La pasión de los Oscar por los biopics y sus peligros
- En las categoría de interpretación abundan las nominaciones basadas en personajes reales
- Especial Premios Oscar
Jean Luc-Godard propuso como axioma que el cine es realidad a 24 fotogramas por segundo, aunque bien podría haber añadido como excepción a su postulado a los biopics. No porque sean artefactos creados para manipular, sino porque, por honestos que sean, están condenados, como mínimo, a la imprecisión. Con un peligro añadido: el de fijar una imagen distorsionada en el imaginario colectivo.
Hechos históricos, hagiografías, memorias o desmitificaciones existen desde que hay narraciones, pero han encontrado un nicho de reconocimiento en los Oscar del siglo XXI, especialmente cariñosos con las interpretaciones de actores que encarnan figuras claves de la historia o personajes populares.
La pasión ha llegado a tal punto que empieza a abrirse una divergencia en las nominaciones. Por un lado están las películas nominadas a mejor película y, por otro, las categorías de interpretación, plagadas de títulos que no se encuentran entre las elegidas como mejor cinta del año y que a veces están diseñadas para el lucimiento de actores que, sabedores el éxito de la fórmula, la persiguen.
Repasemos las nominaciones de 2022: Ni Nicole Kidman (Lucille Ball), Javier Bardem (Desi Arnaz), J.K. Simmons (William Frawley), Andrew Garfield (Jonathan Larson), Jessica Chastain (Tammy Faye) y Kristen Stewart (Lady Di) participan en cintas que puedan ganar el Oscar a mejor película o dirección. Solo Will Smith (Richard Williams) y Aunjanue Ellis (Oracene Price), forman parte de una aspirante, El método Williams.
El método Williams: el lado amable de una figura controvertida
La película por la que Will Smith encabeza las apuestas para el Oscar a mejor actor es un retrato del padre de Venus y Serena Williams, a menudo considerado una figura controvertida. Las dos campeonas de tenis aprobaron la película tras verla y accedieron a participar como productoras por lo que puede considerarse un biopic ‘aprobado’ de la relación de un padre y sus hijas.
Mucho de lo controvertido que pueda parecer Richard Williams se muestra en la película: su obsesión por trazar un plan para sus hijas desde que nacieron y su devoción por el dinero. El éxito parece validar lo que sobre el papel parece demente, pero ¿y si sus hijas no hubieran logrado despuntar? Es de hecho lo que sucedió con Isha, otra de las hermanas, que tuvo que abandonar ‘el plan’ por una lesión, aunque no se mencione en la película.
La película muestra el duro entorno de Compton, uno de los distritos más deprimidos de Los Ángeles, donde Richard Williams peleaba literalmente con pandilleros por poder utilizar canchas municipales. Sin embargo, el propio Williams rebatió hace años en la CNN esa narrativa de familia humilde: se mudó desde Long Beach a Compton porque creía que un barrio problemático endurecería el carácter de sus hijas. “Lo que me llevó al gueto fue mi creencia de que los grandes campeones salen del gueto”.
En la película, Williams recuerda cómo sufrió a un padre ausente y muestra su devoción por sus hijas, pero la principal omisión del guion, que juega a favor del retrato como padre amoroso, es que Williams ya había tenido cinco hijos previos de otro matrimonio a los que no ve desde que tenían ocho años.
Being the Ricardos: Aaron Sorkin unifica al modo teatral clásico
Ningún espectador -ni en el siglo XVII ni ahora- cree que cuando Julio César habla a través de Shakespeare está contemplando la historia. Seguramente el único modo de ser honesto en una narración con personajes reales sea pactar la farsa. Sorkin juega a eso y a lo contrario en Being the Ricardos, donde retrata la acusación por comunismo a la superestrella televisiva Lucille Ball en los años 50.
El estilo de Sorkin para dialogar es tan personal y reconocible que nadie que vea Being the Ricardos puede creer que todos vivan entre continuas agudezas recitadas a toda pastilla. Pero, al mismo tiempo, Sorking juega con el género documental, introduciendo las escenas con falsas entrevistas de personas reales (interpretadas por actores).
En cuanto a los hechos, Sorkin necesitaba unidad dramática y se la concedió a sí mismo sin más problemas al modo teatral clásico: pese a que el leiv motiv de la película es que ‘todo sucedió en una semana’, en realidad el segundo embarazo de Ball, su testificación ante el Comité de Actividades Antiamericanas y la publicación en un tabloide de las infidelidades de su marido, sucedieron a lo largo de varios años.
Spencer, Lady Di y el idilio británico de los Oscar
Spencer, de Pablo Larraín, deja más claras las cosas admitiendo desde el comienzo que es “una fábula basada en una tragedia real”, lo que la aleja de las pretensiones históricas de Peter Morgan en The Crown o La reina.
La película sitúa a Diana (Kristen Stewart) en unas vacaciones navideñas de 1991 donde a lo largo de tres días toma la decisión de separarse del príncipe Carlos. La atmósfera onírica, a veces pesadillesca, y el toque de absurdo de Larraín subraya la distancia con la verdad y juega a favor de lo que pretende ser un reflejo del interior de la protagonista, uno de esos personajes británicos tan queridos para la Academia de Hollywood, como pueden atestiguar los Oscar para Helen Mirren (La reina), Meryl Streep (La dama de hierro), Colin Firth (El discurso del rey), Gary Oldman (La noche más oscura), Olivia Colman (La favorita), Eddie Redmayne (La teoría del todo) o Rami Malek (Bohemian Rhapsody).
Tick, Tick …BOOM!, un autobiopic musical
La gran ventaja de Tick, Tick …BOOM! es que parte de un musical autobiográfico, el que Jonathan Larson (interpretado y cantado por Andrew Garfield) compuso para retratar sus angustias para salir adelante en el competitivo panorama teatral de Nueva York a comienzo de los años 90 y antes de triunfar con Rent.
Poco se puede enmendar sobre la visión que Larson tenía de sí mismo. El trabajo del director Lin-Manuel Miranda y el guionista Steven Levenson mantienen el espíritu del musical, aunque algunos personajes, como Susan, la pareja de Larson que interpreta Vanessa Hugens sean inventados.
Tammy Faye, el perfecto biopic oscarizable
El versátil Anrew Gardfiel bien podría haber estado nominado también por su papel en Los ojos de Tammy Faye, la película que podría proporcionar a Jessica Chastain su primer Oscar y donde se muestra el ascenso y caída del matrimonio de telepredicadores cristianos envueltos en un escándalo financiero en los años 80.
La película se basa en un documental del año 2000, de Fenton Bailey y Randy Barbato, y se ajusta a los hechos reales. La ingente cantidad de material audiovisual sobre los personajes convierten las interpretaciones en lo más apreciado por la Academia de Hollywood: transformación física e imitaciones verosímiles.