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Chernovtsi, un refugio dentro de Ucrania para quienes no quieren huir de la guerra

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Las mañanas de RNE con Íñigo Alfonso - Chernovtsi, un refugio para quienes no quieren huir de Ucrania

En torno a 80.000 ucranianos que se niegan a salir de su país han optado por el refugio que les ofrece Chernovtsi, una ciudad aparentemente tranquila, de unos 200.000 habitantes, a unos 40 minutos de la frontera con Rumanía. Aquí hemos conocido a Rania, a su marido y sus tres hijos. Han venido desde Kiev y se quedan en casa de unos familiares.

Rania: "Muere gente todos los días así que nada va bien y nunca nada va a volver a ir bien"

Los hemos encontrado paseando por el centro, disfrutando de la buena temperatura, con una imagen de normalidad que está lejos de ser cierta: "No, nada va bien, muere gente todos los días así que nada va bien y nunca nada va a volver a ir bien", nos dice Rania, que lamenta que sus hijos vayan a tener "la peor imagen que se puede tener de Rusia porque saben que es la razón por la que tenemos que escondernos y, aunque no hayan sufrido las bombas, oyen lo que está pasando". Rania nos cuenta que su hijo mayor, de 7 años, hace dibujos con las banderas de Ucrania y Rusia y, sobre ellas, escribe: "Slava Ukraini (Gloria a Ucrania)".

La guerrra a solo unos kilómetros

De hecho, apenas unos minutos después de esta conversación, llega el recuerdo de que la guerra está a unos kilómetros. Suenan las alarmas, voltean las campanas de las iglesias y se empiezan a oir sirenas de policía. Esas alarmas no parecen asustar asustan a los vecinos de Chernovtsi, pero sí los desconciertan. Las calles se vacían, el bullicio se apaga, la música deja de sonar, hay quien busca alguno de los refugios, otros prefieren regresar a casa y hay quien, simplemente, se queda esperando a que los autobuses vuelvan a funcionar.

Marc: "Si las calles se quedan en silencio, los autobuses paran y los establecimientos cierran no se trata de una falsa alarma. Hay que tomárselo en serio"

Marc, británico, nos explica que ya estuvo en el Donbass hace 8 años y que "si las calles se quedan en silencio, los autobuses paran y los establecimientos cierran las persianas, como ha sucedido ahora, no se trata de una falsa alarma o una prueba. Hay que tomárselo en serio". Marc, de hecho, mantiene el buen humor. Nos dice que, en el Donbass aprendió que "si oyes el sonido de las balas, es que sigues vivo" y que, para sobrevivir, hay que hacer lo mismo que hagan los locales "allí donde fueres, haz lo que vieres". Dos horas después, al móvil de Marc llega el aviso de que el peligro ha pasado y la ciudad intenta volver a ser la misma.