Las dificultades del sector teatral: "Muchos hipotecamos nuestras casas para poder hacer una nueva producción"
- Las organizaciones exigen la bajada del IVA del 21% de las contrataciones de espectáculos
- Preocupa la subida del precio de los carburantes que puede afectar a las giras
Las artes escénicas nunca se han caracterizado por su rentabilidad económica, sino más bien por el valor cultural que aportan a la sociedad. Aun así, ese reconocimiento tampoco llega a atribuirse lo suficiente. Y el teatro es una de las partes del sector que sigue haciendo malabares para sostenerse en esta frágil estructura.
La pandemia ha supuesto un gran impacto negativo en el sector. Las representaciones teatrales sufrieron un descenso del 49,2% en el 2020, según el Anuario SGAE 2021 de las Artes Escénicas, Musicales y Audiovisuales. Asimismo, la asistencia tuvo una pérdida de 9.327.516 espectadores, lo que supuso una caída del 75% respecto al 2019.
Todavía no se tienen cifras recientes de 2021, así que con motivo del Día Internacional del Teatro, algunas instituciones y organizaciones teatrales han reflexionado en RTVE.es sobre la evolución, los problemas y el futuro de este sector.
Una comunidad acostumbrada a vivir en crisis. Generalmente en las artes escénicas solo se maneja “un margen de beneficio del 15%, no somos como las empresas grandes”, apunta a RTVE.es Eduardo Galán, vocal de la Junta Directiva de la Academia de las Artes Escénicas de España y socio fundador de la entidad.
Además, hay que destacar que ese escaso beneficio se reinvierte habitualmente. "Muchísimos de los productores de teatro y de las compañías de toda España hipotecamos nuestras casas para poder hacer una nueva producción", confiesa.
El IVA: un conflicto que no termina
En 2018, el IVA de las entradas bajó del 21% al 10%. “Más del 80 % de los espacios escénicos de este país son de titularidad pública, y las administraciones públicas no aplicamos el IVA a las entradas, solo le afecta a los teatros que son de gestión privada”, explica Juan Ignacio Herrero, presidente de La Red Española de Teatros. Por lo que la bajada únicamente repercutió a una pequeña parte en este caso.
Aunque esa reducción al 10% en el impuesto de las entradas supuso un desahogo para muchas empresas. Puesto que pudieron “invertir más en las producciones, ya que se habían reducido” sus presupuestos, apunta Jesús Cimarro, presidente de FAETEDA.
El otro problema que sigue sobre la mesa es el IVA de las contrataciones de espectáculos, que se mantiene al 21%. “El 80% de los teatros que somos de titularidad pública seguimos pagando la contratación a este porcentaje”, indica Herrero. Para los alternativos se hace muy complicado asumirlo, “es un impuesto muy alto para una actividad, que no es rentable económicamente”, señala Jacobo Pallarés, presidente de la Red de Teatros Alternativos.
“Si no conseguimos que el IVA de las contrataciones baje al 10%, los ayuntamientos van a ofertar menos teatro”, destaca Galán. En las grandes ciudades puede que siga habiendo más oferta “porque hay teatros privados, pero en el resto de España no van a tener tesorería para poder pagar”, añade.
“Está demostrado como la reducción del IVA podría aumentar la programabilidad de espectáculos“
Si el impuesto bajara al 10%, el ministerio de Hacienda seguiría recaudando. “Esas contrataciones generan IRPF y Seguridad Social”, explica Cimarro. Además, “está demostrado como la reducción del IVA podría aumentar la programabilidad”, añade Herrero. Por lo que si se reduce este impuesto, habría más espectáculos y "ese dinero" también acabaría "en la propia administración pública”, indica Cimarro.
Sin ayudas no hay teatro
Si hay un pensamiento común para todas las organizaciones teatrales es que nunca hay suficientes ayudas. “Realmente son muy pocas. Está habiendo un avance, pero lo más importante es ver cómo se distribuyen los fondos europeos”, comenta Cimarro. “Manejamos un margen de beneficio tan pequeño que las ayudas son necesarias para poder salir adelante”, añade Galán.
La Red Española de Teatros Públicos trabaja en el Proyecto Niebla, en el que realizan un análisis del entorno jurídico del sector. Uno de los puntos a tratar es “mejorar los mecanismos de financiación”, apunta Herrero. “Muchas veces las anualidades administrativas no coinciden con las temporadas teatrales, tampoco los períodos administrativos favorecen a que esas subvenciones lleguen a tiempo a la parte creadora para que les pueda facilitar la creación y la producción”, explica.
El problema de la burocracia administrativa es que está sujeta a las decisiones políticas. “Depende de cuando el gobierno apruebe los impuestos”, señala Cimarro.
En el caso de los teatros alternativos, al encontrarse en una constante crisis económica, también necesitan de estas ayudas, puesto que son entidades privadas, pero “sin ánimo de lucro. Esto significa que todos los beneficios los invertimos en la propia estructura, en los trabajadores y en la propia actividad”, explica Pallarés.
Con la llegada de la pandemia, las subvenciones quedaron reforzadas. “En el 2020 hubo una alianza entre el sector privado y público, y la Administración ha focalizado su apoyo en la actuación en directo”, afirma Pallarés.
“Nosotros nos hemos salvado porque hemos resistido“
Para los teatros alternativos estas ayudas suponen una herramienta para seguir adelante, pero ellos necesitan de su propia fuerza para mantenerse. “La subvención no nos ha rescatado, sino que nosotros nos hemos salvado porque hemos resistido. No podríamos tener una ayuda si no tuviéramos proyectos", señala Pallarés.
En cuanto a las ayudas por el Covid-19, en el mes de julio de 2020 hubo una convocatoria extraordinaria de ayudas del INAEM dirigidas al sector de las artes escénicas y de la música, “aportando 38.200.000 euros en ayudas a las empresas, lo que supuso gestionar un incremento presupuestario del 163%”, indican fuentes del INAEM.
En 2021, esta contribución se ha mantenido. “Desde el INAEM, se gestionaron un total de 54 millones de euros en ayudas dirigidas estrictamente al sector”, según fuentes de la propia institución. En este período apuntan que “el número de expedientes de tramitación rebasó las 2.000 solicitudes”.
El gran golpe por la pandemia
La pandemia fue un gran retroceso para la recuperación que se daba en el teatro en 2019. “Había un avance, se había conseguido de alguna manera tener cuotas muy cercanas a las anteriores a la crisis económica”, destaca Cimarro. Pero debido al coronavirus, la actividad tuvo que frenar en seco y además, “no había una recuperación de la crisis del 2008”, apunta Herrero.
Ese parón supuso un problema para muchos profesionales del sector, ya que “los actores y los técnicos no se podían acoger a los ERTES porque no tenían contratos fijos.”, señala Galán. Y por esta vulnerabilidad en el sector artístico, según fuentes del INAEM, “se habilitó un acceso extraordinario a la prestación por desempleo que reconocía la intermitencia del colectivo de artistas en espectáculos públicos encuadrados en el Régimen General de la Seguridad Social”.
Al salir del confinamiento se intentó volver a la actividad con pequeños aforos. “Si vas a taquilla con un teatro al 50% no cubres gastos, pierdes seguro, pero los actores y los técnicos ya no tenían para comer”, explica Galán. “Aunque todas las compañías hemos perdido dinero, había que hacer teatro con aforos limitados”, prosigue.
En este mismo sentido, confirma la situación, Cimarro, “ha sido muy complicado mantener los teatros abiertos y se han suspendido muchas representaciones o se han trasladado otras fechas”. Lo que supuso también un tiempo de parón para la producción de espectáculos, ya que “no se habían explotado”, añade.
“La gente tuvo que tomar prioridades en donde invertía su dinero“
Asimismo, la vuelta del sector fue bastante caótica al principio, debido a que las normas no estaban muy claras. “Eran diecisiete comunidades autónomas en el país, cada una legislando de una manera distinta para un mismo hecho”, comenta Herrero. A esta complicada situación en la cultura también se le sumaba la crisis económica. “La gente tuvo que tomar prioridades en donde invertía su dinero”, puesto que se daba preferencia a “las necesidades más primarias, como alimentarse”, destaca.
Por otro lado, el factor del miedo en grupos de mayor edad también afectó a la asistencia en determinados espacios. “Estos grandes coliseos más históricos, que quizás tiene un público muy mayor. En algunos casos no ha vuelto a los espacios escénicos”, señala Herrero.
Las dificultades a las que se enfrenta el sector
El panorama está lleno de obstáculos por los altos impuestos, la pandemia o la falta de ayudas. A todo ello se suma la actualidad de la guerra en Ucrania y el problema de los combustibles, que también perjudican. La elevación del precio de los carburantes “influye en las giras, los camiones que llevan la escenografía tienen que cobrar más”, destaca Galán. En cambio, “las empresas no podemos elevar el caché de las obras, porque los ayuntamientos no tienen dinero suficiente”, explica. Por lo que se hace más necesaria que nunca esa bajada del impuesto en las contrataciones teatrales que solicitan.
Otra de las dificultades que se apunta es burocrática, y desde el Proyecto Niebla, se solicita la simplificación de los procesos de contratación administrativos en los contratos artísticos. Puesto que, son “las mismas condiciones de contratación para el hecho artístico que para la obra pública”, señala Herrero. “Nos marca unos límites de contratación y muchos espectáculos superan esos costes”, añade.
En este mismo sentido, Juan Ignacio Herrero también solicita, dentro del marco del Proyecto Niebla, que “las artes escénicas sean calificadas como utilidad pública y de interés cultural, puesto seguramente facilitará que pudiéramos esquivar de alguna manera esta ley de contratos y nos abriría muchas puertas en cuanto a modificaciones fiscales”.
Por otro lado, en el plano de la actuación hay una tendencia que supone un inconveniente. “Hemos acostumbrado a los programadores de los teatros y al público a llevar actores muy conocidos de las televisiones”, destaca Galán. El problema es que ahora muchos actores trabajan para plataformas de streaming y en los contratos tienen “la exclusividad que mientras rueden esas series no pueden trabajar en el teatro”, explica. Al contrario que las cadenas televisivas generalistas, que siempre han permitido combinar los contratos.
Aunque los actores quieran hacer teatro, no pueden por el contrato de las plataformas. “Es algo que tendrán que acostumbrarse programadores, público y medios de comunicación, que se programen las obras para autores menos conocidos”, indica Galán. Además, esto puede abrir las puertas a actores más emergentes.
“No queremos volver a ese lugar donde las ayudas solo entienden la actividad como producción“
Hay un avance positivo gracias a la recuperación de los aforos completos y a la programación de más estrenos. Pero Pallarés no está conforme con que se vuelva a la “normalidad” anterior, ya que estaba en crisis. “Es un sistema anclado en los años 90 o principios de los 2000 que no refleja la situación de la singularidad de nuestros proyectos, ni lo que son los valores de la cultura. No queremos volver a ese lugar donde las ayudas solo entienden la actividad como producción”, crítica. Para llevar a cabo esa transformación, hay que “alejarse del liberalismo y de los modelos obsoletos” y “trabajar exclusivamente lo cualitativo”, apunta.
Por otra parte, para que el teatro siga en progreso, la sociedad tiene que aprender a considerar la labor de los teatros. “El público y los medios de comunicación deberían valorar lo que es ofrecer un espectáculo en vivo, que sucede una vez y al día siguiente ya no es el mismo”, explica Galán. “Es poder gozar de un hecho único como es el teatro. Es una maravilla”, destaca.
Asimismo, para poner en valor esta profesión, la industria desde dentro tiene que ser crítica consigo misma. “Hace falta que seamos conscientes también de los errores que hemos cometido, los que gestionamos los espacios, y de las carencias que tiene toda la cadena de valor de la creación”, reivindica Herrero. Para ello hace falta estar “mucho más unidos”. Una unidad que se ha conseguido en estos últimos años y que todavía tiene que avanzar en este largo laberinto de obstáculos en el que el teatro sobrevive para ofrecer momentos únicos.