El arte como terapia de salud mental: lápices, arcilla o acuarelas para plasmar el paisaje interior
- Arteterapeutas y pacientes explican cómo la creación permite liberarse, gestionar emociones o superar un duelo
- También ayuda a personas que padecen enfermedades crónicas o trastornos mentales: "Te saca mucho de dentro"
Hay lugares a los que no se llega a través de las palabras. Por eso, es posible tener dentro emociones, inseguridades, miedos o heridas que pesan en el día a día y no saber, sin embargo, que están ahí. También puede ocurrir que alguien sí sepa reconocerlas, pero no describirlas, y que un día, de pronto, se siente frente a una mesa con lápices, acuarelas, pintura acrílica o arcilla y empiece a materializar, a través del arte, algunos rincones de ese paisaje interior sin transitar.
"En la primera sesión me dio un montón de colores y yo empecé a dibujar. Estaba contenta, como si fuera un niña. No recordaba ya esa sensación de ponerte tú sola, sin juicios, delante de un papel con un montón de colores, y terminé el dibujo muy contenta. Pero fue ver lo que había hecho, mirarlo de frente y un poquito de lejos, y me eché a llorar. Fue superliberador", recuerda Elena, una mujer de 40 años a quien acudir a sesiones de arteterapia, dice, le ha cambiado la vida.
Empezó, simplemente, por un deseo de conocerse mejor, pero lo que ha logrado va mucho más allá de eso, ya que a través de los dibujos, pinturas o figuras de barro que ha ido creando se ha podido liberar también de algunos "sentimentos ocultos o enterrados".
“Ahora me siento más ligera, más segura y más confiada“
Si ese primer dibujo llegó a provocarle el llanto, explica, fue porque le permitió expresar por primera vez emociones negativas que estaban muy arraigadas en ella desde que sufrió violencia obstétrica en su primer parto: "Me quedaba todavía como una culpa por no haber podido enfrentar la situación y una rabia que, al sacarla, me permitió reconciliarme con esa parte del pasado. Verlo dibujado fue como sacarlo y hacer las paces conmigo misma", explica Elena, que siente que este tipo de psicoterapia que usa las artes plásticas como medio le ha permitido caminar "más ligera, más segura y más confiada" por la vida.
El arte como "liberación" y como vía para hacer visible lo invisible
Uno de los principales objetivos de la arteterapia es, precisamente, ese: representar lo invisible a través de lo que sí es visible, y lo que ofrece al paciente o usuario es el acompañamiento de un profesional formado en esta especialidad que hace de guía.
Es esto lo que marca la diferencia porque, aunque el arte en sí mismo ya es terapéutico —lo es, por ejemplo, contemplar una obra de arte o dibujar por iniciativa propia— su beneficio es mucho mayor cuando hay una persona experta que propone los ejercicios, orienta durante el proceso y promueve una reflexión psicológica.
La arteterapia, explican quienes la promueven, se practica en sesiones invividuales o grupales y complementa —en ningún caso sustituye— el tratamiento clínico, psicológico o psiquiátrico que puedan estar recibiendo las personas diagnosticadas con algún problema de salud mental, como ansiedad, depresión o trastorno bipolar, entre otros.
También se convierte en un recurso muy eficaz en caso de padecer enfermedades de tipo físico que afectan al bienestar emocional, de tener que afrontar un duelo, de tener problemas de autoestima o, sencillamente, cuando se busca alcanzar una mayor estabilidad mental.
“El arte te puede llegar a salvar la vida“
"Yo veo que a muchas personas que vienen a mi consulta la arteterapia les cambia la vida porque les enseña a vivir mejor consigo mismas (...) En momentos muy difíciles, cuando a veces alguien incluso siente que vivir no tiene sentido, puede encontrar en el arte una manera de expresarse y de sacar todo eso que lleva dentro. El arte te puede llegar a salvar la vida porque, a medida que te liberas, las cosas cambian", explica Itahisa Mateo, arteterapeuta del proyecto Amarte.
También Sílvia Ferrer y Florence Tessier, que forman parte del colectivo de arteterapeutas L'Artèria, confían plenamente en el poder que tiene la creación artística para "sanar" algunas heridas invisibles, pero inciden, como el resto de profesionales consultados, en que la arteterapia es positiva para cualquier persona que quiera mejorar su bienestar emocional, aunque no tenga un diagnóstico de salud mental ni un problema muy específico que tratar. Más aún, teniendo en cuenta este contexto social tan complicado que ha expandido el malestar psicológico entre la sociedad.
"Yo veo en la consulta muchas personas que que vienen con depresión o ansiedad. También muchas personas que están como en crisis, desorientadas, que se preguntan 'quién soy' o 'qué quiero hacer con mi vida', y que necesitan volver a escuchar sus necesidades y sus deseos. Y ahí muchas veces salen también heridas que no están curadas, que no han sido atendidas o expresadas y tenemos que volver un poco al pasado para para sanar esto", cuenta Tessier.
Ferrer, su compañera en ese grupo formado por seis arteterapeutas transdisciplinares (no solo usan las artes plásticas sino también la poesía o la música), apunta que hay una diferencia clara entre esta terapia y la psicoterapia convencional. "El discurso mental lo tenemos muy aprendido. Por ejemplo, yo he estado trabajando un año con trastornos de la conducta alimentaria y yo notaba en las chicas un nivel de madurez muy alto a nivel de terapia porque han hecho tantas que se sabían ya el discurso, sabían lo que tenían que decir. Pero, claro, cuando aplicas el arte sale la sorpresa, sale lo que hay dentro de verdad. En otras terapias solo están las palabras, la cabeza; en la arteterapia hay cabeza, corazón y entrañas", recalca.
La transformación que posibilita: "Me ha reencontrado conmigo"
Yolanda llegó a la arteterapia después de haberlo probado "todo" para mejorar su calidad de vida. La fibromialgiaque padece desde hace unos ocho años le afectan tanto a su salud física como a su salud mental y por eso lleva un largo tiempo acudiendo a consultas de psicología y de psiquiatría, participando en terapias de grupo o haciendo meditación.
“Te saca mucho de dentro y los colores te dan alegría“
"En el arte he sentido que me vacío más que en otros sitios. Un día estaba muy mal. No podía ni andar y pedí que me llevaran en coche para ir allí (al lugar donde hace arteterapia) porque sabía que iba a salir mucho mejor. Necesitaba ese momento de paz y tranquilidad (...) Te saca mucho de dentro y los colores te dan alegría. Es una conexión superespecial con algo que tenemos dentro y que vamos tapando día a día con capas y capas. De esa forma te vas quitando esas capas", cuenta Yolanda, que tiene 50 años.
En su caso, las capas eran de miedo, ansiedad, autoexigencia o inseguridad, y el arte le ha permitido desprenderse de ellas y aprender a ser más permisiva consigo misma, a quererse más. Además, explica, el carácter lúdico de este tipo de terapia también le ayuda a sobrellevar las limitaciones físicas: "Mientras pinto no estoy pendiente de la enfermedad o dándole vueltas al dolor (...) A veces digo que es mi único aliciente, lo único bueno que tengo en toda la semana que me permite salir y disfrutar".
También Leticia tiene argumentos muy poderosos para demostrar que el arte puede convertirse en una especie de salvación. Ella sufría problemas de movilidad, pero por razones muy distintas a las de Yolanda. En su caso el bloqueo físico partía de un bloqueo mental provocado por un maltrato psicológico continuado durante 11 años y ejercido por el padre de sus hijos.
"Yo no me podía mover físicamente. Era tal el bloqueo que hacía las sesiones en la cama porque no me podía ni mover del dolor que tenía en el cuerpo. Ahora me puedo mover y tiene mucho que ver con este proceso terapéutico, porque el espacio que me ha brindado me ha permitido dar lugar a cada una de las sensaciones y emociones que he tenido que dejar salir. Me ha dado un espacio de permiso en una situación vital que yo había tenido donde el permiso era lo que menos había, porque había castigo", cuenta Leticia, una uruguaya que ha vivido en España durante 13 años y que ahora reside en Chile.
Desde allí continúa con la arteterapia, impartida mediante videollamada desde Barcelona, porque le permite seguir avanzando: "Yo estaba en una situación de alerta total que bloqueó todas mis emociones y mis sensaciones físicas (...) A través de algo muy sutil como es el arte sentía que iba pudiendo destrabar cosas que estaban muy arraigadas en mí, como el juicio, la baja autoestima o el machaque permanente".
“Me he reencontrado conmigo“
A Leticia, que conocía esta técnica como formadora y que ha recurrido a otros tipos de ayuda psicológica, la arteterapia le ha devuelto, asegura, algo tan valioso como la "capacidad de movilizarse". Antes solo se movía, dice, para "apagar fuegos", para ir a los juzgados o para hablar con abogados, y ahora, en cambio, puede pensar en ella: "Me he reencontrado conmigo".
Su caso y el de Yolanda son solo dos ejemplos del poder transformador que tiene la creación artística, pero las cuatro arteterapeutas consultadas exponen otras muchas experiencias que hablan de lo mismo y que incluyen casos superados de claustrofobia o de miedo a conducir, y el duelo por el fallecimiento de un hijo.
Materializar el mundo interior y "dialogar" con la obra
Pero no siempre tiene que haber un problema grave diagnosticado; hay quienes llegan a estas terapias con la meta del "autoconocimiento" o con el propósito de liberar estrés, sabiendo que solo el hecho de situarse frente a un folio en blanco o manipular pigmentos, como hacen los niños, ya te relaja y te instala en el famoso "aquí y ahora".
“Solamente una mancha negra ya puede estar hablando de qué es lo que tiene dentro“
"Hay veces que alguien me dice 'no sé qué hacer' y le digo: 'simplemente toma un color y juega como hacen los niños'. Simplemente, juega con el color. A partir de ahí va como emergiendo una forma o un objeto y al final sí tiene un sentido, un significado, o, incluso hay veces que solamente una mancha negra ya puede estar hablando de qué es lo que tiene dentro. No tiene que ser algo figurativo. Hay veces que si está la persona muy cargada por enfado o por tristeza solamente poder pintar con las manos, dejando que la pintura se salga por los bordes, ya es liberador", explica Luisa Cuesta, psicóloga, arteterapeuta y 'coach' educativo.
Noé, de 37 años, corrobora lo que dice. Él se animó a probar la arteterapia con el objetivo de conocerse mejor y de aprender a gestionar situaciones que se produjeron en su infancia, y asegura que plasmar ese mundo interior en un papel, mediante formas, texturas o colores, está siendo muy esclarecedor.
“Estás materializando las emociones y tú te conviertes en observador“
"A veces no encuentras las palabras cuando estás tratando cosas tan profundas, como las de la infancia, pero cuando lo extrapolas al papel se ve más claro porque es tangible. Estás materializando las emociones y tú te conviertes en observador (...) En otras terapias convencionales, con todo el respeto, porque también son muy válidas, te vas con esas cosas en la cabeza, pero no has visto lo que te pasa de forma tan clara", opina Noé, que solo lleva tres sesiones.
Una vez finalizada la creación es cuando llega el momento del "dialogar" con la obra, pero en ningún caso son los profesionales quienes hacen una interpretación del trabajo final; ellos solo guían al paciente través de preguntas para que sea él quien saque las conclusiones.
“Esa obra final es un trocito de ellas, un trocito de su mundo emocional“
"Algo que le digo a todas las personas que vienen a terapia es que esa obra final es un trocito de ellas, un trocito de su mundo emocional y que, como tal, lo tienen que cuidar. Otra cosa es si la persona, por ejemplo, ha puesto fuera algo contra lo que no ha sido capaz de enfrentarse en su vida y, dependiendo del caso, pueda ser interesante que esa persona rompa esa obra. En cualquier caso, es un impulso que tiene que surgir de ella y tiene que incluir esa pausa de: ¿para qué lo quieres romper?", apunta Cuesta.
Elena sintió ese impulso. Ella conserva todas sus obras intactas en su despacho, salvo una: "Trabajamos en una obra sobre los límites y, después de hacer el cuadro, yo sentí la necesidad de actuar sobre él, de hacer algo. Cogí unas tijeras y lo rompí, literalmente. Yo había dibujado mis límites y eso fue esclarecedor para mí, pero quise romper los límites autoimpuestos. Ahora lo tengo guardado con los rotos para recordarme a mí misma que yo tengo el poder de saber hasta dónde quiero llegar", dice.
Permite rescatar al "niño interior"
A las ventajas de conocerse mejor, liberar emociones y poder palpar los problemas sobre un papel o un lienzo, la arterapia ofrece algo que los expertos consideran clave: la posibilidad de conectar con el "niño interior" y de despertar toda esa creatividad que en muchos adultos permanece dormida desde la infancia.
Está muy extendida la idea de que solamente los llamados artistas pueden expresarse a través del arte porque se confunde la expresión creativa con la técnica que permite hacer algo que las normas sociales indican que es bonito o valioso, explican. En cambio, en la niñez todas las personas crean continuamente sin preocuparse de si tienen o no un dominio de la técnica y sin tener miedo a que el resultado no sea bueno.
“Desde que era niño no salía de un sitio con las manos pintadas“
Por eso, la arteterapia también reivindica la creación artística como algo que forma parte del ser humano y que a cualquier edad funciona como un poderoso medio de disfrute y de expresión.
"El segundo día de terapia, cuando puse las manos en la pintura, salí de allí emocionado porque desde hacía muchísimos años, desde que era niño, no salía de un sitio con las manos pintadas. Eso te transporta a una alegría y deja al margen la responsabilidad que tenemos como adultos. Nos solemos olvidar de que hay un niño que vive en ti todavía y al que le gusta hacer eso porque es liberador, pero también es muy necesario sacarlo", dice Noé.