Kiev después de las bombas: "No hay ningún sitio seguro. Ni con toque de queda ni sin él"
- La capital ha vivido un toque de queda de 36 horas para proteger a los civiles de los ataques
- A temperaturas bajo cero, los ciudadanos tapan las ventanas destrozadas con trozos de plástico
En Kiev se ha levantado el toque de queda de 36 horas durante el que han seguido cayendo bombas rusas sobre edificios residenciales. Después de 22 días de guerra, las calles de Kiev están destrozadas por los ataques.
El Kiev de la actualidad no es el mismo que el de antes de la guerra. Antes era una ciudad bulliciosa repleta de cines, tiendas y restaurantes. En cambio, ahora es una ciudad vacía, fantasma que se parece mucho al que se vivió durante el toque de queda que dictó el Gobierno de Zelenski, precisamente por el aumento de ataques rusos.
La razón de este silencio es que la población está muy concienzada a no salir de casa nada más que para ir al refugio, comprar alimentos y medicinas o para hacer tareas de desescombro o rescate de heridos.
A pesar de todo, han comenzado a abrir algunos comercios de primera necesidad, siguiendo las indicaciones del presidente, que ha pedido reanudar la actividad económica aunque siga la guerra.
Ventanas rotas y temperaturas bajo cero
Al terminar el toque de queda, los vecinos salen a por plásticos para tapar las ventanas rotas por los misiles. Con temperaturas bajo cero es como dormir en la calle. Por esta razón, las empresas reparten plásticos para tapar los cristales afectados. Aunque las trabajadoras los apuntan en una lista, no creen que haya para todos.
Después de atender a los heridos, recoger los cadáveres y rescatar a los supervivientes, la prioridad de muchos vecinos es tapar las ventanas de sus casas.
Un autobús municipal evacua a las personas que han perdido sus casas y no tienen a donde ir. "No solo han destruido nuestros hogares, han roto nuestras vidas", dice Lidia, afectada por los bombardeos a TVE. "No hay ningún sitio seguro. Ni con toque de queda ni sin él", lamenta. Está a la espera de noticias sobre su marido herido de gravedad por los cristales ventana que le cortaron todo el cuerpo.
Otro hombre que observa los escombros de los edificios cuenta que "no tiene fe en las negociaciones bajo las bombas" y pide una zona de exclusión aérea que los proteja de los ataques.