La trata, un "riesgo exponencial" para las refugiadas: "A medida que aumenta la vulnerabilidad, lo hace el abuso"
- Organizaciones humanitarias denuncian intentos de captación por parte de las mafias de tráfico de personas
- Mujeres sin recursos ni contactos en Europa y menores no acompañados, los perfiles más vulnerables
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Huyen de una guerra y dejan atrás sus hogares y familias. Pero en su trayecto hacia otros países europeos, las mujeres refugiadas ucranianas se enfrentan a un riesgo añadido: el de la trata de personas. Las organizaciones humanitarias alertan de que las redes de traficantes ya han extendido sus tentáculos a lo largo de la frontera para intentar aprovecharse de la desesperación que reina en este éxodo de más de tres millones de personas.
"En una circunstancia de emergencia como la que tenemos ahora mismo, siempre se incrementa el peligro de trata. Ahora mismo es uno de los riesgos más importantes para las refugiadas", explica a RTVE.es desde Rumanía Arianne Martín, de la ONG Alianza por la Solidaridad-ActionAid. "A medida que la vulnerabilidad de las mujeres aumenta, lo hace también el abuso, y esta vulnerabilidad está creciendo exponencialmente. Llegan solas, a un país extraño, sin saber el idioma, tal vez sin dinero y desesperadas por encontrar un lugar en el que pasar la noche", ha asegurado en La hora de la 1 Edgar Sandoval, el presidente de la organización World Vision, que también se encuentra en Rumanía.
Este país, donde ha llegado cerca de medio millón de personas, es desde hace años "el centro de la esclavitud moderna de la Unión Europea" –cerca de 86.000 personas viven en régimen de esclavitud, según la ONG Walk Free-. Es además un punto de entrada y de salida a la Unión de miles de víctimas de explotación sexual, muchas de ellas provenientes de Ucrania. Precisamente, este historial ha permitido también a autoridades y las asociaciones locales estar preparados para reforzar ahora la lucha contra la trata, por lo que aconsejan a mujeres y niños sobre los peligros de algunas ofertas de alojamiento o transporte.
"Si esto no acaba pronto, ella necesita trabajar y no sabe en qué"
La organización española asegura que se han dado "muchos intentos" de captación en la frontera, aunque no tienen constancia de que ninguno haya culminado en una desaparición. Si en los primeros momentos de la salida de refugiados llegaban familias con más recursos o conexiones en otros puntos de Europa, en "esta segunda ola vienen sin contactos, sin tener a dónde ir", lo que las hace mucho más vulnerables, alerta Martín.
Cuenta el caso de una mujer que llegó con sus cuatro hijos y su madre. Llegó a Rumanía únicamente con el dinero de su último sueldo y con la intención de permanecer cerca de la frontera y volver pronto. "Pero nos decía que si esto no acababa pronto ella necesitaba trabajar y no sabía en qué. Ese es el perfil más vulnerable, puede acabar recurriendo a prácticas no seguras", continúa Martín.
Según la trabajadora de Alianza por la Solidaridad, el riesgo es mayor especialmente para aquellas mujeres que deciden quedarse en Rumanía y no tienen familiares en otros puntos de Europa. Alrededor de un tercio toman esta decisión, muchas motivadas por la intención estar cerca de Ucrania para regresar en cuanto termine el conflicto. "Al quedarse aquí el riesgo aumenta, porque a medida que pasan los días y ya se han cubierto necesidades básicas como el alojamiento o la comida, empiezan a necesitar desenvolverse por sí mismas", asegura. Para mantener a sus familias, recurren "a la desesperada a prácticas no seguras".
“"Al quedarse aquí el riesgo aumenta, porque a medida que pasan los días y ya se han cubierto necesidades básicas como el alojamiento o la comida, empiezan a necesitar desenvolverse por sí mismas"“
"Cuando sales de una zona de peligro no piensas en si este autobús va a estar bien o no, si va a ser peligroso. Solo comparas y eliges si va a ser más o menos peligroso. No tienes otro camino", señala a la agencia AP desde la estación de tren de Zahony, en Hungría, Dayrina Kneziva, refugiada ucraniana de 25 años.
Su país es uno de los más afectados por el tráfico de personas. Más de 260.000 personas han sido víctimas de trata desde 1991, según datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que solo en 2021 identificó en Ucrania a un millar de víctimas, y que ha alertado este miércoles de que miles de refugiados corren el riesgo de caer en estas redes de trata. Un 84 % de las víctimas son explotadas sexualmente en Europa, según datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito.
"Antes incluso del conflicto, zonas del Este de Europa ya eran un lugar de alto riesgo para que mujeres vulnerables cayeran en manos de la trata. El desplazamiento, la pobreza, el quedarse viudas o separadas de sus familias y otras características de este conflicto provocan que haya más mujeres vulnerables a cada hora", advierte Eleanor Monbiot, responsable de Oriente Medio y Europa del Este de World Vision.
Alerta ante quienes se aprovechan de la oleada de solidaridad
Las situaciones de riesgo se repiten por todas las vías de tránsito de los refugiados. En Polonia, el país que más personas ha recibido –más de millón y medio-, la policía de Breslavia detuvo a un hombre de 49 años acusado de agredir sexualmente a una refugiada ucraniana de 19. La había engañado ofreciendo alojamiento gratuito a través de Internet.
La policía rumana también ha evitado que algunas personas sospechosas se llevaran en su furgoneta a un grupo de refugiadas, mientras que el ayuntamiento de Berlín ha advertido a mujeres y niños ucranianos que denuncien cualquier oferta de alojamiento a cambio de dinero. "Puede haber delincuentes en la Estación Central de Berlín que quieran beneficiarse de la situación de los refugiados", exponen en su página web de acogida.
Desde el inicio de la crisis, una oleada de solidaridad ha recorrido Europa. Cientos de personas en España y otros países han ofrecido sus casas y coches para traer refugiados. "Todo el mundo se está volcando, es increíble. Pero claro, ahí también se cuelan las personas que igual no tienen tan buenas intenciones", advierte la trabajadora de Alianza por la Solidaridad.
“"Todo el mundo se está volcando, es increíble. Pero claro, ahí también se cuelan las personas que igual no tienen tan buenas intenciones"“
Los intentos de trata se dan tanto en línea, en grupos de Facebook de voluntarios que ofrecen alojamiento y transporte, como en la propia frontera. Martín señala, sin embargo, que hay controles de identidad, de documentación del vehículo e incluso de antecedentes penales en algunos casos en el límite entre Rumanía y Polonia, aunque la situación cambia según el punto fronterizo.
En algunos coches pequeños el control no es tan fácil, pero les pedimos a las mujeres y chicas jóvenes que tomen medidas de precaución, como tener los móviles cargados o recordar siempre la matrícula del coche en el que van", explica a AP Ionut Epureanu, jefe de policía del condado rumano de Suceava.
Vicente Raimundo, director de Cooperación Internacional de Save the Children, asegura que "no hay que criminalizar la solidaridad", pero pide "cabeza" a la hora de gestionar esta crisis humanitaria. "Ha habido viajes organizados a la frontera en coordinación con los servicios de acogida de los países, que han traído niños y no ha pasado nada", señala.
Menores no acompañados, un porcentaje minoritario pero en alto riesgo
La inmensa mayoría de refugiados son mujeres y niños, un perfil ya de por sí vulnerable en estas crisis, aunque el riesgo es aún mayor para las mujeres con pocos recursos o los menores que viajan sin sus familias. Raimundo aclara que, en comparación con otras crisis migratorias como la de Canarias en 2020, donde el 80 % de los migrantes eran menores solos, esta "no es una crisis de menores no acompañados".
La mayoría vienen con su madre, pero hay "zonas grises" cuando los niños aparecen con personas que dicen ser de su entorno, algo que no siempre se puede comprobar. "Y donde empiezan las zonas negras, y es peligrosísimo, es cuando aparece un menor que se lo lleva alguien, porque en teoría su madre que está en otro país ha pedido a esa persona que lo traiga".
Raimundo aporta un dato para poner en contexto el riesgo que supone para los niños este tipo de situaciones: en 2015, durante la crisis de refugiados tras la guerra en Siria, 10.000 menores refugiados desaparecieron dentro de las fronteras de la Unión Europea, según Europol. Algunos simplemente se reunieron con sus familias sin conocimiento de las autoridades, pero otros muchos quedaron a merced de una "infraestructura criminal paneuropea" recién creada que los usaba para la explotación sexual o la esclavitud.
"Cualquier guerra es una guerra contra la infancia", subraya el portavoz de Save the Children. Cada día salen más de 70.000 niños de Ucrania, y dentro del país, según los cálculos de esta organización, hay 100.000 menores institucionalizados, en orfanatos, centros de menores y espacios similares. La mitad tienen algún tipo de discapacidad, por lo que su situación es extremadamente vulnerable.
El sistema de acogida tiene que tener más músculo"
Ante el incesante flujo de personas que llegan cada día a las fronteras de la Unión Europea, y la dificultad del sistema para procesar todos los casos, muchos ciudadanos han ido más allá de los cauces legales para ofrecer sus casas a los refugiados. "La llegada de refugiados y el sistema de acogida están absolutamente regulados. Tenemos la estructura legal, el problema está en que tenemos que hacer que el sistema tenga más músculo", afirma Raimundo.
Sin criminalizar la solidaridad, insiste, es posible trasladar a España a familias ucranianas siempre que se haga en coordinación con los servicios de acogida y que al llegar se les traslade a los centros habilitados por el Gobierno –actualmente hay uno en Madrid, otro en Alicante y están previstos otros dos en Barcelona y Málaga-. A partir de ahí, la familia que quiera acoger y cumpla unos requisitos se puede registrar como familia de acogida. Save the Children pide que se agilicen estos procesos para que los ciudadanos no recurran a vías alegales para acoger.
Allí, en la frontera, la situación es "caótica, pero es un caos organizado", explica Martín. A la gran mayoría de personas que llegan a Rumanía se les toman sus datos en los centros de acogida para evitar que haya un gran número de desapariciones como en 2016, aunque algunos se niegan a darlos por temor a que se les obligue a permanecer en el primer país de llegada.
Su organización se dedica a desplazarse por todos los puntos fronterizos para explicar los protocolos de actuación y los números de emergencia a refugiados, policías y voluntarios. "Como las fronteras están abiertas, a veces llegan niños con otras familias que no son las suyas y no se les registra como menores no acompañados", asegura. La situación, sin embargo, está más controlada y el proceso de acogida es más rápido -en los centros de España se tramitan las solicitudes entre 20 minutos y dos horas- que en la última crisis de refugiados, por lo que el riesgo se reduce respecto a aquel drama humanitario.