Salud, miedo o complejos: las razones para seguir llevando las mascarillas en interiores
- Epidemiólogos y científicos piden que a partir del 20 de abril se siga protegiendo a la población más vulnerable
- "Hay una parte importante de la población que va a sentir mucho miedo", advierten los psicólogos
La mascarilla dejará de ser obligatoria en interiores el próximo 20 de abril, aunque seguirá exigiéndose en centros sanitarios, residencias y transporte público. La medida se ha tomado siguiendo las recomendaciones de los técnicos del Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas, quienes instaron a esperar a que pasara la Semana Santa y aconsejaron mantener excepciones en los espacios de mayor vulnerabilidad. La mascarilla es la herramienta más importante contra la expansión del SARS-CoV-2 y otros virus respiratorios, y el final de su uso obligatorio, después de más de dos años de pandemia, será recibido por muchos como una liberación, aunque otros optarán por mantenerla, bien para protegerse a sí mismos o bien para proteger a los demás.
El final de la mascarilla en interiores está justificado por la buena evolución de los datos epidemiológicos, especialmente en lo relativo a hospitalizaciones e ingresos en UCI, que han sido hasta ahora el termómetro más fiable de la pandemia. Sin embargo, no faltan voces críticas desde el campo de la ciencia, que consideran que esta medida, aunque necesaria en algún momento, se ha tomado con una cierta "precipitación", algo que puede repercutir en la población más vulnerable.
Después del anuncio de la ministra Carolina Darias en el que concretaba la fecha en la que se podrá decir adiós a la mascarilla en interiores, la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) emitió un comunicado en el que pedía prudencia, al mismo tiempo que recordaba que la pandemia "aún no ha finalizado y persiste la transmisión del virus". Los epidemiólogos consideran que esta decisión ha sido "prematura", y destacan que la nueva estrategia de vigilancia COVID lleva apenas quince días en vigor.
"El uso de la mascarilla en interiores es una medida muy icónica, y muy visible, y su eliminación también transmite el mensaje de que ya no hay necesidad de ninguna medida", destaca la Sociedad Española de Epidemiología, que subraya que "la nueva estrategia de vigilancia se fundamenta en la necesidad de centrar la protección en las personas vulnerables y, para que eso sea efectivo, es imprescindible que se mantengan algunas medidas en los ámbitos donde residen, viven y trabajan estas personas. Parte de su éxito radica en que quienes no son vulnerables protejan a quienes sí lo son con su comportamiento y el cumplimiento de esas mínimas medidas", añade.
En este sentido, Matilde Cañelles, inmunóloga del CSIC, coincide en que "en la situación en la que estamos, en la que desconocemos cómo de protegidas están las personas de más de 65 años, estamos yendo demasiado deprisa en España, porque hemos dejado de aislar a los asintomáticos y a los sintomáticos leves, no estamos poniendo la cuarta dosis y además vamos a retirar la mascarilla en interiores". Esta investigadora añade que "tampoco se están contabilizando ya casos, sino que se cuentan las hospitalizaciones, y cuando aumentan las hospitalizaciones ya vamos tarde para tomar medidas".
Por todo ello, pide que "todo aquel que vaya a estar en contacto con personas de más de 65 años y con inmunodeprimidos, y sobre todo si estos están sin mascarilla, se la deberían poner", e insiste en que "con todo el tiempo que hace que se les ha puesto la tercera dosis, no sabemos cómo están de protegidos". "Lo que hay que tener en mente es a este tipo de personas", asegura a RTVE.es, y reclama que se haga "más por responsabilidad hacia los otros que hacia uno mismo".
Protección para pacientes inmunodeprimidos
Entre la población más vulnerable se encuentran los pacientes oncológicos, ya que habitualmente los tratamientos contra el cáncer, o bien la enfemedad en sí misma, pueden suprimir o debilitar el sistema inmunitario. Como recuerda Begoña Barragán, presidenta del Grupo Español de Pacientes de Cáncer, "el paciente inmunodeprimido no solamente está seguro llevando la mascarilla, sino con que la lleven todos los demás", y por eso reconoce que algunas de estas personas, ante el cambio de escenario que se producirá el 20 de abril, "tienen miedo, que es algo muy racional y muy lógico". "Si las autoridades sanitarias dicen que es seguro estar en interiores sin mascarilla, los pacientes inmunodeprimidos oncológicos tendrán que hacer lo mismo que hemos hecho siempre, que es seguir manteniendo unas precauciones debido a nuestra enfermedad", continúa.
Ante esta nueva situación, Barragán insta a "aplicar el sentido común". "Los pacientes inmunodeprimidos tendrán que seguir las recomendaciones de sus médicos, pero es muy probable que por precaución, dependiendo en los ambientes en los que se muevan, intenten evitar contagios, como ha pasado siempre. Ya no es únicamente el COVID, porque una persona inmunodeprimida se puede contagiar de muchísimas cosas", declara a RTVE.es.
"El sentido común y seguir las recomendaciones de nuestros oncólogos o hematólogos es lo que nos va a decir hasta qué punto podemos hacer una vida similar a la del resto del mundo o tenemos que guardar más precauciones debido a nuestra enfermedad", concluye la presidenta del Grupo Español de Pacientes de Cáncer.
Miedos más allá de la salud
Aunque hay otras personas que, sin ser inmunodeprimidas, y más allá de esa precaución lógica ante el contagio, también pueden experimentar temor a desprenderse de la mascarilla en interiores. Para ellos, la psicóloga Silvia Álava recomienda "reconocer la emoción del miedo, y entender que es normal sentirlo, porque durante dos años el mensaje que hemos recibido es que hay que tener la mascarilla puesta, por lo que nos puede llevar un cierto tiempo cambiar a nivel mental ese mensaje".
"A lo mejor hay que ir poco a poco, y voy a quitármela primero cuando esté en un sitio en el que hay menos gente, o con la ventana abierta… Pequeños factores que nos pueden dar seguridad para después ir incrementando más el número de tiempo que estamos sin la mascarilla puesta", prosigue. "Nos tenemos que dar tiempo para adaptarnos a la nueva situación y para validar las emociones que nos va a generar esta nueva situación", ha recomendado Álava en el Canal 24 Horas.
Dentro de estas personas que, aun pudiendo desprenderse de la mascarilla en interiores, podrían optar por seguir llevándola, están los más jóvenes, aunque en este caso las razones serían, sobre todo, estéticas, y obedecerían a un "mecanismo de defensa". Es lo que ha sido bautizado como 'síndrome de la cara vacía'. "Estamos viendo muchos chicos y chicas que gracias a la mascarilla han visto que no se tienen que enfrentar a que el resto les vea la cara, y se han acrecentado los complejos y las inseguridades. En ese caso, quizá es necesario pedir ayuda, porque es importante que normalicemos algo como es presentarnos a los demás con la cara descubierta, mostrarnos tal y como somos realmente", expresa Álava.
Ante estos casos de niños y adolescentes, la psicóloga sugiere "pararse y hablar con ellos, sin forzar la situación". "Si no lo hacemos así, lo van a sentir como una imposición y va a ser todavía peor, porque van a sentirse incomprendidos. Vamos a hablar de las emociones que están detrás y vamos a validarlas, para poder buscar una solución. Emociones como la inseguridad, el miedo la vergüenza...", aconseja.