Melinda, psicóloga en la frontera de Ucrania con Rumanía: "Damos más abrazos que medicación"
Reportaje Las mañanas de RNE
- Cientos de voluntarios atienden a refugiados en el paso de Siret, en Rumanía
- Organizan talleres de dibujo para los niños e intentar dar afecto y cercanía a los adultos
- Guerra Rusia - Ucrania, sigue la última hora en directo
Melinda es la única psicóloga de emergencias que atiende a los refugiados en el paso fronterizo de Siret, en la frontera en Rumanía y Ucrania. Es húngara pero vive en Canarias donde trabajó, como parte del grupo de intervención psicológica en emergencias y catástrofes (GIPEC), en los efectos de la erupción del volcán Cumbre Vieja en La Palma. Cuando Rusia invadió Ucrania, ella estaba visitando a sus padres en sus primeras vacaciones tras la erupción del volcán y, de inmediato, se incorporó al equipo de voluntarios que presta asistencia a los refugiados.
Melinda llegó a Siret justo cuando, en mitad de una tormenta de nieve, una madre y su niña de cuatro años cruzaban la frontera. La mujer le contó -recuerda Melinda- que estaban en un búnker y que, cuando pararon los bombadeos, la niña le dijo que quería salir: "Mamá ya estoy lista, te prometo que no voy a llorar, vamos a salir de aquí". No es el caso más duro al que ha tenido que hacer frente la psicóloga pero reconoce que se le ha quedado grabado en la memoria. Desde entonces, dedica buena parte de su tiempo a trabajar con los más pequeños.
Talleres de arteterapia para los niños
En Sirte hacen talleres de arteterapia y se han habilitado espacios en los que los niños pueden hablar sobre cómo se sienten, algo que no suelen hacer cuando están con sus padres.
Los profesionales les animan a expresarlo con dibujos. "Normalmente, ellos eligen el tema y siempre sale la guerra, lo que han vivido, sus pesadillas, las expectativas, los sueños... nosotros les ofrecemos los lápices y, de forma espontánea, los niños suelen dibujar las banderas de ambos países, Ucrania y Rumanía". Esa es una de las formas, cuenta Melinda, que tienen los pequeños de mostrar gratitud, una vez superados los temores, pero no la única.
"Tenemos una niña muy pequeña, de dos años, que está enseñando a dibujar a un gran peluche. Hay muchos niños que, desde que llegan, una y otra vez dan las gracias a cualquier adulto que ven. Uno de los niños besaba cada uno de los juguetes que le regalaron". A Melinda le ha llamado, especialmente, la atención, la "fortaleza y la resiliencia de los niños, la valentía que demuestran. Tienen una capacidad impresionante para adaptarse. Nos lo han demostrado durante estas semanas".
Más abrazos que medicación
En el caso de las personas mayores, lo primero que llamó la atención de esta psicóloga con "alma de chicharrera" fue que tenían una inmensa necesidad de afecto y cercanía. "A veces, lo único que necesitan son abrazos. Un compañero de Médicos del Mundo me ha comentado que, durante este tiempo, ha dado más abrazos que medicación. Eso define muy bien nuestro trabajo en la frontera".
“Mucha gente no quiere pedir comida porque le da vergüenza“
Pero una vez que se cruza, a veces tras cinco días de espera, hay que hacer frente también a cuestiones básicas, como el techo y la comida. Aquí, Melinda llama la atención sobre un sentimiento "de vergüenza" que están experimentando algunos refugiados. "No hablo ucraniano pero, a través de gestos, pregunté a una señora si quería comer y ella se puso a llorar. Mucha gente no quiere pedir comida porque le da vergüenza", dice.
Es otra de las realidades que se vive en la frontera. Melinda cree que no se puede pasar por alto, aunque añade que están preparados para todas las circunstancias y se quedarán en Siret "tanto tiempo como nos necesiten".