'Lengua madre': diversas formas de experimentar y entender la maternidad
- La obra puede verse hasta el 10 de abril en el Teatro Valle-Inclán de Madrid
- Experiencias reales contadas por sus propias protagonistas que reflexionan sobre distintos modos de maternidad
La maternidad no solo es ejercida por una mujer heterosexual con pareja, aunque esta es la idea predominante que sigue formando parte del imaginario colectivo. La maternidad es una elección y se puede vivir de muchas maneras. Sobre la decisión de ser madre y su forma de experimentarla reflexiona la obra de teatro Lengua madre, que puede verse hasta el 10 de abril en el Teatro Valle-Inclán de Madrid.
El movimiento feminista que empezó a darse en 2013 en Argentina junto con la propia maternidad de la directora de la obra, Lola Arias, le llevaron a plantear este tema. Antes de que fuera conseguida la legalidad del aborto en 2020 en Argentina, hubo “una campaña muy fuerte donde la maternidad y el deseo aparecían puestos en cuestión”, destaca.
Este cuestionamiento político y social que se cruza con su propia experiencia materna conduce a que Arias ponga en escena historias reales, ya que la obra está compuesta por personas que cuentan sus propias vivencias en torno a la maternidad. Algunas son actrices, pero la mayoría no tienen experiencia profesional en el sector.
Para llegar a estas personas fue necesario un trabajo de documentación previo. “Durante meses hice solo investigación y entrevisté a mucha gente que me contactaba con otras personas, y luego a partir de esas entrevistas seleccionaba un grupo más pequeño”, explica Arias. Además, este método no tiene que ver nada con una obra de teatro al uso, en la que hay una “audición para un rol, sino que hay que salir a buscar esa persona”, prosigue.
Parte de este teatro documental se muestra en una pantalla a través de fotos y vídeos relacionados con las vidas de las personas que actúan, al igual que se proyectan imágenes que se combinan con las performances. También hay cámaras que graban a los personajes en varias escenas, y con ello se “permite otro tipo de intimidad en ciertas situaciones, entre las performances que son más difíciles de generar en un espacio teatral”, señala.
Diferentes maternidades que incomodan
Se plantean diferentes historias, entre las que se encuentran una madre migrante, un padre trans, una madre lesbiana, mujeres que abortaron, madres que han utilizado la fertilización asistida o que adoptaron, y muchas otras personas qué experimentan la maternidad de otros modos. La obra “desarticula un montón de ideas que generalmente vienen empaquetadas en una misma forma”, indica Arias.
La directora aborda varias vivencias en torno a la maternidad, incluso habla de prácticas con mucha polémica, como es la gestación subrogada. "Tampoco me importa tanto el estar de acuerdo, más bien es poder pensar juntas sobre una problemática y poder poner en cuestión”, afirma. Puesto que la fuerza de este tipo de proyectos para Arias reside en tener “un abanico de posibilidades y de posiciones”, sostiene.
“Lo más interesante para el espectador es poder poner en cuestión sus propias ideas“
La obra da voz a todos los relatos sin juzgar, ya que se escuchan las razones de las decisiones que les llevan a realizar o no la maternidad de diferentes maneras. Su objetivo es lograr que el público reflexione sobre su propia concepción. "Lo más interesante para el espectador es poder poner en cuestión sus ideas”, asegura.
La burocracia y su exclusión
El sistema pone límites a varias de las cuestiones actuales y excluye la maternidad de muchas personas. “El sistema de salud y el legal todavía están muy atrás con relación a las realidades que ya existen”, sostiene la directora.
Entre esos límites se encuentra el caso de Rubén, un chico trans que quiere tener un hijo, y “se confronta con un sistema médico que le dice que al ser hombre, no puede acceder a una inseminación”, señala. Y más adelante, cuándo consigue ser padre y va al registro civil, no le dejan inscribirse como padre porque le consideran madre al haber gestado.
En el registro civil son varias las historias que se encuentran impedimentos. Cande que es una persona no binaria, con una relación abierta, ha criado a Simone en comunidad, y en su inscripción de nacimiento, le gustaría poder añadir a todas las personas que cuidan de Simone.
Aunque las dificultades en el registro aparecen hasta en leyes aprobadas. Como en una relación homosexual, que según la ley pueden inscribirse las dos mujeres como madres, pero “el registro no sabe cómo implementarla”, indica Arias.
Asimismo, estos obstáculos burocráticos afectan sobre todo a las mujeres migrantes, como Besha, originaria de la República Democrática del Congo. “La única manera en la que logra convertirse en ciudadana española, a pesar de vivir durante muchos años y trabajar en España, es a través de que su hija se convierta en española”, comenta la directora.
Los inconvenientes del sistema también están en los papeles de la adopción, donde la cantidad de pruebas, entrevistas y formularios que rellenar se hace infinita, al igual que ocurre con la inseminación artificial.
La libertad de decidir: el deseo de la maternidad
Uno de los puntos claves que explora la obra es la elección de la maternidad. Desde la persona que intenta por todos los medios tener un hijo biológico hasta la que renuncia a ella en tres ocasiones mediante el aborto.
Además, sobre la interrupción del embarazo se hace un pequeño repaso histórico, desde que se practica de forma clandestina en España hasta que se aprueba la ley en 2010. Asimismo, se muestra el racismo hacia Besha por ser una mujer sin papeles en este asunto. "Para las negras, sin tarjeta sanitaria, no hay médico, ni aborto, ni nada", crítica en la obra.
“No entiendo la maternidad como modo de continuar la vida“
Y se expone la parte contraria al deseo materno, la perspectiva de la mujer que decide no ser madre. “No entiendo la maternidad como modo de continuar la vida”, comenta la actriz Laura Ordás en la función. “Para mí era importante el punto de vista de una mujer que decide no seguir ese camino porque no tiene ese deseo” y mostrar “cómo eso es visto socialmente”, señala Arias. Puesto que se hace visible cómo una mujer a cierta edad es presionada a ser madre.
La decisión de la maternidad está atravesada por el peso de los cuidados. En la obra se expone como la crianza queda, en la mayoría de casos, relegada a las mujeres. Incluso, en las relaciones homosexuales, alguien siempre toma el rol de cuidadora. Además, se hace visible cómo esta carga supone culpabilidad y estrés por pensar que no se está a la altura en este trabajo.
No obstante, la sociedad sigue sin dar importancia a este tipo de labor. Por lo que la directora insiste en que hay que poner el foco en “quiénes cuidan y cómo cuidan, y cómo debe ser reconocido ese trabajo reproductivo”. Un trabajo que además hace “mover al mundo”, puesto que sin esas personas “que cuidan y crían, pues no existiría el mundo en sí”, añade.
Un futuro en colectivo
En la parte final de la obra, cada persona relata cómo se imaginaría ese futuro ideal en el que su manera de vivir la maternidad tiene cabida en la sociedad. En este sentido, la obra "no solo pone en cuestión ciertas cosas o muestra determinadas batallas o deficiencias del sistema, sino que también enseña alternativas. Personas que realmente decidieron con sus vidas inventar nuevas formas de reproducirse, de hacer familia, de relacionarse”, explica Arias.
Se muestra un amplío abanico de posibilidades que van desde “vivir en un colectivo y decidir tener un hijo dentro de él" hasta “parir en casa en lugar de en un hospital”, apunta.
Para Lola Arias, el camino a seguir es colectivo. “Creo en esta idea de degenerar más vínculos, como pensar la reproducción de una forma colectiva, en la que también las personas que crían, cuidan o paren no se sientan solas con esa responsabilidad”, señala.
Una llamada a la responsabilidad colectiva, que tiene algo de urgencia por asuntos como el cambio climático. “Con los desastres que estamos viviendo, no se puede pensar solamente en los hijos como una manera de continuar con la propiedad privada”, sostiene.
Repensar los vínculos y el modo de relacionarnos se hace cada vez más necesario. El teatro ha puesto estos asuntos encima del escenario, ahora sobre todo hace falta que desde las instituciones muchas de estas cuestiones también tengan lugar.