotografías incluye en el libro, antes de algunos capítulos que se desarrollan es esas casas. “Ya he dejado de construir esos edificios porque eran demasiados y no me cabían en casa –afirma-. Los tengo guardados en un almacén. Pero esa ciudad sigue creciendo en mis historias, porque es un proyecto en sí mismo, en el que siempre estoy trabajando”
“Puede que esa ciudad sea el auténtico legado de mi vida -confiesa Seth-. Y se ha ido complicando cada vez más. Tengo muchísimos libros de notas donde hago bocetos, anotaciones, algo que realmente está cobrando vida por sí mismo. Pero no sé si lo llegaré a publicar jamás, porque es un trabajo un poquito peculiar. Extraño, diría yo. Puedes leerlos, pero no están estructurados como libros que puedas llegar a publicar. No tienen sentido. Es como una especie de enciclopedia, por así decirlo. Me paso días enteros diseñando las zonas de exposición de la ciudad o, de repente, hago un cómic de 20 páginas sobre algo que pasa en esa ciudad. Para mí está cobrando vida. Es un lugar real”
“Si me preguntas por qué hago todo esto no sabría decírtelo, pero me resulta apasionante” –confiesa-.
Seth confiesa que sigue sin tener teléfono móvil: “Si no me hubiera casado hace 20 años, probablemente no tendría ni ordenador. Porque tenía la clara determinación de no tenerlo. Pero me casé y mi mujer trajo un ordenador a casa. Y al final ha sido muy útil para mi trabajo. Pero intento usarlo poco. No trabajo con el ordenador porque tengo a una artista de producción y ella me lo hace todo. Ha sido lo más sabio porque no quiero estar horas y horas frente al ordenador, cuando podría estar dibujando”.
“Internet nos ha facilitado mucho la vida, pero también nos hace perder muchísimo tiempo. Antes sacaba mi cuaderno y dibujaba, mientras que ahora abro el correo electrónico y acabo leyendo algún artículo y pierdo una hora muy valiosa. Por eso no quiero tener móvil, porque sé la adicción que produce y acabaría como todos. Esa es mi línea roja”.
“Estoy trabajando en un ‘LIBRO’, con mayúsculas”
En cuanto a sus proyectos, Seth nos comenta que: “No me gusta hablar sobre lo que estoy trabajando, pero es un “LIBRO” con mayúsculas. Y el último similar que hice (Ventiladores Clyde) me llevó 20 años. Aunque ahora ya no puedo tardar tanto. Por eso estoy simplificando mi dibujo y lo que más me preocupa es acabar el trabajo, más que que sea algo precioso. No te puedo desvelar el argumento pero sí que girará en torno a las temáticas habituales de mi obra: el tiempo, los recuerdos y el lugar”
“Y es que –continúa-, a medida que me voy haciendo mayor, me van interesando más los lugares que las personas. A veces me gusta narrar historias sobre historias. Por eso a veces un personaje nos habla y nos cuenta la historia de su vida, en vez de mostrárnosla".