España apoya el plan de Marruecos para la autonomía del Sáhara en un giro histórico
- En una carta, Sánchez ha indicado que "España considera la iniciativa marroquí de autonomía", presentada en el año 2007
- El ministro Albares irá a Marruecos en marzo y posteriormente el presidente del Gobierno, según Rabat
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha trasladado este viernes al rey Mohamed VI que España considera la propuesta de autonomía de Marruecos respecto al Sáhara Occidental como "la base más seria, creíble y realista para la resolución de esta disputa", en una misiva difundida por el Gabinete Real marroquí.
En esta carta, Sánchez ha subrayado que "reconoce la importancia de la cuestión del Sáhara para Marruecos" y que, por ello, "España considera la iniciativa marroquí de autonomía, presentada en 2007" por Rabat.
De igual modo, destaca "los esfuerzos serios y creíbles de Marruecos en el marco de las Naciones Unidas para encontrar una solución mutuamente aceptable" y que "los dos países están indisolublemente unidos por afectos, una historia, una geografía, intereses y una amistad compartida".
En ese contexto, Sánchez indica que "España actuará con la absoluta transparencia que corresponde a un gran amigo y aliado", y que siempre "cumplirá sus compromisos y su palabra". Por su parte, Marruecos ha respondido que "aprecia altamente las posiciones positivas y los compromisos constructivos de España", que permiten prever una asociación bilateral perdurable.
Esta decisión supone un cambio en la política que nuestro país había mantenido hasta ahora, siempre neutral y alineado con Naciones Unidas.
Albares da por cerrada la crisis diplomática
"Esta nueva etapa se desarrollará en una hoja de ruta clara y ambiciosa, para garantizar la estabilidad, la soberanía, la integridad territorial y la prosperidad de nuestros países", ha indicado el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, en una rueda de prensa en la que ha reiterado la "determinación para afrontar juntos los desafíos comunes".
Entre estos retos, ha destacado especialmente la cooperación en la gestión de los flujos migratorios en el Mediterráneo y en el Atlántico, y restablecer la plena normalidad en la circulación de personas y bienes, "en beneficio de nuestros pueblos".
Albares también ha recordado las relaciones económicas con Marruecos -que se ha convertido en el tercer socio comercial de España fuera de la Unión Europa-, así como a los más de 800.000 marroquíes que viven en nuestro país. Es por ello que ha llamado a buscar la estabilidad y cerrar la crisis diplomática, especialmente en un momento en el que Europa "tiene que hacer frente a un desafío tan grande como el de Putin", en referencia a la guerra en Ucrania.
Preguntado por las consecuencias que esta decisión pueda tener en las relaciones con Argelia, país que mantiene tensiones diplomáticas con Rabat, Albares ha defendido que se trata de "un socio fiable y estratégico". "Tenemos una relación fluida y, en el marco de esa comunicación, abordamos todos los asuntos", ha añadido.
El ministro de Asuntos Exteriores visitará el país vecino este mes antes del 2 de abril, fecha en la que comienza Ramadán, para desarrollar "la hoja de ruta de la nueva etapa". Después lo hará el presidente del Gobierno en una fecha aún por determinar.
Asimismo, ha adelantado que pedirá su comparecencia urgente en el Congreso de los Diputados para explicar esta nueva fase en la relación y ha indicado que ha hablado en las últimas horas tanto con la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, como con el presidente de Canarias y los de Ceuta y Melilla.
Un año de tensión entre España y Marruecos
Este cambio de postura del Gobierno, que ha sido rechazado por sus socios de coalición, supone un giro con respecto al programa electoral del PSOE. En él, se comprometía a promover la solución del conflicto a través del cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas, garantizando el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui. Para ello, trabajarían para alcanzar una solución del conflicto favoreciendo el diálogo entre Marruecos y el Frente Polisario, con la participación de Mauritania y Argelia.
El Ejecutivo ha adoptado esta decisión meses después de la crisis más grave entre Marruecos y España de las últimas dos décadas, que comenzó a finales de abril del pasado año con la acogida del líder del Frente Polisario, Brahim Gali, para ser hospitalizado en Logroño y la oleada de migrantes que entraron a nado en Ceuta en mayo.
Rabat había reconocido que el telón del fondo de la crisis era la negativa de España a seguir los pasos de Estados Unidos que, con Donald Trump aún en la Casa Blanca, optó en diciembre de 2020 por reconocer como marroquí a la antigua colonia española.
Pese a esto, los monarcas de los dos países no han dejado de intercambiar mensajes de cortesía y señales de compromiso para mejorar las relaciones bilaterales. Mohamed VI hizo un gesto de acercamiento a Madrid el pasado agosto, cuando en un discurso expresó su deseo de inaugurar una nueva etapa con España, aunque en noviembre había advertido que su país no firmaría con ningún país o bloque regional pactos económicos o comerciales que excluyan al territorio del Sáhara Occidental.
Por su parte, el pasado 17 de enero el rey Felipe VI tendió la mano a Marruecos para "caminar juntos". Tras sus palabras, el Gobierno marroquí reaccionó pidiendo a España "mucha claridad" y afirmando que sin "lealtad en la causa nacional del Sáhara (Occidental)" las relaciones de Marruecos con otros países no avanzan.
El plan marroquí de 2007
Marruecos presentó en 2007 ante Naciones Unidas un plan de autonomía para el Sáhara Occidental que sigue defendiendo a día de hoy y que supone enterrar de facto cualquier perspectiva de independencia para la antigua colonia española.
Así, según el plan marroquí, que sería sometido a referéndum, el Sáhara Occidental dispondría de sus propios órganos legislativo, ejecutivo y judicial, aunque los dictámenes de todos ellos deberían ajustarse a los criterios nacionales.
El Estado cedería de esta forma a la "región autónoma" ciertas competencias en materia de economía, infraestructuras, desarrollo social y cultura, entre otros ámbitos, mientras que se reserva ámbitos clave como defensa, relaciones exteriores o religión, que recaen de forma específica bajo control del rey Mohamed VI.