Jérôme Bonnell: "En 'Las cartas de amor no existen' hablo sobre la fragilidad masculina"
- Hablamos con el director francés sobre su nueva película, que presentó en el Festival de Málaga
- Protagonizada por Grégory Montel y Anaïs Demoustier, se estrena en cines este 8 de abril
Presentada en el reciente Festival de Málaga, Las cartas de amor no existen, de Jérôme Bonnell, es un inteligente análisis sobre las relaciones de pareja y las inseguridades de los hombres, a través de la historia de un parisino que sigue enamorado de su ex, a la que escribirá una carta que terminará convirtiéndose en una reflexión sobre su propia vida. Una película que llega a los cines este viernes, 8 de abril, y de la que hemos podido hablar con su director.
Un director al que le gusta hablar sobre las relaciones en películas como La dame de trèfle o El tiempo de los amantes: “Aunque no lo hago a propósito, es cierto que el amor y las relaciones de pareja siempre acaban siendo el centro de mis películas –nos confiesa-. En esta película, en concreto, he querido hablar sobre la fragilidad masculina, frente a mis anteriores cintas, en las que me escondía tras personajes femeninos".
"También -continúa-, quería plantearnos si, a fin de cuentas, cuando uno está enamorado, estamos enamorados del otro o estamos enamorados de nosotros mismos basándonos en la mirada del otro… o incluso si estamos enamorados de la situación. Y también he querido retratar cuáles son los obstáculos que aparecen en una relación amorosa”.
“Y he querido narrar todo eso a través de una carta de amor tan apasionada como la que escribe el protagonista a su ex –añade Jérôme-. También creo que cuando alguien escribe una carta de amor tan apasionada, quizá también se está enamorando un poco de sí mismo. Porque cuando escribes también hablas de ti mismo. Y esto viene a mostrar también un poco el narcisismo que a veces existe en el amor”
En cuanto a si la definiría como un drama o una comedia, el director asegura que: “No lo sé, no tengo ni idea. No me gusta encasillar mis películas dentro de un género y me encanta hacer películas que sean un poco indefinidas y, sobre todo, que estén abiertas. Que den al espectador una gran dosis de libertad para interpretar las cosas a su modo. Y creo que esta película podrá ser más comedia o más drama, o resultar más triste para cada uno, según lo que esté viviendo en su vida cuando la vea”.
Amor manuscrito en una cafetería
La película nos cuenta la historia de Jonas (Grégory Montel), un parisino de cuarenta y tantos, que sigue enamorado de su ex, Léa (Anaïs Demoustier). Después de una noche de borrachera, llama a su puerta para confesarle sus sentimientos, pero Lea le rechaza. Despechado, acaba en la cafetería de debajo de su casa y comienza a escribirle una carta de amor. Con la ayuda de un divertido camarero (Grégory Gadebois) y algunos vecinos, Jonas se enfrentará a sus relaciones pasadas, a un futuro incierto y sobre todo, a sí mismo.
Preguntamos a Jérôme Bonnell si el amor puede sacar lo mejor y lo peor de nosotros: “Creo que sí. En cualquier caso, el amor siempre es una ventana inagotable que nos permite sondear el alma humana. Y es aunque la película puede parecer un poco ligera, mi intención era precisamente esa: a través de algo pequeño y cotidiano poder ahondar en algo tan grande como es el amor y lo que provoca en nosotros”.
Pero… ¿Por qué muchas veces nos resistimos a dar las relaciones por terminadas?: “Creo que a veces caemos en esa neurosis de la imposibilidad o de la incapacidad de terminar con una relación -asegura-. Y eso lo muestro en la película, a través de este hombre que es alguien que ha hecho todo demasiado tarde: tardó demasiado tiempo en dejar a su mujer, a la que ya amaba; tarda demasiado tiempo en querer recuperar a su novia, y también tarda demasiado en terminar una relación tóxica que tiene con su socio del trabajo”
“Esa indecisión le va provocando ciertas heridas y al final lo convierte en su mayor enemigo –añade-. Y eso es lo que quiero mostrar, pero sin juzgarlo. Mostrarlo con sus defectos, con sus impulsos y con su forma de ser, que a veces es rimbombante y otras, ridícula. Ese era otro de los temas que quería reflejar, como los hombres muchas veces somos ridículos”
Preguntamos a Jérôme Bonnell si cree que estamos enamorados de esa idea del amor romántico que nos vende la ficción: “Probablemente sí. Creo que para que el amor sea armonioso y duradero tiene que haber algo de eso, de que estemos enamorados del amor y que exista cierta dosis de narcisismo. Así que si, en cierto sentido, hay que estar enamorados del amor. Lo que pasa es que he querido llevar esa idea al extremo con este protagonista tan exagerado”.
¿Han pasado de moda las cartas de amor?
En estos tiempos en los que ya casi nadie escribe cartas, sorprende que el protagonista no escriba a su ex por correo electrónico o incluso mensajes de texto. “Precisamente he querido que escriba una carta porque en el mundo actual todo es demasiado rápido e irreflexivo. He querido volver a ese gesto, precisamente por ser algo arcaico. Y, pienso que, precisamente por eso, también es un gesto más bello y más ceremonioso”.
“Lo que más me importaba, más incluso que el contenido de la carta, era precisamente ese gesto –añade-. Ese gesto es mucho más reflexivo e introspectivo de lo que puede ser un SMS o un correo electrónico, que van a ser algo mucho más pulsional”.
Por eso le preguntamos que si cree que se puede escribir una carta de amor con un móvil: “Sí, pero opino que lo más importante en una carta de amor es que el fondo cuenta tanto como la forma. Igual que en una película, la manera de contar las cosas es tan importante como lo que cuentas”.
París… ¿La ciudad del amor?
La ciudad de París es otra de las protagonistas de la película, pero con una imagen muy alejada de la típica postal: “Yo nací en París y vivo aquí –nos cuenta-, con lo que no tengo la misma percepción que tiene la gente que viene de turismo y que siempre me habla de París como la ‘Ciudad del amor’. Yo no creo que la gente de París nos enamoremos más que el resto”.
“En cualquier caso -añade-, en la película he querido mostrar simplemente un fragmento de París, porque me parecía tan relevante lo que queda fuera de la cámara como lo que se muestra. Me parecía fundamental que el espectador fuese capaz de imaginarse lo que está fuera de cámara”.
“Solamente muestro a un hombre en un día de su vida –continúa Jérôme Bonnell-. Pero también quería que el espectador tuviese la libertad de imaginarse tanto el resto de París, como el resto de la vida de este hombre”.
Siguiendo con el tema de la imaginación, la película también se centra en lo que este hombre imagina que puede estar pasando en el piso de su ex, que vigila desde ese bar de enfrente. “Por eso he hecho de ella una cantante lírica, a la que él puede escuchar cantar. De forma que ella está ahí al lado, pero al mismo tiempo está muy lejos”
“Eso me parecía muy hermoso para transmitir esa imagen de crueldad que existe dentro de una ruptura –añade-. Cuando rompemos una relación y sentimos a esa persona todavía muy, muy presente, aunque esté lejos. Por eso quería que él pudiera oírla cantar”.
El director confiesa que también hay algo de Alfred Hitchcock en esta película: “Hitchcock es un maestro indiscutible y uno de mis directores favoritos. Crecí viendo su cine y por primera vez fui consciente de cómo un realizador puede ir construyendo una filmografía consecuente. Creo que La ventana indiscreta es una de las obras maestras del cine y hay por eso es una influencia en esta película”.
La película rescata la figura del camarero de barrio
La película recupera también la figura de ese camarero de barrio con el que los clientes se confiesan, interpretado, de forma magistral, por Grégory Gadebois. “Afortunadamente, pienso que esa figura todavía existe en algunas cafeterías de París -confiesa el director-. Esos camareros que funcionan casi como un psicoanalista, que escuchan a sus clientes y establecen una relación muy especial con ellos que los permite, incluso, anticiparse a ciertas cosas”.
“Yo paso muchísimo tiempo en los cafés –añade el realizador-, y he querido rendir un homenaje a esos lugares y a quienes los regentan. Me parecen lugares fascinantes, que son un reflejo de la humanidad. Me encanta ir a un bar y hablar con gente que conozco, pero también con gente que no conozco. Disfruto escuchando las historias que cuentan. Y me parece un ejercicio de observación de la humanidad muy interesante”.
Grandes actores
Destacar a los protagonistas de la película, sobre todo a la pareja protagonista, de la que nos habla el director: “A Grégory Montel (Rose, Rebecca, La última lección) lo descubrí por la serie Call My Agent! (2015), y me encantó. Me gusta mucho esa forma que tiene de actuar tan impetuosa, tan viva y, al mismo tiempo, tan divertida. Y es que, si esta película a mucha gente le parece una comedia, es gracias a él. Porque ha conseguido hacer divertidas muchas de las escenas que yo había escrito con menos humor. Esa frescura en el humor se la debo a él”.
En cuanto a Anaïs Demoustier (Gloria Mundi, La chica del brazalete, Una nueva amiga), el director ya tiene una larga experiencia trabajando con ella: “Siempre es un placer colaborar con Anaïs -confiesa-. Creo que a lo largo de todos estos años, hemos ido creciendo juntos en todos los sentidos”.
Para acabar, preguntamos a Jérôme Bonnell ha escrito o sigue escribiendo cartas de amor: “Sí, las he escrito. Lo que no sé es si lograron su propósito. Es un poco lo que decía antes, cuando escribes una carta de amor también lo haces para que te haga un bien a ti, aunque su intención se supone que es hacer bien a la persona a la que va dirigida. No puedo decir mucho más”.
Las cartas de amor no existen, se estrena este viernes, 8 de abril, en cines.