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Ucrania, en guerra (XII)

Las mujeres mayores, testigos de la batalla en Kulbakino: "Yo soy rusa y estamos siendo asesinados por Rusia"

  • Mykolaiv se ha convertido en un escudo de Odesa, en un punto de contención ante el avance de la invasión por el sur
  • Tras más de un mes de ofensiva el ejército ucraniano resiste y contiene el avance de las tropas rusas en Kiev o Mykolaiv
  • Guerra Rusia - Ucrania: sigue la última hora en directo

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Ucrania recupera el control de Kulbakino

Un abrigo rojo rompe con la monotonía de Kulbakino. Un trozo de guitarra asoma entre los restos de un edificio destruido de esta pequeña localidad, ubicada a 15 kilómetros del centro de Mykolaiv, en el sur de Ucrania. Aquí el silencio se ha acostumbrado a convivir con el sonido de los bombardeos de la guerra. Se escuchan de lejos, pero el miedo no despega del cuerpo de María. Se acerca.

"¿Por qué?", se pregunta, mientras se lleva las manos a la cabeza. "Yo soy rusa y estamos siendo asesinados por Rusia. No entiendo por qué", vuelve a preguntarse. María mantiene un monólogo consigo misma, quizá motivado por la presencia de micrófonos porque necesita sentirse escuchada. Aprieta los puños de las manos y los mueve de arriba a abajo para expresar impotencia y rabia. "Somos pueblos hermanos, somos vecinos. ¿Por qué estamos sufriendo? Y dice Putin que está ayudando a Ucrania. ¿Nos está ayudando? No, más bien nos está destruyendo", afirma. "Miradnos", dice señalando la destrucción.

Dice Putin que está ayudando a Ucrania. ¿Nos está ayudando? No, nos está destruyendo

"Nací en Ucrania, pero mi padre es ruso y tengo apellido ruso", cuenta. No entiende nada. "Mi familia está en Rusia y nos dicen que estamos mintiendo cuando les contamos lo que ocurre", añade. Este pueblo ha sido testigo de una batalla entre el Ejército ruso y el ucraniano hasta el pasado 6 de marzo.

Cuando las tropas rusas entraron en la ciudad, se hicieron con el control del aeropuerto, una fábrica y algunas zonas clave, pero el Ejército ucraniano resistió y les hizo retroceder a unos 50 kilómetros. Sin embargo, el daño ya está hecho. Los combates han dejado decenas de edificios en ruinas y gran parte de la población permanece escondida o ha huido. Con todo, algunos habitantes han comenzado a trabajar en la reparación de los daños sufridos.

Daños provocados por los ataques de las tropas rusas en un edificio en Kulbakino.

La vida en un refugio subterráneo

María nos invita a acompañarla hacia su refugio subterráneo. Caminamos por la oscuridad de los túneles, ella nos guía alumbrando el paso por lo que parece un laberinto hasta llegar a una zona iluminada. Allí están sus amigas Anastasia y Nina sentadas sobre banquitos en un lateral del sótano. Todas son mujeres mayores. Con el cuerpo encogido por el frío, no son suficientes los abrigos, gorros y bufandas con los que se cubren. Nos dice que tienen comida suficiente, lo que escasea son productos en la farmacia. "Todas tenemos la tensión alta", nos cuenta. Tiemblan, a veces de miedo y otras por las bajas temperaturas. La humedad impregna el ambiente, la misma que baña sus ojos.

Vivo aquí porque mi casa se ha quedado sin ventanas

Es un lugar inhóspito y oscuro. El suelo sin enfoscar está helado, cubierto con cartones para absorber la humedad. Los bancos, tapados con mantas, hacen las veces de camas donde pasar la noche. "Vivo aquí porque mi casa se ha quedado sin ventanas", explica Nina. Tiene 68 años y no tiene familia aquí, solo a sus amigas. Son un pequeño grupo de mujeres más o menos de la misma edad que intenta sobrevivir cuidando las unas de las otras. Viven en este espacio tétrico porque las casas se han vuelto inhabitables tras el paso de los bombardeos y porque no descartan que haya más.

Lo que ha pasado en este pequeño pueblo ocurre en otros puntos del territorio. El Ejército ucraniano está resistiendo, nos cuentan los militares, han conseguido contener e incluso hacer retroceder a las tropas rusas en los alrededores de Kiev, pero también de Mykolaiv, un escudo que protege ciudades estratégicas como Odesa. Su estrategia consiste en atacar las líneas de suministro y dificultar el abastecimiento de las tropas enemigas, nos explica Yuri, un joven de la defensa civil. Es una contención que se vuelve en contra de la población civil, no consigue detener los bombardeos.

"Nos asustamos mucho cuando nos bombardearon"

A unos 15 kilómetros de esta ciudad en dirección a Mykolaiv encontramos un psiquiátrico reducido a escombros. Llama la atención un piano que permanece intacto entre la destrucción. De fondo, el sonido de las reparaciones de las casas, de las personas que se quedan haciendo arreglos. Sergei es albañil y se ofrece voluntario para ayudar a los vecinos.

Nos encontramos con Boris sentado con las manos sobre su bastón en la puerta de su casa. Nos cuenta que el pasado 21 de marzo un misil impactó en la vivienda. Con 69 años, se esfuerza para levantarse para atendernos y mostrar los daños. Es una casa pequeña y humilde. Sobre el sofá hay un montón de ropa con herramientas de todo tipo. Una escalera lleva a una habitación en la planta superior que solían ocupar los nietos.Vemos un mueble blanco con juegos envuelto en un plástico guardado con el deseo que no le pase nada hasta que vuelvan cuando pase la guerra.

Cuando bombardearon era la una de la tarde y estaba pelando las patatas

Valentina, su mujer, tarda en salir del dormitorio. "Es tímida", dice él. Pero, sobre todo, tiene miedo, le tiembla el cuerpo. "Cuando bombardearon era la una de la tarde y estaba pelando las patatas", recuerda, y no puede evitar romper a llorar al recordarlo. Su marido no estaba, estaba ella sola con la perra. "Nos asustamos las dos mucho mucho".

Valentina y Boris en el salón de su casa, afectada por un bombardeo.

Se tapa los ojos con las manos como si sirvieran para borrar el recuerdo. No pueden, ni quieren marcharse a otro lugar. "Esta es nuestra casa", dice él con una voz firme. Ella sonríe al hablar de sus hijos y nietos. Recuerda los momentos de una vida que se ha esfumado. Mira a su alrededor una casa que aún se le hace más pequeña de lo que ya es. Un barrio humilde. Ella vuelve a encerrarse en el cuarto, es el lugar donde se siente más protegida.

El hotel más importante del centro de la ciudad es ahora un montón de escombros. El propietario nos muestra el folleto de lo que fue el edificio. "Antes aquí solo venían trabajadores de otros lugares, pero en los últimos años también recibíamos turistas", explica. Durante el bombardeo, él y un guardia de seguridad pudieron refugiarse en el sótano. Mykolayv estuvo cerrada a los extranjeros durante la época soviética porque constituía un importante astillero naval de destino militar, además, la instalación servía para la construcción y reparación de buques, turbinas y maquinaria vial.

Esta ciudad industrial se levanta en la confluencia de dos ríos: Inhul y Southern. La arquitectura del centro histórico nos conecta con su pasado imperial y la existencia de refugios nos lleva a la Segunda Guerra Mundial. De hecho, cuando suenan las sirenas antiaereas, la población civil acude a estos lugares subterráneos para protegerse de los bombardeos.