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Elecciones en Francia

Marine Le Pen, extrema derecha a la francesa

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Una imagen de la candidata presidencial Marine Le Pen durante un acto electoral en Perpiñán, Francia, el 7 de abril de 2022.
Una imagen de la candidata presidencial Marine Le Pen durante un acto electoral en Perpiñán, Francia, el 7 de abril de 2022.

Todos los movimientos de extrema derecha tienen puntos en común. La xenofobia, el discurso anti-inmigración, en especial la musulmana, la vinculación entre inseguridad ciudadana (delitos) e inmigrantes, el nacionalismo, una invocación constante a los sentimientos identitarios, el enfrentamiento con las instituciones europeas, la reivindicación de recuperar para los Estados competencias de la Unión Europea, y la afinidad con el tipo de liderazgo que han ejercido y ejercen Donald Trump y Donald TrumpVladímir Putin.

Pero en cada país la política presenta singularidades que responden a la historia y las características de su sociedad. En la extrema derecha, también.

Papá Estado

Lo habitual es que en el credo de la derecha haya una visión “liberal” de la economía. El discurso contra la injerencia del Estado, que sea el mercado quien regule, que el dinero de los contribuyentes, mejor en su bolsillo que en la Hacienda pública, que lo de la redistribución de la riqueza es un dogma marxista, y que, en definitiva, si las cosas te van mal es porque no te has esforzado lo suficiente.

Es lo habitual, excepto si esa derecha quiere ganar las elecciones en Francia. En el caso de la Presidencia de la República, el 50% +1 de los votos.

Las claves de las elecciones presidenciales en Francia

En Francia no se concibe una sociedad en la que el Estado no esté ahí cual bote salvavidas para ciudadanos y empresas. En cada crisis, sea la bancaria, la de la pandemia de la COVID-19, o la del precio del gas y los efectos de las sanciones contra Rusia, ahí aparece enseguida el Estado con cheques, subvenciones, exenciones o reembolsos. Cada vez que un gobierno intenta aplicar recortes a los servicios públicos arde Francia. Literalmente.

En estos dos cuadros del gasto y déficit públicos en Francia, comparándolos con Alemania y la media de la Unión Europea son suficientemente ilustrativos:

Gasto público

Déficit público

En 2007, víspera de la crisis financiera mundial, Francia tuvo una deuda pública del 64,3% del PIB (por encima del 60% máximo estipulado por la UE), España, un 35,8%.

En esta campaña electoral Marine Le Pen, en su estrategia, exitosa hasta ahora, de captar el voto de las clases populares que se sienten abandonadas por la izquierda, se ha erigido en la defensora del poder adquisitivo de los ciudadanos. Con ese argumento, y no su afinidad con el presidente Putin, se opone a la mayoría de sanciones contra Rusia. Su programa electoral está lleno de “invertir” y “reembolsar” en una serie de servicios públicos como la sanidad y la atención a dependientes, subvencionar las empresas que contraten a jóvenes, revisión al alza de las pensiones y, ¡escándalo de esta campaña!, ni hablar de retrasar la jubilación hasta los 65 años como ha anunciado el presidente Macron, se podrán jubilar a los 60 quienes hayan empezado a cotizar entre los 17 y 20 años, y a los 62 quien haya empezado después de los 21.

Valores progresistas

En lo social, Marine Le Pen asume los derechos que la mayoría de franceses dan por conquistados, y no se plantea dar marcha atrás en cuestiones como el aborto (derecho legalizado en 1975 por una ministra, Simone Veil, y un presidente, Valéry Giscard d’Estaing, de centro-derecha).

Sobre el matrimonio homosexual y la reproducción asistida para parejas lesbianas y mujeres solas pasa de puntillas, para no molestar a los afectados ni a los más conservadores.

Forma parte de la desdiabolización del Frente Nacional que fundó su padre, Jean-Marie Le Pen, y que ella ha rebautizado Agrupación (Rassemblement) Nacional.

Liberté, Égalité, Fraternité y Laïcité

La laicidad de las instituciones y el espacio público es una reivindicación tradicional de la izquierda, pero en Francia en esta campaña quien más la reivindica es la derecha y, más cuanto más a la derecha.

¿Por qué? ¿Cómo puede conciliar la extrema derecha francesa llamar al voto más conservador, católico sobre todo, y ser el mayor abanderado de la laicidad? Porque en Francia los cristianos, también los católicos, tienen asumido que nada de crucifijos, ni oraciones, ni menciones religiosas en actos y discursos públicos. En una entrevista en Le Figaro en febrero, Marine Le Pen, para descalificar la competencia que le ha salido por la derecha, Éric Zemour, señaló que en el entorno de Zemmour había determinadas “capillas” de “católicos tradicionales, paganos y nazis”. Así, todos en el mismo paquete. Luego rectificó: “Tenía que haber dicho integristas”.

La reivindicación de la laicidad por parte de la extrema derecha francesa no va dirigida a los franceses católicos, sino a los franceses musulmanes. Cuando ahora reivindican la laicidad reivindican que las musulmanas en Francia no lleven velo en espacios público, no haya excepciones en su educación o la relación social por el hecho de ser mulmanes, sobre todo, musulmanas, no se haga proselitimo, ni se destine dinero público a la enseñanza del islam. No es tanto una reivindicación de la separación Iglesia/Religión-Estado como una forma de decir que quienes muestran y esgrimen su fe religiosa (musulmana) están rechazando la cultura, la sociedad, los valores de Francia y, por lo tanto, no merecen ser tratados como franceses.