Un mes de guerra en diez fotografías que plasman la destrucción, el drama humano y la resistencia
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Todo el horror esparcido durante 30 días de guerraguerra en Ucrania no se puede resumir en unas cuantas líneas y tampoco lo podrán abarcar un puñado de fotos, pero lo que quizá sí logre la suma de palabras e imágenes sea subrayar, una vez más y de manera muy clara, los motivos por los que cada nuevo día hay que desear que llegue pronto el último.
Las diez siguientes fotografías no son más que eso, diez razones. Y podrían ser muchas más; tantas, como el número de instantáneas que han capturado los fotoperiodistas desplazados hasta ese país invadido desde el pasado 24 de febrero para mostrar a quienes no están allí las múltiples caras del conflicto: el sufrimiento de los civiles, las ciudades que han quedado destruidas, el asedio de las tropas rusas, la resistencia del ejército ucraniano y, en definitiva, el drama humano que se deriva de todo lo anterior.
Los suyos son los únicos disparos inofensivos y necesarios de esta guerra.
Las primeras horas de miedo y oscuridad
Una de las sensaciones más veces encerradas dentro de las fotografías que deja la invasión rusa es el miedo. De aquel primer día de sirenas antiaéreas quedarán cientos de testimonios gráficos y escritos sobre cómo el pánico se expandió entre los ciudadanos, quienes, en muchos casos, corrieron a los supermercados a abastecerse de comida, huyeron a otras zonas del país formando enormes atascos o decidieron protegerse en el metro o en los sótanos de los edificios. Esta fotografía de Oleg Petrasyuk fue tomada el 24 de febrero en una estación de metro de Kiev en la que pasaron la noche multitud de familias.
El avance de Rusia y de la muerte
En el segundo día de invasión las tropas rusas ya lograron entrar en la capital, Kiev, que vivió intensos bombardeos, al igual que Járkov, la segunda mayor ciudad del país. Allí fue tomada el 25 de febrero esta otra fotografía en la que el cuerpo de un soldado yace, semienterrado en nieve, junto a un vehículo de combate ruso quemado. Refleja bien el avance de la ofensiva y, por consiguiente, el avance de la muerte.
El adiós que desgarra
Otra de las imágenes más desgarradoras de esta guerra es la que dejan las despedidas. Cientos de familias se han visto obligadas a separarse en estaciones o pasos fronterizos desde que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, declarase la ley marcial que impide a los hombres ucranianos entre los 16 y los 60 años abandonar el país durante la guerra. Deben permanecer allí para combatir contra el ejército ruso y no les queda más opción que decir adiós a sus seres queridos sin saber si volverán a verlos. En la imagen, fechada el 4 de marzo, un padre se despide de su hijo en un tren de evacuación que parte desde la estación de tren de Kiev y que se dirige a algún punto alejado de las bombas y los misiles.
Mariúpol, epicentro de la destrucción y el drama humano
La ciudad portuaria de Mariúpol se ha convertido, desde hace dos semanas, en el epicentro del drama humano. Lleva más de dos semanas cercada y, desde entonces, no ha parado de sufrir duros ataques que han arrasado calles e infraestructuras. Mientras tanto, unos 100.000 civiles permanecen atrapados en condiciones inhumanas, esperando una evacuación que ha sido varias veces anunciada pero que nunca llega como está previsto, y tratando de sobrevivir sin electricidad, sin agua y sin apenas comida o fármacos.
El llanto de la mujer que aparece en esta fotografía realizada el 17 de marzo, junto a un edificio de viviendas destruido, será el llanto de otros miles que permanecen escondidos en sótanos o búnkeres sin saber hasta cuando podrán resistir.
La vida que se abre paso entre la muerte y el ataque a la maternidad
El 2 de marzo, la mujer de la siguiente fotografía sostenía entre sus brazos al bebé que acababa de dar a luz en el sótano de un hospital materno de Kiev que ha sido usado como refugio antibombas. La vida de ese bebé, como la de tantos otros, se abrió paso en medio de un panorama donde ya reinaba la muerte. Ningún niño debería nacer ni vivir en medio de una guerra ni ninguna mujer debería parir escuchando explosiones, pero al menos ambos tenían entonces un futuro por delante. No lo tienen, en cambio, las víctimas mortales del ataque perpetrado en Mariúpol contra un hospital infantil. Entre ellas, una madre embarazada que no dejó de acariciar su tripa mientras era evacuada de aquel edificio derruido y que finalmente falleció, al igual que el bebé que llevaba dentro.
Dejar todo atrás y convertirse, de pronto, en refugiado
A miles de kilómetros de Ucrania cuesta imaginar lo que debe de ser convertirse en refugiado en cuestión de días; dejar todo atrás para subirse a un tren que desembocará en otro país y que marcará el comienzo de otra vida muy distinta a la anterior. En el último mes, más de 3,6 millones de personas se han visto en esa situación. Les toca seguir en la distancia las crudas noticias que llegan desde Ucrania y, en muchos casos, llorar por los familiares o amigos que también hubieran querido huir, pero no pueden.
El tren que aparece en la fotografía partió el 15 de marzo desde Leópolis rumbo a Polonia. En el vagón hay decenas de mujeres y niños con un horizonte tan incierto como sus miradas.
Atentados contra vidas inocentes
Entre las imágenes más duras y aterradoras se encuentra también esta que firma el fotógrafo Oleksandr Ratushniak porque mostró al mundo, de manera impactante, que en Ucrania se estaba atentando directamente contra la vida de civiles, es decir, contra personas inocentes que creyeron que se respetaría el corredor humanitario abierto en Irpin y que fueron sorprendidos por un brutal ataque de las tropas rusas. El 6 de marzo familias completas corrían por las calles de esa ciudad para dirigirse al punto de evacuación en el que les esperaban los autobuses, pero al menos una de ellas fue alcanzada por proyectiles de mortero. Sus cuerpos quedaron tendidos en el suelo al lado de una maleta que simboliza el revés de la guerra a su esperanza de sobrevivir.
Despedir a un fallecido en un campo de batalla
Conocer con exactitud las víctimas mortales que se ha cobrado la guerra parece, de momento, algo poco factible. Un día antes de que fuera realizada esta fotografía, el 2 de marzo, el Servicio Estatal de Emergencia de ucrania hablaba de más de 2.000 civiles ucranianos fallecidos, que son más de los que la ONU pudo confirmar y menos de los que, seguramente, hayan registrado hasta la fecha. En todo caso, serán muertes injustas que dejan un dolor inmenso entre quienes sí conservan su vida y ni siquiera pueden ofrecer una despedida digna. La siguiente imagen muestra a dos ciudadanos de la pequeña localidad de Borodianka, cerca de Kiev, trasladando un ataúd.
La valentía de decir 'no a la guerra' en Rusia
El Gobierno ruso no es Rusia y no todos los ciudadanos de ese país apoyan la invasión. De hecho, son muchos los que han expresado su sufrimiento por la guerra y quienes se han atrevido a manifestarse en las calles, pese a las represalias. Una de las imágenes que mejor ha reflejado la valentía frente a la censura la dejó una periodista rusa que irrumpió el pasado 15 de marzo en un informativo de la televisión pública, en directo, con una pancarta encabezada por un "no a la guerra" que también decía: "Detengamos la guerra. No os creáis la propaganda. Os están mintiendo. Rusos contra la guerra".
Amor y resistencia en plena barbarie
La última foto de la lista aúna dos símbolos que están en la identidad de Ucrania como país invadido: el amor (por los suyos y por la nación) y la resistencia férrea. En ella dos miembros de la Guardia Nacional de Ucrania, Oleksandr y Olena, se besan delante de unas barricadas y de una bandera ucraniana tras haberse unido en matrimonio. Está fechada el 8 de marzo de 2022 y evidencia que incluso el escenario más desolador puede acoger, de repente, una brizna de humanidad.