Patricia López Arnaiz: "Mi personaje en 'La cima' se inspira en Edurne Pasaban"
- También hablamos con el coprotagonista, Javier Rey, y el director, Ibon Cormenzana
- La cima llegará a los cines el próximo viernes, 25 de marzo
La cima, de Ibon Cormenzana (Los Totenwackers), es una película sobre superación y sobre la lucha contra las adversidades de la naturaleza y de la propia vida. Presentada en el Festival de Málaga, está protagonizada por Patricia López Arnáiz (Ane) y Javier Rey (Fariña, Velvet) que interpretan a dos montañeros que se encuentran en el Annapurna, el ochomil más mortal del planeta (de las 191 personas que han intentado alcanzar la cima, 61 han muerto en el intento).
Ione, el personaje de Patricia, es una alpinista que ha conquistado los 14 ochomiles y que está inspirada en la primera mujer en conseguir esa hazaña: “Edurne Pasaban ha sido nuestra gran inspiración. No he tenido que hablar con ella porque su biografía cuenta su historia profesional y personal con tanto detalle, que no me ha hecho falta. Ahí habla de temas que aparecen en la película, como las sombras que tiene el éxito. También habla de la depresión que viene tras conseguir ese sueño de los 14 ochomiles y no tener más retos. Eso me ha servido muchísimo”.
Tras conseguir esa hazaña, Ione se queda sola en la montaña sin saber qué hacer. “Cuando ella baja, tras conseguir su objetivo, siente un vacío enorme -asegura Patricia-. Ya no hay más ochomiles en el planeta y para ella es como perder la baliza que la hacía seguir adelante. De repente no sabe qué hacer. Yo trabajaba eso como con el enfado, como sentir que la montaña me había robado todo. Y me inspiro en la experiencia de Pasaban cuando volvió a su pueblo y vió como sus amigas habían creado sus familias o proyectos, y ella parecía haberse quedado desfasada. Entonces, Ione se queda en ese refugio de montaña como congelada en el tiempo. Y creo que, si no llega a aparecer Mateo, se habría dejado casi morir”.
Pero… ¿qué busca Mateo en el Annapurna? “Mateo -nos cuenta Javier Rey-, tiene una culpa muy grande en una mochila emocional cargada de dolor por la pérdida de un ser querido. Por eso se fija ese objetivo de subir el Annapurna. Se excusa a sí mismo pensando que es un homenaje a ese ser querido que ha perdido, pero lo que quiere es intentar poner un poquito de luz en su propia oscuridad. Es una especie de liberación: si lo consigue va a poder quitarse esa culpabilidad. Es un intento de curación”
“La película surge de mi interés por el mundo místico de los alpinistas”
El director, Ibon Cormenzana, nos comenta cómo nació la película: “Surgió de mi interés por el mundo místico de los de los alpinistas. Yo me aficioné a la montaña, hace ya unos 10 años, y he tenido algunas vivencias que no sé si calificar de místicas, como subir a alguna cima en soledad y conectarme con la vida, sentir como que está todo bien. Una cosa que es difícil de explicar con palabras, así que intento hacerlo con las imágenes de esta película”.
“La película -continúa el director-, también habla de personajes que quieren superarse, que han sufrido traumas y quieren dejarlos atrás… de ahí nació el personaje de Mateo, que, tras sufrir una gran pérdida, quiere volver a conectarse a la vida. Y no se le ocurre otra cosa que subir al Annapurna, porque cree que es la única forma en que va a superarlo”.
Por eso, lo que parece una aventura física, que fuerza los límites del cuerpo humano, en realidad es un viaje espiritual: “No sé si es tanto espiritual como místico -asegura Ibon-. Es la forma que tiene el protagonista de encontrarle sentido a la vida: tener una ilusión y un reto”.
Un durísimo rodaje a más de 3.000 metros de altura
Ibon nos comenta que: “El Annapurna es el tercer protagonista de la película. Representa el sentido de la vida y la simplicidad de la vida. Las montañas y los paisajes están ahí para que los disfrutemos y nos maravillemos viendo un amanecer, un atardecer… Son como la esencia de la vida”.
Rodar a más de 3.000 metros de altura ha sido toda una aventura, como nos comenta Patricia: “Muchos días hemos rodado a 17 grados bajo cero, con grandes ventiscas, nevadas brutales... Encima nos pilló la Filomena e incluso tuvimos una tormenta de lluvia del Sáhara que tiñó la montaña de color rojo, impidiéndonos rodar. Tuvimos un poco de todo”.
A la dureza del rodaje hay que sumar que Ibon se contagió de COVID-19: “Tuvimos que parar dos semanas -nos cuenta el director-. Una pequeña faena. Pero lo peor fue que nació mi hija y tuve que verlo por streaming desde la habitación del hotel en el que estaba confinado en Huesca”.
Javier añade que: “A tres mil metros de altura no hay cobertura, no te puedes distraer con el móvil. Todo se hace más difícil, pero a Patricia y a mí nos facilitó bastante el trabajo porque estábamos totalmente metidos en situación. Y te olvidas del físico porque te sale solo: pasas frío, estás cansado... Todo lo que ocurre a tu alrededor es completamente real. Entonces, como este es un refugio interior o salgas al exterior. Así que, todas esas dificultades nos ayudaron a hacer más creíbles a los personajes”.
“El rodaje también fue una aventura para el equipo -concluye Ibon-, porque muchos nunca habían estado en rodajes de alta montaña y todos se apuntaron a pesar de que los advertí de que iba a ser un rodaje durísimo. Y nadie se echó atrás”.
“La naturaleza mandaba”
Para conseguir que el Pirineo aragonés pareciese el Himalaya y el Annapurna, Ibon ha tenido la ayuda de un experto: “Hemos trabajado con Jordi Tosas, que es un gran alpinista que cada año hace de guía en el Annapurna. Y nos ha ayudado a encontrar los lugares de los Pirineos que más se parecen a los del Annapurna. También hemos integrado en la película imágenes reales de documentales y películas sobre el Himalaya, porque nuestra intención erar rodar allí alguna cosa pero no pudimos por los estrictos protocolos del COVID”.
Jordi también ha entrenado a los dos protagonistas. “Trabajar con él fue una gran suerte -confiesa Patricia-, porque conoce de primera mano ese gran misterio que empuja a una persona a dedicarse a esto, y que no podemos entender nadie que no seamos alpinistas. Hablamos muchísimo con él, nos enseñó las cosas técnicas y nos llevó a escalar en piedra, en hielo mixto con piedra… qué es la dexametasona que se pinchan algunos montañeros en el Himalaya… Tras esa preparación vimos documentales sobre todas las historias épicas de alpinismo, que superan a cualquier ficción. Y también trabajamos el tema de la respiración, porque a esa altura falta el oxígeno y la cabeza funciona de otra manera. Ha sido toda una aventura”
Pero una aventura que ha merecido la pena, como nos cuenta Javier: “Si porque hemos rodado cuando la naturaleza nos permitía hacerlo y hemos vivido situaciones de todo tipo, algunas de ellas preciosas. Recuerdo una jornada donde rodamos una secuencia muy dramática en la tienda y al cortar nos volvimos y pudimos ver una puesta de sol alucinante. Al día siguiente había una ventisca tremenda donde volaban todas las cosas y, al siguiente, otra puesta de sol con un color naranja increíble. La naturaleza mandaba y nosotros, como pequeñitos, le robamos un poquito de tiempo para poder rodar esta película”.
La solidaridad a ocho mil metros de altura
La película también habla de la solidaridad entre los alpinistas. “El tema del compañerismo es algo innato en ellos -asegura Ibon-. Y también apreciar la simplicidad de la vida, de no ansiar tantas cosas, sino apreciar lo que tenemos, como que un sobre de fideos a 8.000 metros puede ser un gran manjar. Tienen estos valores que yo creo que son importantes para aplicarlos en nuestro día a día”.
“Eso puede apreciarse en el documental Pura Vida, que narra el rescate de Iñaki Ochoa de Olza -interrumpe Patricia-. Este alpinista tuvo un edema cerebral en plena escalada y hubo una serie de montañeros míticos, que estaban en países diferentes, y cogieron aviones para ir allí y subir la montaña para rescatarlo, arriesgando sus propias vidas. Para salvar a una persona que no conocían personalmente pero sí como hermano de montaña. Hay un fuerte vínculo que los une basado en sus experiencias al límite. Es una cosa muy potente que los hermana y que está basada en hechos reales”.
“Muchos pensaréis que están locos por querer subir a ocho mil metros de altura, pero más que buscar la muerte, algo de lo que también habla la película, lo que buscan es conectarse más con la vida: la ilusión, el esfuerzo… todos esos valores son aplicables para cualquier persona” -añade Ibon-.
Preguntamos a Javier Rey por qué recomendaría esta película: “Porque es una apasionante historia de la lucha de dos personajes por encontrarse a sí mismos y por seguir viviendo. Y que habla de otras muchas cosas, como la montaña física y la metafísica, pero también de la vida, la soledad, el amor, de los deseos cumplidos, de los no cumplidos, de la culpa, del amor más allá de las primeras impresiones, de la superación y de intentar encontrar la dignidad para con uno mismo”
“Y todo eso lo metemos en la montaña -añade el actor-. Porque la montaña nos permite ponerle un poco de aventura al asunto, pero también es un escenario del que no pueden escapar. Lo que les obliga a interactuar. Y esa oportunidad que les brinda la naturaleza, hace que, al final, encuentren el uno en el otro algo que comparar para poder sanarse”.
“En la vida, como en la montaña, lo importante es no quedarte parado. Porque si te paras te mueres. Hay que buscar nuevos retos e ilusiones para seguir adelante. Eso es lo que nos conecta con la vida y una de las cosas más importantes de las que habla esta película” -concluye Ibon Cormenzana-.
La cima se estrena en cines el 25 de marzo.