Las lluvias no ocultan la sequía: seis de cada diez embalses afrontan la primavera más secos que en el último lustro
- El volumen de agua para el consumo es del 44%, un 20% menor que el año pasado
- Las cuencas del Guadalquivir -en sequía- y del Guadiana ven amenazadas sus campañas de riego
El mes de marzo ha sido uno de los más lluviosos que se recuerdan. En buena parte del país, hasta el día 20 había llovido más del doble e incluso el triple de lo normal para ese periodo. Un deseado giro de guion en un año muy seco, pero que no esconde que la situación hidrológica en España es delicada: los embalses se encuentran en niveles inferiores a lo que cabría esperar cuando ya han pasado los meses típicamente más lluviosos y en un momento en que un agua más escasa que nunca incrementa su demanda, sobre todo para la agricultura de regadío.
¿Cuál es la medida de esa escasez? El siguiente mapa muestra la situación actual de los 371 embalses que hay en España, tanto los que se dedican a la producción de energía hidroeléctrica como los que almacenan agua para el consumo humano. Como es habitual, los pantanos de la mitad sur de la península tienen un volumen menor que los del norte. Lo que no es tan normal es que haya tantos (61 de 278, un 22%) por debajo de un tercio de su capacidad a estas alturas del año, justo cuando empiezan las campañas de riego.
Tanto si se consideran solo los de uso consuntivo como si se cuenta el total peninsular, seis de cada diez embalses afrontan los próximos meses con menos agua que la media de los últimos cinco años, según los datos procedentes del boletín hidrológico que publica cada semana el Ministerio de Transición Ecológica. Se puede ver al detalle y para todos los pantanos de cada cuenca usando los filtros del gráfico anterior, que muestra la evolución del volumen de agua embalsada en comparación con la media del lustro anterior.
Marzo compensa en parte un inicio de año muy seco
Las lluvias abundantes y generalizadas de este mes de marzo han elevado el volumen de agua embalsada y han reducido al 26% el déficit de precipitaciones que se acumulaba desde que comenzó el año hidrológico, el 1 de octubre de 2021. Hasta el 22 de marzo, según los últimos datos disponibles de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), se recogieron 281 litros por metro cuadrado en el conjunto de España, por los 382 que correspondería normalmente a este período.
Es una buena noticia si tenemos en cuenta que febrero terminó con un déficit de precipitaciones del 42%. Pero el alivio de las últimas lluvias no debe ocultar el hecho de que España sigue en sequía meteorológica y que los meses tradicionalmente más lluviosos del año, los de otoño e invierno, transcurrieron con una alarmante escasez de nubes.
Sin ir más lejos, en enero solo se recogieron 22 litros de agua por metro cuadrado, el 35% de lo que habría sido normal ese mes. Fue el más seco de lo que va de siglo, solamente por detrás del enero de 2005, y el quinto más seco desde 1961, desde que se registran estos datos. Lo mismo pasó en febrero (12 l/m²), registró un 23% de las lluvias normales y se convirtió en el segundo más seco del siglo XXI, después del de 2020.
En conjunto, las precipitaciones del invierno no pasaron del 45% del valor normal, convirtiendo la estación en el segundo invierno más seco de toda la serie histórica, únicamente superado por el de hace una década, 2011-2012. La mayor parte de las cuencas representativas que usa la Aemet para sus mediciones (similares, pero no iguales, a las cuencas hidrográficas) se encuentran en una situación bastante peor que la habitual.
Esto se ha reflejado en los embalses españoles. En el conjunto del país, las últimas precipitaciones dejan el volumen de los embalses dedicados al consumo humano y a la agricultura en el 43,9%, con 16.991 hectómetros cúbicos (hm³) de capacidad actual. Es una cantidad superior en 1.328 hm³ a la de comienzos de mes, pero a pesar de este incremento, almacenan un 20% menos de agua que en la misma semana del año pasado y un 31% menos que en la media de la última década
Con los datos actuales, hay que remontarse hasta 2008 para encontrar una cifra de agua embalsada más baja en la misma semana. Y más atrás, no hay precedentes similares hasta 1995, cuando en la última semana de marzo los embalses para el consumo humano no llegaron a 10.000 hm³.
Después de un mes de primavera meteorológica, están por debajo de la mitad de su capacidad las cuencas del Tajo (43%), Cuenca Mediterránea Andaluza (42,4%), Segura (37,3%), Guadalete-Barbate (35,1%) y otras dos que están por debajo de un tercio de su capacidad, las del Guadiana (31,4%) y Guadalquivir (29,8%).
El mapa de la sequía
La pobre y desigual distribución de las precipitaciones deja una huella amenazadora para los próximos meses. El siguiente mapa refleja las zonas de España donde, desde el 1 de septiembre, ha llovido por encima y por debajo de la media. Las zonas naranjas y rojizas muestran las áreas donde ha llovido la mitad o menos de lo que debería ser normal a estas alturas del año. Andalucía y Galicia casi por completo, así como importantes superficies de Cataluña, Castilla y León y Extremadura, han quedado muy por debajo del promedio de agua acumulada.
Y aunque ahora entramos en unos días fríos, excepcionales en esta época del año, la previsión es que esta primavera sea más calurosa de lo habitual en todo el país. Hay una mayor probabilidad de que llueva menos de lo normal en la vertiente atlántica, especialmente en el noroeste peninsular, que, como se ve en el mapa, ya se ha visto afectado hasta la fecha por la escasez de precipitaciones.
La administración sigue atentamente la evolución de las reservas hidrológicas, sobre todo en los sistemas considerados de interés. Entre ellos, los que abastecen a grandes masas de población, como Madrid o el sistema de regulación general del Guadalquivir, o los que involucran a los trasvases entre cuencas, como el Tajo-Segura, y el río Júcar.
En juego, los regadíos y el futuro cercano de agricultores y ganaderos
Todo esto es relevante porque el 1 de abril empezaron las campañas de riego y la disponibilidad de agua dista de ser buena en muchas cuencas hidrográficas. Especialmente en la del Guadiana y el Guadalquivir -que declaró la sequía extraordinaria en noviembre-, cuyos embalses son los que menos agua tienen en estos momentos. Una situación que atenaza a los productores de regadío en estas regiones, que ya sufren gran presión a causa del encarecimiento de la energía y las materias primas.
Una presión que aumentará en los próximos meses a medida que las demandas para el abastecimiento urbano, los regadíos y otros usos (por ejemplo, el turismo, más intenso además en la costa andaluza y el levante, donde menos llueve) requieran más de unos embalses que llegan desfondados. Y es que, como muestran las cifras de los Planes Hidrológicos para el ciclo 2022-2027 (pendientes de aprobación) elaborados por las Confederaciones Hidrográficas españolas, la principal demanda de agua para el consumo humano se dirige a la agricultura y la ganadería, sobre todo a los regadíos, que se 'beben' en torno al 80% del agua disponible.
En este contexto, las tiranteces entre las administraciones de un recurso más escaso y del que no decae la demanda están a la orden del día. Como las ocurridas entre los gestores de las cuencas del Tajo y del Segura a cuenta del trasvase entre ambos ríos.
Así, el presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura lamentaba que el plan de cuenca del Tajo, que prevé el aumento de los caudales ecológicos y el recorte del volumen de trasvase en 105 hectómetros cúbicos, conllevaría la pérdida en Alicante, Almería y Murcia de "122 millones de euros, 5.000 empleos directos más los indirectos que lleva asociado el sector" debido a que se perdería una superficie de regadío de 12.000 hectáreas. A lo cual responden desde los municipios ribereños de la cabecera del Tajo que, pese a que se hayan reducido las derivaciones de agua, la situación de sus ríos y embalses no mejora. Los embalses de Entrepeñas y Buendía se encuentran al 27,57% de su capacidad conjunta.
Como ha pasado en otras ocasiones, el déficit hídrico trae aparejada la amenaza de restricciones de suministro que ponen en riesgo la productividad de los regadíos y de las cosechas en general, lo que también ocasiona demandas a los responsables políticos. En Extremadura, la organización agraria UPA-UCE cifra en 180 millones de euros las pérdidas de agricultores y ganaderos por la sequía en la región que consideran "más afectada por la falta de agua", 112 de ellos por las pérdidas en los cultivos de tomate, maíz y arroz.
Aunque las últimas lluvias han beneficiado a los cultivos de secano, las restricciones a las campañas de riego a las que obliga la escasez de agua harán que muchos agricultores que dependen de la cuenca del Guadiana solo tendrán agua para sembrar un 20% de la superficie de su explotación y, "en el mejor de los casos, algunos dispondrán de agua suficiente para sembrar el 40%", ha dicho esta semana el secretario general de UPA-UC Extremadura, Ignacio Huertas.
Incluso en zonas donde los embalses y otros acuíferos han visto crecer sus reservas, las intensas lluvias caídas en tan poco tiempo acarrean efectos perjudiciales. En la Comunidad Valenciana, la organización profesional agraria y ganadera La Unió cuantifica en más de 11 millones de euros las pérdidas directas en cultivos por dos semanas de lluvias, además de daños en infraestructuras agrarias, como en caminos rurales.
Ante esta situación, el Congreso de los Diputados convalidó el jueves el Real Decreto por el que se adoptan medidas urgentes de apoyo al sector agrario por causa de sequía, que el Gobierno estima que tendrá un impacto económico positivo para el sector de unos 450 millones de euros.