Matt Madden: "'Ex-Libris' es un juego de metaficción inspirado en Calvino, Borges o Cortázar"
- El autor de 99 ejercicios de estilo nos vuelve a sorprender con un cómic tan inteligente como divertido
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En 2005 Matt Madden (Nueva York, 1968) revolucionó el mundo del cómic con 99 ejercicios de estilo, una serie de 99 cómics de una página que contaban la misma anécdota, pero de formas y con estilos completamente diferentes. Una obra maestra que se inspiraba en el libro Ejercicios de estilo, de Raymond Queneau. Ahora el dibujante norteamericano vuelve a sorprendernos con Ex-Libris (Salamandra Graphic), un fascinante ejercicio de metaficción que, a la vez, es un divertido juego para el lector. Un libro que os avanzamos que figurará en todas las listas de los mejores cómics de este 2022.
En Ex-Libris, un personaje al que nunca vemos la cara se queda atrapado en una habitación en la que hay una biblioteca de cómics. Y empieza a hojearlos, descubriéndonos múltiples universos de ficción realizados con estilos y tonos completamente diferentes, desde el cómic de superhéroes clásicos hasta el manga, pasando por los cómics de terror de EC, Scooby Doo o incluso Condorito.
Matt nos atiende desde Filadelfia, donde reside desde hace cinco años, y define Ex-Libris como: “Un cómic sobre el acto de leer y la relación que se forma entre el lector, el autor y los personajes de ficción. Un juego con ese delicado equilibrio entre la realidad y la ficción, a través de varios personajes que empiezan a ser conscientes de que son protagonistas de un cómic y no los seres reales que pensaban”.
Un cómic que nos invita a jugar y a participar como creadores
Matt concibe la historia como un juego, invitando al lector a que participe en esta especie de zapping por una veintena de historias, que tiene referentes literarios: “Una de las influencias del cómic es Vladimir Nabokov (Lolita), que concebía la literatura como un juego, casi un desafío entre el autor y el lector. Y a mí me encanta esta idea de la literatura como un juego, como ese diálogo entre el autor y el lector”.
“Y también me interesa mucho –añade-, la relación entre el lector y la obra, porque una vez que yo he terminado el libro no puedo controlar las reacciones de los lectores. Por ejemplo, los lectores habituales de cómic, que conozcan un poco su historia, encontrarán numerosos guiños a famosas series y personajes. Pero, a la vez, también he pensado en los lectores más generalistas, para que puedan disfrutar el cómic aunque no pillen todas esas referencias. Hay muchas diferentes maneras de entrar y disfrutar del libro. Creo que será atractivo para todo tipo de lectores”.
Además de Nabokov, en el libro también hay mucho de la metaficción de Borges, Cortázar o Italo Calvino…“Cortázar y Borges fueron los primeros autores que descubrí en la universidad, que me influyeron y me empujaron en esa dirección de explorar la literatura y el cómic como una especie de juego, para intentar descubrir la auténtica naturaleza de lo que es narrar una historia”.
“Y Calvino es la semilla de la que surge este libro –añade el autor-, ya que la idea me la dio su novela Si una noche de invierno un viajero (1976). Me encantó como concibió el libro como una serie de primeros capítulos de novelas imaginarias que nunca terminan. Una libro que, además, el protagonista inicia y termina leyendo, al igual que los lectores. Y, finalmente, entre esos capítulos, hay una investigación de otros personajes que buscan el verdadero libro, que por supuesto no existe porque todo es ficción”.
“Es un fascinante ejercicio de metaficción –añade el norteamericano-, pero también una serie de parodias y ejercicios de estilo, que es otra cosa que me interesa mucho. Porque ya sabes que suelo escribir y dibujar mezclando diferentes estilos, géneros y tradiciones de narración. Por eso este libro es una especie de homenaje a Calvino, a Cortázar, Borges, Nabokov... y, por supuesto, a muchos autores de cómic”.
"En el cómic también hay una larga tradición de metaficción"
“Porque en el cómic también hay una larga tradición de metaficción y una constante investigación para poder contar historias de nuevas formas -continúa el autor norteamericano-. Algo que se inició con pioneros como Winsor McKay (Little Nemo in Slumberland, 1905). Por ejemplo, en una de sus creaciones, Little Sammy Sneeze (1904), hay una famosa página en la que el chaval protagonista estornuda y los bordes de la viñeta le caen encima. McKay juega con ese contraste de que el personaje representa a un niño de verdad, pero también es un dibujo que vive en un mundo de papel”.
“En el underground norteamericano, Robert Crumb también jugaba mucho imaginando las viñetas como ventanas, a través de las que los personajes podían manipular el lenguaje o la forma de narrar de los cómics”.
“Y en el cómic contemporáneo –añade-, muchos grandes autores investigan las posibilidades infinitas del cómic como Chris Ware (Fabricar historias), en Estados Unidos, o Marc-Anthoine Mathieu (3 segundos, Dios en persona) en Francia. También destacaría a Oubapo, el Taller de la Historieta Potencial, con los que colaboro bastante y que investiga la naturaleza del cómic de forma muy lúdica y siempre invitando al lector a que participe”.
Para acabar con esta influencias, entre las frases del cómic hemos encontrado también una frase de Samuel Beckett sobre el miedo al fracaso: “Tienes que seguir, no puedo seguir, voy a seguir” “Beckett también es muy importante para mí, por muchas razones –asegura Madden-. Por su humor y por cómo usa la reiteración en el lenguaje. Quería hacer ese guiño a su obra en uno de los fragmentos del libro protagonizado por una parodia de Condorito (un famoso personaje de cómic chileno). Por eso digo que unos lectores reconocerán los guiños a Beckett y otros a Condorito, pero el libro no es una sucesión de referencias culturales, sino que tiene una integridad narrativa; funciona como una obra artística independiente”.
La espiral, uno de los grandes misterios del libro
En la primera viñeta del cómic nos encontramos ya con una espiral dibujada en la alfombra de la habitación a la que entra el protagonista. Un intrigante elemento que se repite durante toda la obra. “Esa espiral tiene muchas lecturas diferentes –confiesa Madden-, entre ellas la idea de la locura o la desorientación que el protagonista sentirá al leer esas historias y que compartirán los lectores. También estaba la idea de seguir la espiral hasta el fin, como hace Alicia en Alicia en el País de las Maravillas. El problema es que es una espiral infinita que nunca llega al final”.
“Por eso la espiral acabó siendo una especie de leitmotiv del libro e incluso la incluimos en la portada y la contraportada. Mi primera idea para esa cubierta era la imagen de un cómic dentro de otro cómic y así hasta el infinito. Pero al final nos funcionó mejor la idea de la espiral”.
¿La ficción nos hace libres?
En un momento dado el protagonista se da cuenta de que todas las historias que lee son sobre personas atrapadas, igual que él. “El protagonista intenta comprender cómo ha acabado encerrado y por qué no puede salir –confiesa Madden-. Y las historias que lee son una variación de esa misma situación. Y, al igual que los personajes de ficción, se empieza a dar cuenta de que su vida está controlada por fuerzas exteriores. Y de que no son entidades autónomas sino personajes de ficción que dependen de los designios de sus autores”.
“Por eso hay muchos niveles de lectura -añade-, porque la lectura es, para mí, un acto creativo en el que cada lector va disfrutando la historia desde su propia perspectiva y conocimientos. Y yo, como Borges, me veo como un maestro de juegos, que propongo al lector una especie de laberinto en el que le invito a entrar y buscar la salida”. Yo construyo ese laberinto y pongo las trampas, para hacer más interesante el viaje, el juego. Y también doy pistas al lector, pongo señales para que nunca se pierda”.
A los jóvenes este tipo de narración les puede recordar a hacer zapping o a ver videos cortos en internet. “Es posible -confiesa Madden-, porque yo también crecí con la televisión y los primeros videojuegos y padezco de los mismos problemas de atención de los jóvenes modernos. Por eso suelo dividir mis historias en relatos cortos, hechos a su vez de pequeños fragmentos, en vez de hacer una gran novela gráfica de 500 páginas con una sola historia”.
“Pero realmente, la idea de Ex-Libris –añade-, viene de ese interés mío por el juego y por las posibilidades del diálogo entre diferentes estilos y géneros. También por los diferentes registros, con historias más serias, otras más divertidas… y dibujadas con estilos muy diferentes que se adapten a cada una de ellas. Pero a pesar de todos esos juegos, mi intención es crear una historia que tenga integridad y sentido en sí misma, aunque esté construida por fragmentos tan distintos”.
“Es algo que también refleja nuestra experiencia como lectores o espectadores, que leemos o vemos muchas cosas muy diferentes -concluye Madden-. Pero que también refleja nuestra propia vida, que está construida a partir de pequeños momentos, que está llena de interrupciones y de nuestros distintos puntos de vista como autores, lectores, padres, hijos… E incluso de nuestras distintas formas de disfrutar de esa vida. Por eso creo que esa división en historias dentro de historias puede conectar más con el lector actual que una sola narración larga. Todos somos una mezcla de elementos y referencias, por eso Ex-Libris es casi como un monstruo de Frankenstein” (ríe).
Más de 20 estilos de dibujo
Hablando de géneros y estilos, en el libro encontramos más de una veintena de estilos literarios y artísticos. Uno para cada historia. Le preguntamos si es difícil cambiar tanto de estilo. “Es complicado cambiar de estilo de dibujo –asegura Madden-. Pero me gusta hacerlo y ya había experimentado con ello en 99 ejercicios de estilo, ¡hace ya más de quince años!”.
“Intento encontrar un estilo muy simple de dibujo para cada historia, que me permita concentrarme en la narrativa –confiesa-. Al final el estilo y hasta los colores tienen un peso cultural que puede ser muy interesante de manipular en ese diálogo con el lector. Me parecía que sería muy difícil seguir la historia si todos los fragmentos de cómic que aparecen estuvieran dibujados con el mismo estilo. Por eso cada tres páginas cambio completamente”.
“Afortunadamente, cada vez que ideaba una historia el estilo surgía casi solo –añade-. Por ejemplo, cuando ideé una historia de terror, en la que un chico era devorado por un tebeo, solo podía ilustrarla con el estilo de los clásicos cómics de terror de EC de los años 50”.
“Cinco o seis de estos estilos ya los había utilizado en los 99 ejercicios de estilo –continúa-. Pero he tenido que crear de cero la mayoría. En el libro reconoceréis a Go Nagai, Tezuka, Winsor McKay o Rodolphe Töpffer, uno de los pioneros del cómic. Pero confieso que es agotador cambiar tanto de estilo. A veces hasta tenía que inventar un estilo diferente para una sola viñeta. En contraposición, una de las cosas más divertidas ha sido inventar tantos cómics imaginarios y dibujar sus portadas".
“Otra de las influencias fundamentales de este cómic, en ese sentido, es Hicksville, de Dylan Horrocks, donde creaba todo un universo de cómics imaginarios a partir de cómics auténticos. Por ejemplo, imaginaba una novela gráfica de Jack Kirby que había enviado a esa pequeña biblioteca de Nuea Zelanda, donde nadie iba a leerlo, que es una idea muy de ese Taller de literatura potencial, del que hablaba antes, y que también nos vuelve a remitir a Calvino. Para mí es fascinante esa idea de una obra que se puede imaginar pero no se puede leer. Y la he usado en algunos de los relatos del libro, como en esa parodia de Condorito con toques de Beckett, que se supone que tiene más de 800 páginas pero del que solo podemos leer cuatro… Es un libro potencial que nunca vamos a poder leer Esa idea de libros imaginarios me fascina”.
Matt Madden también anima a los lectores a que “Imaginen la continuación de algunas de esas historias que les planteo”.
Sus proyectos
En cuanto a sus proyectos, Madden asegura que seguirá investigando las infinitas posibilidades del cómic: “Si, porque es un tema que me fascina. Tengo algunos proyectos de los que aún no me atrevo a hablar. Pero seguiré en la misma línea de metaficción, de la investigación del cómic como materia narrativa. También quiero hacer un cómic con restricciones, en el que comienzo con una página de nueve viñetas donde intercalo otra página con otras nueve, haciendo un cómic más grande… luego quitaré las viñetas pares… Es un experimento que no sé si va a funcionar pero que me parece muy interesante, narrativamente hablando”.
“Porque lo que a mí me gusta es contar historias –añade-. Gracias a Ex-Libris me he dado cuenta de lo mucho que me han influido los cómics de terror y series de televisión como La dimensión desconocida (The Twilight zone), los relatos de Poe… Es decir, que aunque trabaje con restricciones que vienen del arte conceptual, para mí lo interesante es usar esas restricciones para contar una historia”.
“También –añade-, me gustaría publicar una antología de mis cómics cortos de los últimos 15 o 20 años, aunque todavía no tengo editor”.
Además de artista, profesor y dibujante, Matt Madden también es traductor de cómics franceses y españoles al inglés. Por eso quiere destacar la labor del traductor de Ex-Libris al español: “Carlos Mayor Ortega ha hecho un trabajo fantástico de traducción. Ha pillado todas mis referencias porque también es fan del cómic y de Calvino, Borges… Y ha sabido encontrar soluciones increíbles en la traducción”.