Supervivientes del bombardeo en la estación de Kramatorsk: "Fue una pesadilla, todo empezó a arder"
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La ciudad de Kramatorsk ha amanecido este sábado prácticamente desierta. En los alrededores de la estación de tren, donde el pasado viernes un bombardeo dejó al menos medio centenar de muertos, aún pueden verse los restos de proyectiles, coches carbonizados, escombros y manchas de sangre en el suelo.
"Era un horror, había tantos gritos que se me ponían los pelos de punta, no se puede describir con palabras", ha relatado a RNE Ludmila, una de las residentes que ha podido huir a Kiev tras lo ocurrido.
“Todo el mundo cayó al suelo“
"Fue una pesadilla, todo empezó a arder, todos entraron en pánico", ha narrado por su parte Nastya, una joven de 17 años, a la cadena británica Sky. Asegura que "todo el mundo cayó al suelo" en la estación, en la que se calcula que había en el momento del impacto unas 4.000 personas, la mayoría mujeres, niños y ancianos.
El ataque dificulta las evacuaciones
Las autoridades ucranianas aconsejan a la población abandonar las zonas del Donbás, donde se ha recrudecido el conflicto, y aseguran que buscan abrir nuevos corredores humanitarios. Buscan alternativas para evacuar a la población en Kramatorsk, donde el ataque ha interrumpido el tráfico ferroviario. Minibuses y furgonetas han recogido a decenas de supervivientes del bombardeo que habían pasado la noche en una iglesia protestante del centro de Kramatorsk, no lejos de la estación, según AFP.
“Estaban traumatizados. La mitad de ellos corrió al sótano, otros querían irse cuanto antes“
Unas 80 personas, en su mayoría ancianos, se habían refugiado en el edificio tras el ataque. "Ayer hubo entre 300 y 400 personas que corrieron aquí justo después de lo ocurrido para refugiarse", ha descrito Yevguen, miembro de la iglesia. "Estaban traumatizados. La mitad de ellos corrió al sótano, los otros querían irse cuanto antes. Algunos fueron evacuados por la tarde en autobús. Al final, se quedaron unos 80, y me llevé a siete de ellos a casa también", ha dicho el voluntario a AFP.
La paralización por el bombardeo de la estación de tren de Kramatorsk, que es un nudo ferroviario en el que concluían muchas líneas, está ralentizando el ritmo de huida de los civiles desde otras zonas del país. Una de ellas es Natalia, una mujer de mediana edad que viaja sola con sus seis hijos. "Es difícil, llevamos viajando desde las 2.00 de la madrugada, los niños están cansados, tienen hambre, intento tranquilizarlos", ha contado a RNE. Su objetivo ahora es salir de Ucrania hacia Polonia.
Hasta el momento, la guerra en Ucrania ha forzado a más de 4,4 millones de personas a salir del país, según los últimos datos difundidos por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Además, hay más de 7,1 millones de desplazados internos, es decir, personas que han abandonado sus hogares y que ahora viven en otros puntos de Ucrania, según la última estimación de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Zeleski pide una condena firme y Rusia niega la autoría del bombardeo
Mientras, nadie reconoce su responsabilidad en el ataque. Ucrania y Rusia siguen acusándose mutuamente de lo ocurrido, tras encontrarse un proyectil con un mensaje escrito en ruso: "Por los niños". Moscú niega su participación, mientras que Zelenski ha pedido una respuesta global firme.
"Al igual que la masacre en Bucha, como muchos otros crímenes de guerra rusos, el ataque con misiles contra Kramatorsk debe ser uno de los cargos en el tribunal, lo que está destinado a suceder", ha señalado a través de un mensaje en vídeo en la red Telegram.
También la Unión Europea ha asegurado estar "profundamente conmocionada" por el ataque y ha dicho que los responsables de este "crimen de guerra deben rendir cuentas". "No debe haber impunidad para los crímenes de guerra. La UE apoya medidas para garantizar la rendición de cuentas por las violaciones de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario", ha señalado en un comunicado un portavoz del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE).
El brutal ataque coincidió con la visita a Ucrania de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell. Ambos se vieron en Kiev con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski; y se trasladaron a Bucha, una de las ciudades símbolo de los efectos de la guerra en Ucrania, en la que hace una semana se encontraron fosas comunes y cuerpos de civiles maniatados esparcidos por las calles.